EL ESTUDIO DE LA SAGRADA ESCRITURA

Cuando se comienza a estudiar la Sagrada Escritura, se llega a descubrir que todas sus palabras proféticas son exactas en su cumplimiento y que van encaminadas a presentar la Buena Noticia que Dios trae para la humanidad por medio de Jesucristo. Desde hace varios años atrás me he dedicado a profundizar en su contenido, y en verdad es sorprendente la exactitud de sus profecías especificas y detalladas.

Por ejemplo, en el Antiguo Testamento hay muchas profecías que se hicieron en torno a Jesucristo y a la obra de salvación que vendría a hacer a favor de la humanidad; nada menos esta mañana me puse a meditar sobre el capitulo 53 del libro del profeta Isaías; un libro que fue escrito aproximadamente unos 700 años antes de Cristo, y es asombroso como describe la esencia del Evangelio predicado posteriormente en el Nuevo Testamento; aparece de una manera clara el anuncio de la obra que Jesucristo vino a hacer a favor nuestro: Morir en la Cruz por nuestros pecados.

Esto me recordó una vez más que Jesucristo es el centro de la revelación bíblica. El apóstol Pablo fue un hombre que conocía a profundidad el contenido del Antiguo Testamento y pudo descubrir que de quien se hablaba en dichos escritos era nada menos que del mismo Jesucristo. Fue un hombre que con convicción y valentía predicó la verdad del Evangelio en el mundo que le toco vivir. Que gozo habrá sentido en su corazón cuando descubrió que en todo el Antiguo Testamento estaba presente Cristo; como se le abrieron los ojos al descubrir tal verdad.

Entre tantos escritos reveladores me imagino con que gozo habrá reaccionado cuando se encontró con:

ISAIAS 53

Versículo 3. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de el, el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Versículo 4. Ciertamente llevo el nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de dios y abatido.

Versículo 5. Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre el, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Versículo 6. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se aparto por su camino; mas Jehová cargo en el, el pecado de todos nosotros.

Versículo 7. Angustiado el, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 

Versículo 9. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Versículo 10. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, vera linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Ver también el Salmo 16: 10 cuando dice lo siguiente: Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.

No hay duda que todo esto hace referencia a Cristo, así como también muchísimos otros escritos del Antiguo Testamento que seria imposible ponerlos acá, incluso el mismo Jesús hace referencia en una de sus tantas afirmaciones sobre su resurrección a sus discípulos:

Mateo 17: 22-23 Estando ellos en galilea, Jesús les dijo: el hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, y le mataran; mas al tercer día resucitará.

Con justa razón pudo entonces el Apóstol Pablo escribir de la siguiente manera a los cristianos de Corinto:

1 Corintios 15:2

Si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, sino creísteis en vano.

¿A qué Palabra se estaba refiriendo Pablo? Al anuncio del Evangelio que estaba sustentado por la obra que Cristo hizo, que murió por los pecados, CONFORME A LAS ESCRITURAS, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, CONFORME A LAS ESCRITURAS.

El requisito para ser salvo es fundamentalmente creer en la obra que Cristo hizo en la Cruz; obviamente que el creer lleva al actuar, ya que la fe sin las obras está muerta como bien lo afirma Santiago. Cuando se cree y se acepta el Evangelio, el Espíritu Santo nos da la capacidad y el deseo de VIVIR CONFORME A LOS REQUERIMIENTOS DIVINOS. 

Muchos argumentan por ahí que para ser salvos es necesario creer y aceptar ciertos dogmas o llevar a cabo ciertas practicas que conforme han pasado los siglos se han venido agregando, como es el hecho de orarle a personas buenas que fallecieron o de edificarle altares para su veneración; o que es necesario pertenecer a una denominación religiosa especifica para ser salvos.

Hay un único Evangelio, el predicado y enseñado por los apóstoles; el Evangelio que viene anunciado y sustentado desde el Antiguo Testamento, porque el fin de la Ley, el fin de toda revelacion: ES CRISTO. Es creyendo y aceptando a Jesucristo como Señor y Salvador como se obtiene la salvación, y no por otros métodos.

Como dice Pablo a los Romanos; lo que esta en mayúscula es el texto bíblico:

ESTA ES LA PALABRA DE FE QUE PREDICAMOS: QUE SI CONFESARES CON TU BOCA QUE JESUS ES EL SEÑOR...es decir si lo confiesas como Dios, como dueño de tu vida a quien has de entregársela para el la transforme con el poder de su Espíritu...

Y CREYERES EN TU CORAZON QUE DIOS LE LEVANTO DE LOS MUERTOSes decir si crees, si tienes la convicción que el murió para tu justificación, pero que no se quedó en la tumba sino que resucito, entonces...

SERAS SALVO... Así es, esta es la condición única para salvarse. Romanos 10: 8-9.

No tienes porque seguir otro Evangelio. El único y verdadero Evangelio es el que está sustentado por toda la Escritura y no por inventos anti bíblicos. Muchos yacen en la ignorancia porque no hay quien les aclare las cosas y se las confronte con la Sagrada Escritura; no temas porque la Escritura dice: “Todo aquel que en el creyere, no será avergonzado”. Romanos 10: 8-11.

¿Estás dispuesto o dispuesta a aceptar a Cristo como tu Señor y Salvador?