Al final de esta celebración eucarística,
nuestro pensamiento se dirige a la "Mujer", de la que nos
habla San Pablo en la segunda lectura de la Misa (Gal 4,4),
es decir, la Virgen María, en cuya fiesta de la Asunción se ha
iniciado esta decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud. Con su
presencia solícita y materna, María ha presidido estas jornadas
romanas de intensa experiencia de fe. A ella queremos manifestar
todo nuestro agradecimiento por aquel "sí" que dio al
inicio de la "aventura" de la Redención.Mientras pido a la Santísima
Virgen que vele sobre los jóvenes y las jóvenes del mundo, doy las
gracias cordialmente a todos vosotros que habéis tomado parte en la
decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud. Saludo y doy las gracias ante todo
a quienes han organizado este evento: el Pontificio Consejo para los
Laicos, presidido por el Cardenal James Francis Stafford; el
Vicariato de Roma y la Conferencia Episcopal Italiana, presidida por
el Cardenal Camillo Ruini; el Presidente y los miembros del Comité
Italiano para la decimoquinta Jornada Mundial de la Juventud, así
como también las comunidades parroquiales de Roma y de las diócesis
limítrofes, sus asociaciones, movimientos y grupos que, desde hace
tres años, han rezado y trabajado con entusiasmo para preparar este
evento. Pido a todos que no se deje desperdiciar el rico patrimonio
de bien que el trabajo común ha producido. Mi agradecimiento se dirige también
a las Autoridades públicas, que con gran esfuerzo se han ocupado de
que la compleja organización de la Jornada Mundial de la Juventud
se desarrollase lo mejor posible. Saludo, finalmente, a tantos
Cardenales y Obispos presentes, a los sacerdotes, a las religiosas y
religiosos, a los educadores y a vosotros, jóvenes del mundo,
"mi gozo y mi corona" (Flp 4,1). Antes de concluir esta grande y
bella asamblea, deseo anunciar que el próximo Encuentro Mundial de
los Jóvenes tendrá lugar en Toronto, Canadá, en el verano de
2002. Al invitar ya desde ahora a los jóvenes del mundo a
encaminarse hacia aquella meta, dirijo un saludo especial a la
Delegación canadiense, que ha estado presente en esta celebración
para recoger el "testigo" de su futuro compromiso. Sobre
ellos y el encargo que hoy asumen invoco la protección de la Santísima
Virgen. |