- Texto
íntegro de la intervención del Ministro de Relaciones
Exteriores de Cuba al intervenir en el período 56 ordinario
de Asamblea General de las Naciones Unidas, poco antes del contundente
rechazo que el bloqueo estadounidense recibió al votarse
la Resolución que lo abordaba.
Señor
Presidente:
Una curiosa
noticia dio la vuelta al mundo en estos días. Por primera
vez en más de cuarenta años, el gobierno de los Estados
Unidos ha autorizado, de manera excepcional, la venta a Cuba de
algunas cantidades de alimentos, medicinas y materias primas para
producirlas. Por esta vez, Cuba podrá pagar directamente
en dólares a los suministradores norteamericanos. No pudo
resolverse, sin embargo, que barcos cubanos transportasen la mercancía
desde puertos norteamericanos; es tan compleja la maraña
de prohibiciones legales que el bloqueo a Cuba implica, que ni aun
sumando la buena voluntad de ambos gobiernos este obstáculo
pudo ser superado. Barcos norteamericanos o de terceros países
cumplirán la tarea.
El 7 de noviembre
pasado, el gobierno de los Estados Unidos expresó su profunda
pena y preocupación por el pueblo cubano con motivo de los
extensos daños causados por el huracán "Michelle"
a su paso a través del territorio de Cuba, y expresó
su disposición a tasar de inmediato las necesidades de ayuda
con vistas a una posible asistencia humanitaria. Era un gesto inusual,
que Cuba apreció en su justo valor. En 40 años de
tensas relaciones entre ambos países, no había ocurrido
nunca algo similar.
Cuba respondió
solicitando que, de forma excepcional, el gobierno de los Estados
Unidos permitiera a empresas públicas cubanas adquirir de
forma expedita determinadas cantidades de alimentos, medicinas y
materias primas para producirlas, a fin de restablecer cuanto antes
sus reservas, en previsión de cualquier nuevo desastre natural.
Solicitó también pagar al contado en dólares
norteamericanos o cualquier otra divisa convertible, y el empleo
de embarcaciones cubanas como la forma de transporte más
práctica, rápida y económica para Cuba.
Los intercambios
diplomáticos, a diferencia de muchas otras veces en el pasado,
transcurrieron sin tensiones y primó en ellos respeto y espíritu
de cooperación.
Ahora cabría
una pregunta: ¿por qué se han requerido especiales
negociaciones para una transacción tan simple y habitual
en el mundo? ¿Por qué se necesitan trámites
especiales para que Cuba compre en Estados Unidos eritromicina de
uso pediátrico, o vitamina A, o hidrocortisona, o arroz,
o leche en polvo?
¿Cómo
pudo crearse a lo largo de los años un sistema tan meticuloso
y perfecto para impedir a todo un pueblo acceder a alimentos y medicamentos
esenciales, a tecnologías y piezas de repuesto, a equipos
médicos e información científica? ¿Podrá
explicarse algún día, a la luz de la ética,
el derecho internacional y la justicia, el mantenimiento obsesivo
por más de cuatro décadas del bloqueo económico,
financiero y comercial de los Estados Unidos contra Cuba?
Sin embargo,
he aquí que, por una vez al menos, Cuba ha podido comprar
en Estados Unidos. ¿Significa esto acaso el fin del bloqueo?
No. Esta Asamblea General no debería cometer jamás
el error de entender esta excepción como una regla. ¿Significa
siquiera el comienzo del fin del bloqueo a Cuba? No podría
asegurarlo. El sentido común es a veces esquivo para algunos
políticos.
¿Estaría
Cuba dispuesta a repetir nuevas compras en estas condiciones? Sería
deseable, pero es prácticamente imposible. Por eso, hemos
dicho que resulta inconcebible que un país pueda comprar
en Estados Unidos si no existe comercio normal, si no puede también
vender allí sus productos y servicios. Sólo en estas
circunstancias especiales y excepcionales, hemos podido actuar de
esta forma, sin reciprocidad comercial alguna, superando obstáculos
absurdos y buscando alternativas para sortear las innumerables leyes
y regulaciones específicas que prohiben hoy las relaciones
y el comercio entre Cuba y los Estados Unidos. No puede esperarse
en el futuro relaciones comerciales normales entre los dos países
si no es como resultado del levantamiento total del anacrónico
bloqueo norteamericano contra Cuba.
Ahora bien,
¿desea Cuba el fin del bloqueo? Sí. El bloqueo es
hoy el principal obstáculo al desarrollo económico
de Cuba, y responsable del sufrimiento y las privaciones de millones
de cubanos. ¿Desea Cuba el restablecimiento de relaciones
normales y recíprocamente respetuosas con los Estados Unidos?
Sí. Y está preparada para ello. No alienta odios estériles
ni aspiraciones de venganza. Somos un pueblo noble y con cultura
política, y consideramos a millones de norteamericanos y
a la mayoría de los cubanos que viven en los Estados Unidos,
víctimas también de las injustificables prohibiciones
del bloqueo.
Para que cese
el bloqueo, ¿está Cuba dispuesta a hacer concesiones
que afecten sus principios? No, y mil veces no. Conocemos el precio
de la independencia: hemos luchado 130 años por ella. Hemos
probado ya el dulce sabor de la libertad, y no hay fuerza en el
mundo que nos haga renunciar a ella.
El levantamiento
del bloqueo y el cese de la guerra económica contra Cuba,
requeriría que el gobierno de los Estados Unidos tomara las
siguientes decisiones:
Derogar la ley
Helms-Burton, que entre sus múltiples medidas agresivas contra
Cuba establece fuertes sanciones contra empresarios de terceros
países que realicen negocios con Cuba. Conocemos a algunos
de estos empresarios; a ellos y a sus familiares les han sido retiradas
las visas para viajar a Estados Unidos, pero mantienen con dignidad
su decisión de tener relaciones con Cuba.
Derogar la ley
Torricelli, que entre otras medidas prohibió el acceso a
puertos norteamericanos a los barcos de terceros países que
toquen puertos cubanos, y prohibió también las ventas
a Cuba de las subsidiarias de compañías norteamericanas
en terceros países, a las que nuestro país compraba
en 1992 unos 700 millones de dólares anuales, especialmente
en alimentos y medicamentos.
Eliminar la
absurda prohibición de que los artículos que Estados
Unidos importe de cualquier otro país no contengan materias
primas cubanas. ¿Se justifica realmente exigir a un fabricante
japonés de automóviles que para exportar a Estados
Unidos certifique que los aceros empleados no contienen níquel
cubano? ¿Se justifica exigir a un productor canadiense de
caramelos que éstos no contengan azúcar cubano?
Cesar la enfermiza
persecución que desarrollan hoy a escala planetaria las embajadas
y agencias del gobierno norteamericano contra toda posibilidad de
negocio con Cuba, contra todo intento cubano de acceder a un nuevo
mercado o recibir un crédito.
Permitir el acceso de Cuba al sistema financiero norteamericano
e internacional. Si Cuba hubiera tenido acceso a los 53 mil millones
de dólares que instituciones financieras mundiales y regionales
prestaron a América Latina y el Caribe entre 1997 y el 2000,
habría recibido préstamos ascendentes a unos 1.200
millones de dólares en condiciones incomparablemente más
favorables que aquellas que Cuba puede obtener en estos momentos.
Permitir a Cuba
emplear el dólar estadounidense para sus transacciones externas,
no sólo las que se realizarían con compañías
norteamericanas, sino también con las de terceros países,
lo cual está prohibido hoy por las regulaciones del bloqueo.
Ello obliga a Cuba a constantes cambios de moneda con las consiguientes
pérdidas derivadas de las fluctuaciones de las tasas de cambio.
Autorizar a
Cuba a comprar libremente, como cualquier otro país, en el
mercado norteamericano. Ello podría significar para Cuba
compras anuales superiores a los mil millones de dólares,
si sólo ejecutara en este mercado la cuarta parte de sus
importaciones actuales, con mejores precios y ahorro considerable
de fletes y seguros, y mayores facilidades de transportación.
Autorizar a
Cuba a exportar libremente, como cualquier otro país, al
mercado norteamericano. Ello no sólo beneficiaría
a Cuba con el acceso a un nuevo mercado, sino permitiría
a los norteamericanos acceder a productos cubanos, como nuestros
afamados puros habanos o la vacuna contra la meningitis meningocócica,
única de su tipo en el mundo.
Permitir a los
ciudadanos norteamericanos viajar libremente como turistas a Cuba.
Ello permitiría a Cuba recibir no menos de un millón
y medio de visitantes y a éstos conocer uno de los países
más seguros y hospitalarios del mundo.
Devolver los
activos cubanos congelados en bancos norteamericanos, una parte
de los cuales ha sido arbitrariamente robada.
Autorizar a
las compañías norteamericanas a invertir en Cuba,
donde recibirían un trato no discriminatorio en relación
con otros inversionistas extranjeros, con todas las garantías
previstas en la legislación cubana.
Establecer regulaciones
para la protección de marcas y patentes cubanas en Estados
Unidos, en virtud de la legislación internacional sobre propiedad
intelectual. Cuando ello ocurra, no se repetirán actos tan
deshonestos como, por ejemplo, el robo de la marca de ron cubano
Havana Club por una compañía norteamericana.
Eliminar las
medidas discriminatorias que impiden hoy a los cubanos que viven
en los Estados Unidos viajar libremente a Cuba y ayudar económicamente
a sus familias en la isla. Los cubanos son hoy el único grupo
nacional dentro de Estados Unidos contra el que se aplican estas
medidas.
Negociar con
Cuba un arreglo justo y honorable para la compensación de
las casi 6 mil empresas y ciudadanos de Estados Unidos cuyas propiedades
fueron nacionalizadas en los primeros años de la Revolución
como paso soberano indispensable para el desarrollo económico
y social del país. Fue precisamente el bloqueo lo que impidió
a los norteamericanos recibir la indemnización correspondiente.
Cuba reconoce su derecho, y estaría dispuesta a llegar a
un arreglo que tomara en cuenta también las gravísimas
afectaciones económicas y humanas infligidas a nuestro país
por el bloqueo.
Señor
Presidente:
El cese de la
política de agresiones contra Cuba, que por más de
cuatro décadas diez sucesivas administraciones norteamericanas
han ejecutado con implacable rigor, y el establecimiento de relaciones
normales entre nuestros dos países, demandaría la
adopción por el gobierno de los Estados Unidos de las siguientes
decisiones:
Derogación de la Ley de Ajuste Cubano, responsable de la
muerte de miles de emigrantes ilegales, incluyendo niños.
La última tragedia ocurrió la pasada semana. En una
operación de tráfico de personas, naufragó
una lancha que, procedente de Miami, recogió ilegalmente
en las costas cubanas a un grupo de emigrantes ilegales, con el
trágico saldo de más de 30 muertos, entre ellos numerosos
niños. En un momento como este, en que Estados Unidos incrementa
la protección de sus fronteras, constituiría un contrasentido
inexplicable el hecho de que no contribuyera a ordenar el tráfico
migratorio entre los dos países. Cuba propuso a Estados Unidos
una ampliación sustancial del acuerdo migratorio vigente,
y espera una respuesta.
- Cooperación
con Cuba en la lucha contra el tráfico de drogas. Hoy existe
un intercambio muy limitado en esta área. Cuba propuso
un incremento sustancial de la cooperación, incluyendo
la firma de un acuerdo antidrogas, y espera por la respuesta de
Estados Unidos.
- Cese de
las transmisiones ilegales de televisión y radio hacia
Cuba. ¿Cómo se podrá justificar un día
que el gobierno de los Estados Unidos haya dedicado casi 400 millones
de dólares a este programa subversivo, para complacer a
la minoría extremista que en Miami lucra con este financiamiento,
en vez de dedicarlos, por ejemplo, a comprar computadoras para
escuelas públicas de los barrios pobres de este país?
- Cese de
la arbitraria inclusión de Cuba en la lista de Estados
que patrocinan el terrorismo, que elabora el Departamento de Estado.
Constituye una afrenta para el pueblo cubano, que como se sabe
ha sido víctima precisamente de incontables acciones terroristas
organizadas y financiadas con total impunidad desde el territorio
de los Estados Unidos.
- Cese de los
intentos de subversión dentro de Cuba, con el empleo incluso
de cuantiosas sumas del presupuesto federal; cese de las campañas
difamatorias y de la presión contra nuestro país
en los organismos internacionales. Cese de la impunidad para los
grupos terroristas que han actuado contra Cuba desde Miami.
- Renuncia
a continuar ocupando, en contra de la voluntad soberana del pueblo
cubano, el territorio de la base naval de Guantánamo. Aunque
allí se sostienen hoy relaciones respetuosas y de cooperación
entre los militares estadounidenses y cubanos, símbolo
premonitorio de lo que pudieran llegar a ser alguna vez las relaciones
oficiales entre nuestros países, y al parecer quedaron
atrás los años en que desde allí se asesinó
a jóvenes cubanos, Cuba no renuncia a ejercer algún
día su soberanía sobre ese territorio mediante métodos
políticos y pacíficos. Se cerraría con ello
una página amarga de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos.
Señor
Presidente:
El bloqueo de
los Estados Unidos contra Cuba debe ser levantado. No pueden continuar
desconociéndose las resoluciones que desde 1992 esta Asamblea
ha venido aprobando.
El bloqueo es
ilegal. Viola la Carta de las Naciones Unidas, afecta el comercio
internacional y la libertad de navegación. Sanciona a empresarios
de terceros países en franca actuación extraterritorial.
El bloqueo no tiene justificación ética ni jurídica.
Viola las convenciones de Ginebra. Impide el acceso de los cubanos
a medicinas y alimentos, lo que el derecho internacional prohibe
hacer aun en tiempo de guerra.
El bloqueo no
tiene apoyo mayoritario en los Estados Unidos. En el Senado y la
Cámara de Representantes resulta evidente el consenso a favor
de cambiar esta política. La prensa, las iglesias, el sector
empresarial, la gente común, se cuestionan cada vez más
por qué se trata como enemigo a un país que no constituye
una amenaza para los Estados Unidos y no se siente enemigo de su
pueblo.
El bloqueo viola
los derechos del pueblo norteamericano, para favorecer los intereses
mezquinos de una minoría inescrupulosa que no ha vacilado
incluso en usar la violencia y el terrorismo contra el pueblo cubano.
El bloqueo viola
los derechos de los cubanos que viven en los Estados Unidos. Les
impide sostener relaciones normales con sus familias en Cuba.
El bloqueo ha ocasionado daños económicos a Cuba que
superan los 70 mil millones de dólares, los cuales se suman
a cifras aún más elevadas por el daño humano
y económico infligido a nuestro pueblo durante más
de 40 años de agresiones armadas, sabotajes y terrorismo,
cuya indemnización nuestro país, con toda justicia,
ha reclamado.
El bloqueo es
rechazado por la comunidad internacional. El año pasado,
por novena ocasión consecutiva, esta Asamblea reclamó,
con el voto favorable de 167 de sus miembros, el cese del bloqueo
contra Cuba.
El bloqueo es
la más grave violación de los derechos humanos de
los cubanos.
El bloqueo se
mantiene por razones de política interna en los Estados Unidos.
Se dice que la minoría que reclama el mantenimiento del bloqueo
tiene influencia electoral y se opone con su dinero y sus votos
a cualquier cambio. Se dice que así es la política
en Estados Unidos y que hay que aceptar sus reglas. Y yo pregunto:
¿acaso se puede justificar con estas razones el intento de
rendir a todo un pueblo mediante el hambre y las enfermedades?
Señor
Presidente:
Se equivoca
quien vea en estas palabras un lamento. Se equivoca quien confunda
nuestra ausencia de odio con debilidad. Se equivoca quien crea que
el pueblo de Cuba puede ser rendido. Se equivoca quien piense que
los cubanos estamos dispuestos a renunciar a nuestra independencia
y a nuestra libertad. Se equivoca quien espere que los cubanos renunciemos
a la justicia social que hemos conquistado.
En nombre del
pueblo cubano, en nombre del derecho internacional, en nombre de
la razón, en nombre de la justicia, pido a la Asamblea General
de las Naciones Unidas expresar nuevamente su apoyo al cese efectivo
del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados
Unidos contra Cuba.
Muchas gracias.
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