SI QUIERES UN MATRIMONIO FELIZ
1. Declárale verbalmente a tu cónyuge que lo amas. Muchas esposas se quejan de que sus maridos nunca se lo dicen verbalmente. A los esposos también les gusta escucharlo. Bésense cuando se despidan y cuando se vuelvan a encontrar. Demuéstrense su cariño en público; siéntense juntos, tómense de las manos, trátense con amabilidad.
2. Haz feliz a tu cónyuge. Su felicidad es más importante que tu trabajo; en un sentido es más importante que tus hijos. Ellos eventualmente van a tener sus propios hogares, lo que hace de esto una relación temporal. La de ustedes dos es permanente. 3. Evita las tentaciones. Ni aún alimentes en tu pensamiento la idea de otra persona que no sea tu pareja. Huye cuando tengas que hacerlo. Ora sin cesar. 4. No planees actividades sin incluir a tu cónyuge. Si tienes un pasatiempo que a él o ella no le gusta, trata de interesarlo poco a poco, o cambia para uno que ambos puedan disfrutar. Te sorprenderás de cuán tolerante, flexible y complaciente puede ser el cónyuge si le muestras legítimo deseo de compartir juntos. 5. Planea cosas inesperadas. Llévale un obsequio de vez en cuando. Siempre recuerda aniversarios, cumpleaños y otras fechas importantes. Sal de la rutina y sean creativos. 6. Cuando estés fuera de tu hogar, trata de comunicarte lo más frecuente que puedas. Es importante que tu cónyuge sepa que lo recuerdas y te preocupas. Eso, inconscientemente, ayuda a resistir las tentaciones. 7. No critiques a tu cónyuge, SON UNO. Cualquier consejo debe ser compartido por ambos. Recuerda que la oración efectiva es la que dice: “Señor, cámbiame a mí”. 8. Cuidado con las finanzas. No es “mi dinero” ni “tu dinero”, sino el dinero de ambos. En el matrimonio que honra a Dios y bendice a los dos ya no hay “tuyo” ni “mío” sino “nuestro”. 9. No compitas con tu cónyuge; ustedes se complementan. Ayúdense el uno al otro. El éxito de tu pareja es el tuyo propio, disfrútalo. 10. Vayan regularmente a la misma Iglesia. Lean la Biblia y oren juntos. Cultiven la presencia de Dios en sus vidas. Cuando un matrimonio pone a Dios primero en su relación y obedece los principios establecidos en Su Palabra, tiene todos los elementos para hacer de su matrimonio uno feliz.
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