DISCURSO DEL
PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ESTADO DE LA REPUBLICA DE CUBA, FIDEL
CASTRO RUZ, EN LA INAUGURACION DE LA ESCUELA LATINOAMERICANA DE
CIENCIAS MEDICAS, EN OCASIÓN DE LA IX CUMBRE IBEROAMERICANA
DE JEFES DE ESTADO Y DE GOBIERNO, LA HABANA, CUBA, EL 15 DE NOVIEMBRE
DE 1999.
(Versiones
Taquigráficas - Consejo de Estado)
Majestad;
Excelencias;
Profesores
y alumnos de medicina;
Invitados:
La idea de un
programa integral de salud y una Escuela Latinoamericana de Ciencias
Médicas nació de dos terribles huracanes que azotaron
al Caribe y Centroamérica causando un impresionante número
de víctimas mortales e incalculable daño material.
Entre las naciones afectadas se encontraban las dos más pobres
del hemisferio.
Las imágenes
televisivas de miles de cadáveres flotando sobre las aguas
o envueltos en el lodo conmueven al mundo. Son los días de
las ofertas generosas y las cifras millonarias. El impacto desaparece
en pocas semanas. Pronto todo se olvida. Las grandes promesas jamás
se cumplen. La muerte sistemática continúa arrancando
silenciosamente más vidas cada año que las que matan
todos los desastres naturales juntos.
Esta institución
que hoy inauguramos, como sencillo símbolo de lo que unidos
podemos alcanzar, pretende ser una modesta contribución de
Cuba a la unidad e integración de los pueblos que aquí
representamos. Concebida hace menos de un año, cuenta ya
con 1.929 alumnos procedentes de apartados rincones de 18 países,
adonde habrán de regresar con tanta ciencia como conciencia.
Veintisiete etnias están representadas en ella. Cada año
ingresarán 1.500 nuevos estudiantes. De cada cien, esperamos
graduar no menos de 80, si somos capaces de elevar al máximo
en esta institución su rendimiento académico.
La Escuela Latinoamericana
de Ciencias Médicas llegará a contar con una matrícula
de 8 mil alumnos que comenzarán realizando sus estudios premédicos
y primero y segundo años de la carrera, que son los más
duros, en esta instalación que inauguramos hoy, con una capacidad
de 3 500 alumnos aproximadamente, y cursarán tercero, cuarto,
quinto y sexto años en 20 Facultades de Medicina con que
contamos en todo el país. Todo el tiempo, desde el primer
año, acumulando conocimientos teóricos y prácticos.
Es una institución única de su tipo en el mundo.
No se incluye
en las cifras mencionadas a los becarios de los países caribeños
de habla inglesa o de otro idioma; ellos tienen un crédito
no limitado para estudiar también gratuitamente cualquier
carrera universitaria en nuestros centros de enseñanza superior.
En la Escuela
Latinoamericana de Medicina no se imparten materias de carácter
político, como se hace con los jóvenes cubanos en
todos nuestros centros universitarios. Aprenderán la historia
de nuestro hemisferio, en especial la de América Latina y
el Caribe.
En la Escuela
Latinoamericana de Ciencias Médicas, cada cual es libre de
profesar su religión, sea cual fuere. En transportes propios
de la escuela, los que desean hacerlo, acuden cada semana a los
templos y cultos de su preferencia. La salud de los alumnos es atendida
con esmero en eficientes y cercanos hospitales de la capital. Su
alimentación es razonablemente buena y adaptada en lo posible
a sus costumbres. Cuentan con su propia organización estudiantil
universitaria. Intercambian conocimientos y actividades culturales
con todos los demás. Sus cantos, danzas y costumbres nacionales
enriquecen el acervo cultural de todos los alumnos. Su espíritu
de solidaridad e integración será tan profundo que
no se borrará jamás. Será un ejemplo de la
unidad más profunda en la diversidad más rica, estampa
del mundo futuro que soñamos. Estarán preparados para
el próximo siglo, y albergamos la seguridad de que un día
no lejano, como eminentes profesionales, con sus computadoras personales
no cesarán de intercambiar entre ellos conocimientos, experiencias
e iniciativas creadoras.
Lo más
importante habrá de ser su consagración total al más
noble y humano de los oficios: salvar vidas y preservar salud. Más
que médicos, serán celosos guardianes de lo más
preciado del ser humano; apóstoles y creadores de un mundo
más humano.
Confiamos en
ellos y en la convicción de que serán mejores que
sus predecesores y actuales maestros, los médicos que hoy
les inculcan los conocimientos científicos y las experiencias
adquiridas durante 40 años, tanto en Cuba como en heroicos
servicios desinteresados que prestaron a países del Tercer
Mundo en todos los continentes; médicos dispuestos a trabajar
allí donde se les necesite, en los más remotos rincones
del mundo donde otros no están dispuestos a marchar. Es el
médico que se formará en esta Escuela.
En reunión
reciente de los Ministros de Salud de Iberoamérica se analizaron
métodos novedosos y creativos para formar después
especialistas en todas las ramas de la medicina que necesiten en
cada una de sus comunidades de origen. Y mientras ellos estudien
aquí, y se conviertan más tarde en especialistas prestando
ya servicios a sus propias comunidades, miles de médicos
nacidos y formados en nuestra patria estarán dispuestos a
cooperar con sus países por el tiempo que sea necesario.
En los sectores
con más carencia de médicos de América Latina
y el Caribe están muriendo cada año más de
un millón de personas, de ellos 500 mil niños, por
enfermedades previsibles y curables. Decenas de millones de latinoamericanos
no tienen acceso alguno a los servicios de salud. Esto ocurre incluso
en un país tan inmensamente rico como Estados Unidos. Los
que van a morir no pueden esperar.
El ejemplo de
ustedes, jóvenes entrañables que ya estudian en esta
Escuela, despertará conciencias y será seguido por
los profesionales que, en número elevado y con excelente
calidad, han formado las universidades de América Latina.
Salvar millones de vidas, brindar salud segura y óptima a
los 511 millones de habitantes de América Latina y el Caribe,
sólo puede ser tarea de cientos de miles de médicos
que en su inmensa mayoría ya están técnicamente
preparados para ello.
Acepten, distinguidos
participantes en la importante reunión que mañana
comienza, el homenaje de este modesto esfuerzo con que nuestro pueblo
ha querido rendir honor a esta IX Cumbre Iberoamericana.
Muchas gracias
(Aplausos).
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