SECRETARIA DE AYUDA
A PERSONAS AFECTADAS POR SECTAS DESTRUCTIVAS




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E X O R C I S M O


Artículo escrito por
Eduardo Lause, ex-pastor de "Los Niños de Dios".

Algunos se asombran de que alguien pueda llegar al extremo de matar por creer en fábulas montadas por charlatanes, como el caso de las chicas que asesinaron a su padre al realizar los ritos de purificación que le vendieron en un negocio de velas y sahumerios. Sin embargo hay muchos candidatos a la locura. Pregunto a los lectores: ¿se preocuparon por el fin del mundo anunciado para 1999 por Nostradamus, el charlatán máximo?. Si usted contesta que sí, considérese ya puesto en la lista.
Han influido muy negativamente películas como "El exorcista", que han hecho retroceder a muchos a las puertas de la Edad Media. No es casual que en los días previos al crimen en Saavedra la hayan vuelto a pasar por los canales de cable.
Cuando yo estaba en la secta de Los Niños de Dios en mi carácter de pastor regional realicé varios exorcismos y en su momento también los tuve que sufrir.
Cuando recuerdo esos tiempos no sé si reírme o llorar, porque nunca entenderé cómo pude llegar a estar involucrado en tanta locura. Trato de justificarme en el hecho de que me habían captado siendo muy joven e inmaduro y porque estaba, como todos en la secta, totalmente sometido, no podía leer diarios ni mirar televisión. Se nos decía que el "mundo" estaba corrupto y nosotros éramos los únicos santos. Nuestro trato con la gente era solamente para pedirles que dejaran "entrar a Cristo en su corazón" o para sacarles dinero.
En la secta nos habían enseñado que los demonios y los ángeles estaban en todo. Si un grabador no funcionaba, si no encontrábamos las llaves o se cortaba la luz, era por culpa de los demonios. Si, por el contrario, nos daban dinero de más en el vuelto, encontrábamos una moneda en la calle o un peine en la basura se decía que era un regalo de Dios.
Uno de los exorcismos que hice fue sobre una joven que sufría de epilepsia. En la antigüedad se creía que se trataba de una posesión satánica, porque el enfermo tiene convulsiones, se babea y grita. En esa ocasión creí haber triunfado sobre el demonio porque al rato la joven comenzó a volver en sí.
En otra ocasión exorcicé a la Sra. Mónica Rael, de Mar del Plata. Ella se oponía a compartir su marido con otras mujeres, tal como era obligatorio en la secta. Yo dictaminé (¡qué vergüenza!) que estaba posesionada por el demonio de los celos. Para hacerle el exorcismo, como siempre, hice que todos mis discípulos se encerraran, amontonados en una habitación, más de veinte personas con sus hijos. Llorábamos, gritábamos ("hablar en lenguas"), imprecábamos al demonio y rezábamos a Dios.
En otra ocasión le hice un exorcismo "al paso" a un mendigo loco que en Tucumán nos había insultado. Cuando nos pusimos a gesticular y a hablarle "en lenguas" el pobre hombre se dió cuenta que estábamos más locos que él y huyó asustado. Esto nos llenó de satisfacción, porque creímos que habíamos conseguido poner en fuga al demonio.
Pero finalmente fui yo quien tuvo que pagarla fiero. En ocasión de unos allanamientos que se hicieron en Rosario en locales de Los Niños de Dios alquilé una pieza para esconderme con toda la literatura. En solamente un mes me di cuenta que el "mundo" no era tan horroroso como me lo habían pintado y que afuera había mucha gente buena y solidaria. Cuando lo comenté dentro de la secta consideraron que había sido poseído por el demonio de la "mundanidad" y prepararon un exorcismo. Me hicieron arrodillar, me impusieron las manos y empezaron a hablar "en lenguas". Llegué a sugestionarme tanto ante ese despliegue, aunque ya conocía los trucos, que rompí a llorar desconsoladamente. Pero cuando me recuperé me di cuenta que había llegado a tocar fondo. Desde ese momento comencé a estar libre, no de los demonios, que nunca me poseyeron, sino del poder que la secta había tenido hasta ese momento sobre mí.
Quiero destacar el hecho de que el delirio místico que se crea en esas situaciones extrañamente exacerba los impulsos sexuales. No me asombró enterarme de que el hombre asesinado tenía restos de semen. Entre Los Niños de Dios esos actos terminaban muchas veces en orgías colectivas, a las que daban el nombre de "cama-unión" o comunión.
Los que participan en este tipo de hechos necesitan un tratamiento psiquiátrico. Aunque no guste lo que diga debo señalar que los exorcistas sufren de un delirio peor, por lo estructurado, que los que están presuntamente posesionados por el demonio, que pueden estar pasando por una crisis de histeria. Los últimos hechos lo confirman: Las "exorcistas" están en un psiquiátrico y el "poseso" fue su víctima.
Ante tantos hechos de horror la única salvaguarda está en informarse. Estudiosos de estos fenómenos y gente como yo, víctimas de esas sectas, nos hemos asociado para ayudar y ayudarnos. Desde ya lo ofrezco en el teléfono 0341 - 4488431 o en la página de Internet http://www.oocities.org/RainForest/Andes/3129/

Oscar Eduardo Lause
ex pastor de Los Niños de Dios
a cargo de la Secretaría de Ayuda a las Personas Afectadas por las Sectas Destructivas



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