Los
ecos de la antigua Buenos Aires tanguera
se prolongan en las escenas cotidianas
que acompañan la entrada en
escena de hombres y mujeres del siglo
XXI al espacio íntimo de la
milonga.
Las fotografías de Tango. Nunca
antes de la medianoche de Adriana Groisman
permiten adivinar el ritual: desde
la mirada que evalúa, ante el
espejo, la silueta de mujer arrabalera,
hasta el instante en que se sumerge
en los brazos del compadrito para perder,
juntos, las nociones del tiempo y del
espacio en los pasos de una de las
danzas más sensuales del planeta.
Los detalles de la secreta Buenos Aires
que albergan el fascinante mundo de
la milonga se despliegan en imágenes
que seducen y provocan.
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