Templo de las
manos cruzadas
I
frío, glacial, exacto
se comprimen en aros de papel mis nervios
cantata de oboes
apuntando al nefasto
orden del estío
sinfonía de fuego
anulando la esencia sacra de las cosas
II
y
deliro
y violentos dragones
serpientes-cactus
me
lanzan sus llamas
por el sendero del halcón
que posa su rapiña
incólume en mis ojos
góticas columnas
punzan la fobia intratable
del suicidio
e ingreso al templo
me dirijo al retrato oscuro del
niño
ya estoy harto
mi nombre es Belcebú —¡oh Jesús!
y derramo
mi semen
sobre su hermosura
III
el temor ha cesado
la luna conduce ahora mi mente
y me he
tornado en la iguana
que cava su tumba en el delirio