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17/EL MUNDO El Ciudadano & la región
Jueves 12 de agosto de 1999
NOCHE Y DÍA

Agoreros y adivinos: a buscarse otro trabajo
El eclipse oscureció súbitamente el cielo, haciendo visibles por diez minutos estrellas y planetas, mientras sopló una brisa fresca y la temperatura bajó unos cuatro grados

RUBÉN ALEJANDRO FRAGA Y JOSÉ DALONSO
RAF
Los druidas danzaron, los musulmanes rezaron, los hindúes se dieron un baño y los europeos pararon de trabajar y salieron a las calles, mientras un extraño crepúsculo seguido por la oscuridad cubría ayer sus regiones durante el paso de la sombra del último eclipse total de Sol del siglo veinte. La oportunidad no fue desaprovechada por los agencias de turismo, que programaron costosas fiestas, travesías en trenes y hasta en el súper veloz avión Concorde –a un costo de 2.418 dólares por boleto– para fanáticos de la astronomía. Tampoco quedaron al margen encuentros de religiosos, adivinos, astrólogos, videntes y embaucadores. El fenómeno causó tal repercusión en Europa que hasta el propio papa Juan Pablo II finalizó sus audiencias casi una hora antes de lo previsto para que sus colaboradores, los devotos y él mismo pudieran disfrutar del eclipse. El Papa, ávido observador astral, siguió el fenómeno a través de un pedazo de cristal

ennegrecido, a bordo de un helicóptero en vuelo hacia Castelgandolfo. Sin embargo, millones de per sonas que en Francia, el sur de Inglaterra y Alemania bloquearon carreteras y colmaron lugares de camping, en la esperanza de presenciar el fenómeno desde un lugar privilegiado, fueron frustradas por las nubes que cubrían el cielo de gran parte de Europa central. En tanto, las aguas del mar Negro se enfriaron de repente y decenas de peces pudieron ser capturados a mano durante el eclipse en Rumania, donde además de fiestas, carnavales y folclóricas peleas de perros, el tenor italiano Luciano Pavarotti dio un concierto al aire libre en Bucarest. En la localidad iraní de Isfahán, donde la Nasa dijo que podría presenciarse mejor el fenómeno, los musulmanes recitaron la namaz e ayat, una plegaria especial que se eleva en ocasión de fenómenos naturales para celebrar la gloria y el poder de Dios. Miles de iraníes y turistas abarrotaron la majestuosa plaza central de Isfahán, estallando en silbidos, aplausos y vítores de Allahu Akbar (Dios es Grandioso), con la presencia de un espectador de lujo: Neil Armstrong, comandante de la

Apolo 11 y el primer hombre en pisar la Luna hace 30 años. En los territorios autónomos palestinos, las autoridades decretaron día de asueto. En Israel, un excelente sitio para observar el fenómeno fue el parque natural de Gamla, en las colinas del Golán donde, al oscurecerse el Sol, se vio a las águilas regresar anticipadamente a sus nidos. La eclipsomanía alcanzó también al Líbano, donde los dueños de bares invitaban a beber “el trago del eclipse”. El consejo chiíta libanés prohibió a sus fieles mirar el Sol, porque, se argumentó, el Corán prohíbe toda acción que pueda dañar el cuerpo humano. Los monjes de los monasterios cristianos encendieron cirios y oraron. El tributo definitivo a la naturaleza llegó por parte de unos 700.000 hindúes devotos, que se dieron un “chapuzón de la suerte” en un enorme estanque de la norteña ciudad india de Kuruks-hetra, un sitio santo porque fue ahí donde apareció el libro sagrado de los hindúes, el Bhagwad Gita. Por lo visto, no se cumplieron las caprichosas interpretaciones apocalípticas de las profecías del francés Nostradamus (1503-66) ni las del exitoso modisto Paco Rabanne.

AP
ASTRÓLOGOS, SUICIDAS Y COMISARIOS
Desde Taiwán hasta el Brasil se dijeron absurdos y se cometieron desatinos “El perro celeste ha devorado al Sol”, mal augurio tanto para el Estado como para el individuo, advirtieron ayer los astrólogos de Taiwán, aconsejando cautela ante los desastres que supuestamente provocaría el eclipse total de Sol. “Tal como el eclipse parcial de Sol de julio pasado provocó desastres en Asia, el de hoy traerá peores desastres hasta el 19 de agosto”, sentenció el astrólogo taiwanés Wang Chung Ho. En tanto, lejos de las privilegiadas regiones de observación en el hemisferio norte, los brasileños siguieron el acontecimiento con dispar expectativa. Tres hombres se suicidaron en el estado Piauí, en vísperas de lo que consideraban iba a ser el fin del mundo. Los suicidas, de 17, 25 y 55 años, manifestaron a sus familiares que no querían ver “el día del juicio”. La ola de temor por el eclipse llevó al gobierno de Piauí a autorizar las ausencias laborales y escolares, en vista de que miles de personas decidieron esperar en sus hogares la llegada del supuesto fin del mundo. Por su parte, el comisario de la localidad de Picuí, en el estado de Paraíba, liberó el martes a los únicos tres presos que tenía, ante la posibilidad del fin del mundo. Jorge Germiniano, convencido de que las profecías se cumplirían, decidió que no era justo que los tres únicos detenidos de su comisaría finalizaran sus días en prisión. “Mañana el mundo se va a acabar, pero ustedes estarán libres”, aseguró Germiniano a los reos, que no dejaron pasar la oportunidad y huyeron ante la cordial invitación. Adalberto Targino, secretario de Justicia de Paraíba, informó sobre el insólito hecho y aseguró que el comisario había bebido mucha caipirinha antes de liberar a los presos.