Volver a la Página de Elena Iparraguirre

 

La madre de Elena Iparraguirre narra las visitas a la Base Naval para ver a su hija.

Desde su departamento en San Borja, Blanca Revoredo niega las imputaciones. "¿Le parece lógico que la esté exponiendo, sacando o llevando cosas que la perjudiquen?"

DOÑA Blanca Revoredo de Iparraguirre nos recibe en su departamento del distrito limeño de San Borja. Es menuda, de tez clara y maneras correctas. Una señora de clase media, que vive en un apartamento ordenado y decorado con sobriedad. A simple vista, se trata de una gentil dama de 82 años. Pero no puede darse el lujo de recapitular su vida con tranquilidad. "La Dircote nos ha revisado hasta la basura", se lamenta. Blanca Revoredo es la madre de Elena Iparraguirre, la pareja de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso. Un estigma que es imposible de sacudirse.

La semana pasada, el jefe de inteligencia de la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote), coronel PNP Benedicto Jiménez, denunció que el líder senderista condenado a cadena perpetua en la Base Naval del Callao coordina con el resto de terroristas encarcelados por intermedio de un "correo de brujas" que, forzosamente, se inicia con los pocos que lo visitan. Estos son Delia La Torre, madre de la primera esposa de Guzmán, Augusto Fajardo, su abogado y Doña Blanca, su actual suegra. "¿Le parece lógico que la esté exponiendo?", replica indignada la señora Revoredo. "¿Sacando o llevando cosas que la perjudiquen? Yo no soy tan ignorante para hacer esas cosas".

Doña Blanca sólo puede encontrarse con su hija cada dos semanas, durante tres horas. El régimen de visitas no es fácil ni agradable. Debe someterse a tres controles en los que es cateada y le revisan todas sus pertenencias. "Yo trato de llevarle todo lo que pueda", dice. "Pensando en el estado en el que está, yo quisiera llevarla a mi casa. Me dicen, señora, ¿tantas cosas trae? Como una vez me puse mal, me dijeron que siga trayendo".

Elena Iparraguirre, 54, es la tercera de sus cuatro hijas y purga cadena perpetua en la Base Naval.

Siete personas distintas abren el mismo número de candados que la separan de Elena. "La veo siempre con una sonrisa, aunque a veces fingida, pero siempre trata de hacerme sentir bien", relata la señora Revoredo. "A veces es difícil para ella, está fastidiadita. Nos reímos, conversamos, hacemos chistes".

Con uno de los óleos de Elena, pintados en prisión. Entre el 21 y 23 de junio, expondrá en el INC.

SIN CASA PERO CON CARRO

Elena Iparraguirre vio la luz en Ica, el 14 de setiembre de 1947. Su nacimiento correspondió a la estancia familiar allá. El padre, Alberto Iparraguirre era, como lo recuerda la señora Blanca, un "moreno, con ojos verdes que medía 1.92". Se desempeñaba como agente viajero y trabajó para una empresa de dueños ingleses. De ese modo, la creciente familia Iparraguirre fue de trote en trote a lo largo de la costa peruana. "Yo le decía, nos vamos a morir y no tenemos casa. Y él contestaba, pero no nos falta carro".

La primaria la cursó Elena en Huacho y la secundaria en la Gran Unidad Teresa Gonzales de Fanning en Lima. Destacó en las asignaturas de letras. En 1963, la Iparraguirre ingresó a la Escuela Nacional de Educación, creada por Vancia Bonifatti y perteneció a la primera promoción de educación inicial. Luego estudiaría inglés en el Instituto Peruano Norteamericano y fue maestra en un colegio de Carmen de la Legua, en el Callao. Una de las hermanas de Elena murió atropellada a los 22 años. "Yo lo presentí tres meses antes" dice ahora su madre. "Blanquita era del Opus Dei y en Trujillo la quieren como a una santa". Todo eso fue hace muchos años ya. "A Elena no la van a visitar ni sus hermanas, para evitar problemas... Tengo siete hermanos y ninguno viene a verme -se le quiebra la voz como ocurriría tantas veces durante la conversación-. Algunos ni siquiera quieren saber de mí".

 

Iparraguirre y Guzmán, al momento de ser fichados en 1992 ("No lo toquen", dijo ella esa noche). Al lado, la Iparraguirre ante la prensa. Su militancia en SL data de principios de 1982, cuando abandonó a su marido y dos hijos.

"SE COMPLICA CUANDO SE ENAMORA"

¿En qué momento la vida de su hija dio un vuelco tan dramático? "La situación se complica cuando se enamora, formaliza una relación y luego vuelve a enamorarse y confunde sus prioridades", opina la señora Blanca.

Elena contrajo matrimonio en 1970 con Javier Verástegui, un ingeniero químico sanmarquino. Viajaron becados a Francia y ella obtuvo una especialización en educación para niños con retardo. La señora Blanca asistió en Francia al nacimiento de su nieta, llamada Blanca Elena, en 1972. En 1974 la familia de Elena regresó a Lima y nació Nicolás, ahora un joven de 26 años. "Ambos son profesionales", comenta la abuela con inocultable orgullo.

Unos años después, se hizo la oscuridad. "Nos afectó bastante. Creíamos que se había ido enamorada de alguien. Elena desapareció en 1982. Se perdió, no la vimos más", sostiene la señora Blanca.

En 1986, Verástegui la denunció en la Comisaría de Orrantia por abandono de hogar. Cuatro años más tarde, se presentó el célebre vídeo en el que Guzmán adapta el baile de Zorba el Griego. Ahora Elena era la fiel, devota camarada "Miriam".

Con su difusión, se remecería a la señora Revoredo y su familia. Doña Blanca fue arrestada y pasó 17 días en la Dircote. Según el atestado policial, la madre de la Iparraguirre había pagado la garantía de un inmueble alquilado en Bellavista 256, Chacarilla del Estanque, lugar allanado en 1991 y en donde se encontraron documentos que facilitaron la captura de Guzmán. "En esa época yo tenía una librería y una cliente me pidió que la garantice. Una tal Nelly", recuerda la señora.

 

Inseparables. La pareja en tres escenas de 1993: en vídeo presentado por Fujimori, solicitando conversaciones de paz y con la cúpula traída de Yanamayo. Cuando sí se hacían cumbres.

 

EL YERNO

Hoy, Elena apenas logra que le permitan hacer sus caminatas en un horario distinto al de los demás, los cinco hombres condenados por terrorismo en la Base. "Una vez me presentó a sus compañeros. Cuando le arreglaban la celda a Montesinos me presentó al señor Peter (Cárdenas), a Rincón y a un grandazo, Polay. ( los tres del MRTA) Muy correctos. Yo me quedé sorprendida y bien callada. Era raro que hubieran más personas en el patio". Las celdas son abiertas a las ocho de la mañana y se cierran a las seis de la tarde.

Elena Iparraguirre es la pareja sentimental de Abimael Guzmán. Ello le confiere un estátus singular dentro de la jerarquía senderista, donde el culto a la personalidad del líder está en los terrenos mesiánicos. "A mí Elena me ha prohibido hablar de sus cosas personales porque siempre se generan problemas", dice doña Blanca. "Hace dos años salió el divorcio con el señor Verástegui y desea casarse con su compañero. Ambos lo quieren hacer. No me han dicho si conviven". Termina con el respetuoso tono de quien no mete las narices donde no la llaman.

Continúa describiendo su propia relación con Guzmán. "He conversado con él", reconoce. "Muy pocas veces, es muy serio, muy correcto. A veces sale un ratito y conversa, pero generalmente me deja con mi hija. El no tiene nadie que le visite, sólo se comunica con su ex suegra, la mamá de Augusta La Torre, quien lo adora, lo respeta mucho. Es muy caballero, muy distinto a lo que se dice. Tiene soriasis y le dan crisis. De hecho, al trigésimo día de la última huelga le dio una y Elena tuvo que gritar para que lo auxiliaran. Tienen que vestirlo y arreglarlo y todo eso lo tiene que hacer Leny". Con ese nombre se refiere a su hija.

Doña Blanca no profundiza cuando se le interroga sobre su posición frente a la carnicería que desató Sendero Luminoso, el movimiento al que pertenece su hija. Como mucho, se pudo percibir la resignación de una madre. "Ella y su compañero hablan siempre del Acuerdo de Paz. Yo prefiero tener la esperanza que algún día pueda salir, porque yo sé que sus pensamientos nunca han sido malos. Ella me explica que quería hacer algo por su país. Los medios, de repente...". No concluyó la sentencia. "Yo soy incapaz de hacer cosas contra mi hija. Yo la he parido. Si me quieren meter presa, que me metan, yo voy a estar más feliz al lado de ella. Por Dios".

 

Artículo aparecido en la Revista Peruana Caretas. 7 de Junio del 2002.