Kiko Argüello
habla sobre el Camino Neocatecumenal 
Los medios
de comunicación de masas no hablan nunca de él y en la
comunidad eclesial existen bastantes equívocos. Y, sin embargo, el
Camino Neocatecumenal es una realidad destinada a influir
profundamente en la Iglesia del tercer
milenio. Cerca de un millón de seguidores difundidos en más
de cien naciones, miles de sacerdotes y docenas de seminarios
en todo el mundo, centenares de parroquias que han decidido hacer
suyo el Camino. Es un "índice de crecimiento" que
no tiene visos de disminuir. El Catecumenado es una fórmula
antigua, pero que propuesta hoy ha asumido un sabor de novedad
extrema, tanto es así que ha suscitado perplejidades que a veces ha
desembocado en verdaderas persecuciones contra el Camino
y sus iniciadores, el pintor español Francisco Argüello, mas
conocido como Kiko, y Carmen Hernández. Hostilidades que contrastan
con el decidido y público aliento que a las comunidades
neocatecumenales han dado y sigue dando el Papa Juan
Pablo II, al igual que su predecesor Paulo VI. Actualmente,
Kiko Argüello y los demás responsables del Camino están
ocupados en la redacción de un estatuto en vistas de la
definitiva configuración e institución eclesial. ¿Qué es el
Camino Neocatecumenal? KIKO ARGÜELLO: Es
un camino de conversión a través del cual se pueden volver a
descubrir las riquezas del bautismo. El proceso actual de
secularización ha llevado a mucha gente a abandonar la fe y la
Iglesia. Quizá por esto el Señor nos ha llevado a
comenzar en las parroquias un itinerario de formación
mediante el cual poder ayudar a llevar la renovación del Concilio y
abrir una vía de regreso para los que están lejos. El Camino
Neocatecumenal no pretende formar un movimiento aislado, sino
ayudar a las diócesis y las parroquias a abrir un camino de
iniciación que sirva para evangelizar al hombre contemporáneo. Hay
que señalar que el Papa Juan Pablo II dice en su Carta:
"Reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de
formación católica, válido para la sociedad y para los
tiempos actuales" y desea "que los hermanos en el
episcopado valoricen y ayuden, con sus presbíteros, esta obra, la
nueva evangelización". Es, por tanto un instrumento al
servicio de los obispos y los párrocos para atraer de nuevo a la fe
a mucha gente que la ha abandonado. ¿Qué relación
existe entre el Camino Neocatecumenal y el catecumenado de la
Iglesia antigua? ARGÜELLO: En la
Iglesia antigua, en medio del paganismo, un hombre quería hacerse
cristiano, debía hacer un itinerario de formación al cristianismo
que se llamaba "catecumenado" de la palabra "catequeo"
que significa "hago resonar" y "escucho". Pero podemos
preguntarnos: "¿Escuchar qué?". No solamente a Dios,
que habla en las Escrituras: catecúmeno es aquel
que ha aprendido a escuchar a Dios, que habla en nuestra historia.
Entre las religiones orientales, que pretenden superar las
pasiones refugiándose en la transcendencia con las técnicas de la
oración (como la filosofía zen, el taoísmo, o el mismo budismo),
y la separación entre sagrado y profano de la religiosidad natural
en el Occidente, que comporta un divorcio entre religión y vida, la
gran revolución del cristianismo es la encarnación, es decir, Dios
que se hizo hombre en la historia de los hombres. Dicen los Padres
que lo adecuado para un cristiano no es la humildad, la obediencia o
la misma santidad sino el discernimiento,
sin el cual no existe ni humildad ni obediencia ni santidad.
¿Discernir qué? El obrar divino en nuestra historia. Discernir los
engaños del demonio, y el porqué nos suceden ciertos hechos, qué
sentido tienen... Esto es lo que
significa el restablecimiento del neocatecumenado post-bautismal.
Dice Cristo a la samaritana: "Créeme, mujer, se acerca la hora
en que no daréis culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén
... Pues se acerca la hora, o mejor dicho, ha llegado ya, en que los
que dan culto auténtico darán culto al Padre en espíritu y
verdad, pues de hecho el Padre busca hombres que lo adoren así."
En una iniciación cristiana, el neocatecúmeno descubre que
nosotros somos el verdadero templo y, por tanto, que nuestra vida es
una liturgia de santidad, cuyo ritual es el Libro de los Salmos. Pero sobre todo el
catecumenado de la Iglesia antigua estaba formado por una síntesis
entre Palabra, Cambio de vida y Liturgia. La Iglesia antigua
tenía ante todo un kerygma, es decir, un anuncio de la
salvación. Hacían este anuncio del Evangelio apóstoles
itinerantes como Pablo y Silas y provocaba en quienes lo escuchaban
un cambio moral. Cambiaban de vida, ayudados por el Espíritu Santo
que acompaña a los apóstoles. Este cambio de vida era sellado y
ayudado mediante los sacramentos. Concretamente, el bautismo se daba
por etapas. El Camino Neocatecumenal quiere recuperar esta
"gestación", esta síntesis entre Kerygma,
Cambio de vida y Liturgia. ¿Por qué se
llama "Neocatecumenado?" ARGÜELLO: Porque
se propone fundamentalmente a gente ya bautizadas, pero que no
posee suficiente formación cristiana. También la Catechesi
tradendae afirma que la situación de muchísimos cristianos en
las parroquias es de "casi catecúmenos". Cuando en 1974 nos
convocó la Congregación para el Culto Divino con el fin de revisar
los ritos del primer examen bautismal, estaban presentes los
expertos que preparaban el Ordo Initiationis Christianae
Adultorum, presididos por monseñor Bugnini,
secretario de la Congregación. Aunque algunos querían que nos llamáramos
"comunidades catequísticas", al final concordamos con
ellos el nombre "neocatecumenado". ¿Cuál es el
estado de salud del Camino Neocatecumenal? ARGÜELLO: El
camino Neocatecumenal está difundido en 105 naciones de los cinco
continentes, con casi 15,000 comunidades; está presente en 800 diócesis
y 5,000 parroquias. Ha ayudado a abrir 35 seminarios
diocesanos misioneros en todo el mundo. Hay familias con hijos que
dejan todo - amigos, casa, trabajo - para ir en misión hacia las
zonas más difíciles del mundo: actualmente son más de 400. Algo
que nos llena de alegría es la cantidad de jóvenes que quieren
descubrir y madurar su fe mediante el Camino Neocatecumenal. Damos
gracias al Señor por todo esto, aunque no faltan las persecuciones
y las dificultades necesarias.
Ha
mencionado las familias del Camino que lo dejan todo y van en misión.
¿Por qué lo hacen? ARGÜELLO: Por
gratitud. Porque han sido salvados, y quieren que los demás
participen de la misma salvación. Hay muchas periferias, por
ejemplo en América del Sur, que han sido invadidas por las sectas.
Los obispos nos han pedido ayuda, puesto que hay inmensos
asentamientos humanos sin la presencia de la Iglesia. Entonces se
envían familias, con la bendición del Santo Padre, que, con su
testimonio y la Palabra, comienzan a evangelizar en las zonas más
pobres formando pequeñas comunidades cristianas. Luego los obispos,
gracias también a los Seminarios Redemptoris Mater, envían
sacerdotes, y de tal Camino nacen nuevas parroquias, ofreciendo a
tanta gente que se había pasado a las sectas, la ocasión para
volver a la Iglesia, como de hecho está sucediendo, por ejemplo,
con los pobres de los palafitos de Guayaquil en Ecuador, con los
"Pueblos jóvenes" de Lima en Perú, con los mineros de
Coronel en Chile, etc. ¿Donde han
decidido concretamente, hacer el Camino? ARGÜELLO: Nosotros
no hemos decidido nada. El Señor, mediante los hechos, nos ha
conducido de las chabolas a las parroquias, por deseo explícito del
entonces arzobispo de Madrid y por las peticiones de los párrocos,
y ahí estamos experimentando la tarea que el Señor nos ha
confiado. Basta pensar en la gran necesidad de catequesis que hay en
la Iglesia. Es urgente volver a descubrir qué quiere decir ser
cristiano, qué quiere decir recibir la vida eterna, qué quiere
decir que Cristo ha vencido a la muerte. No es lo mismo encontrar a
Cristo que no encontrarlo. El hombre que no han encontrado a
Cristo se halla continuamente frente a hechos de muerte que lo
limitan y a los que no sabe dar una respuesta, porque ningún hombre
ha vencido a la muerte. Quien lo ha encontrado y ha
recibido del cielo al Espíritu Santo tiene dentro de sí la vida
eterna, la victoria de Cristo sobre la muerte, que le permite hacer
frente a los hechos de una forma nueva, es decir, más allá de la
muerte. Es algo inmenso. Cuando nos bautizamos nos preguntaron:
"¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Respuesta: "La
Fe'. " ¿Qué te da la fe ?" "la vida eterna."
No es una Camino de decir. La vida eterna está en nosotros. Dice
san Juan : "Quien detesta al hermano es un asesino y ningún
asesino posee la vida eterna". La fe no sólo te permite no
detestar al hermano, sino también amar al enemigo. Nosotros
decimos: "¿Tú eres cristiano? Muestra que posees la
vida eterna". ¿Cómo se demuestra concretamente? ¿En que se
demuestra? En el Camino, esta verificación se hace gradualmente por
medio de etapas y exámenes, según la práctica propia del
catecumenado antiguo, que hoy propone de nuevo también el Ordo
Initiationis Christianae Adultorum, donde en el capítulo IV,
se afirma que este itinerario, estas etapas, pueden aplicarse a
también a la gente bautizada pero no suficientemente catequizada, o
que no ha recibido el sacramento de la confirmación. Vamos a entrar
en el tercer milenio cristiano. ¿Qué es lo que más le preocupa de
estos años que estamos viviendo? ARGÜELLO: Estamos
sumidos en una cultura multimedia, tecnológica, audiovisual, según
las estadísticas cada italiano transcurre una media de tres horas y
40 minutos al día frente al televisor. En algunos países de América
se llega a las nueve horas. Si hacemos un análisis serio de los
contenidos que cada uno recibe a través de las películas, las
telenovelas, los espectáculos, las mesas redondas, etc., ¿qué es
lo que aflora? Que el hombre concreto está recibiendo durante
muchas horas al día, de forma continua, una antropología, una
"catequesis" por decirlo de alguna Camino, contraria a la
Revelación. Aquí está el
verdadero reto del tercer milenio, en lo que podemos definir una
"revolución antropológica", que nos invade, incluso a
niveles subliminales, con valores contrarios a los valores
cristianos. Conceptos como naturaleza, cuerpo, sexualidad,
familia,pecado... no tienen ya contenido cristiano. ¿Cómo responde
la Iglesia a todo esto, cuando en nuestras parroquias, para la gran
mayoría de los cristianos casi no hay nada mas que las misas de los
domingos? El problema es
que este pensamiento dominante penetra también en los cristianos,
esta mentalidad incide también en la Iglesia. Jean Guitton, el filósofo
francés, amigo de Paulo VI, me refería una dramática confesión
que le hizo el Papa: "Le confieso un temor que tengo" le
dijo. "Existe el peligro de que un pensamiento no cristiano
penetre en la Iglesia. Y que un día sea mayoritario". ARGÜELLO: Es
verdad. Tiempo atrás, organizamos en Nueva York un congreso de
obispos que se centró sobre la preocupación que antes le decía.
Un obispo de Australia me contó un episodio que da la razón a lo
que estamos diciendo. Este obispo estaba convencido de que había
que hacer algo para contrarrestar este "pensamiento
dominante" y decidió realizar un programa en televisión
contra la legalización de la eutanasia. Reunió entonces a los
laicos comprometidos de sus diócesis para ver cómo se podía
responder al bombardeo que los medios de comunicación hacían sobre
este tema. Con sorpresa descubrió que su laicos comprometidos
estaban a favor de la eutanasia. Todos pensaban como la televisión. ¿Dónde es posible
escuchar una catequesis, recibir una formación que pueda
contrarrestar esta cultura? Si no comenzamos una seria educación a
la fe, al final pensaremos inevitablemente como nos imponen los
medios de comunicación. Por esto creo que el Camino, como las
nuevas realidades eclesiales y los movimientos, tiene gran
importancia en la Iglesia. Solamente una fe adulta puede hoy
responder a la realidad de secularización que nos rodea. Recientemente
durante el Congreso eucarístico nacional que se celebró en
Bolonia, se reunieron por primera vez públicamente los fundadores y
responsables de los movimientos y de las nuevas realidades
eclesiales. ¿Qué significado tuvo esa reunión? ARGÜELLO: Fue muy
importante. Somos testigos de una realidad que está sucediendo: el
Espíritu Santo que está soplando sobre su Iglesia, a pesar de
nuestros pecados, para ayudarla. Nuestra experiencia, por el mundo,
es que siempre hemos hallado ayuda en los otros grupos y
movimientos: de Comunión y Liberación en las universidades, de los
sacerdotes de Opus Dei en las parroquias, de los Focolares, de los
Carismáticos, etc. Es importante, y fuente de enriquecimiento,
saber ayudar: en la diversidad, tenemos una única
misión hacia el mundo. San Pablo dice que Dios constituyó a unos
como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelizadores
y maestros con el fin de constituir el Cuerpo de Cristo, hasta que
todos alcancemos el estado de hombre perfecto, la plena madurez
llena de Cristo (cf. Ef 4, 11-13). Las dificultades y los
problemas surgen en las parroquias cuando encontramos grupos laicos
y algún sacerdotes que tienen una diversa antropología y también
una diversa cristología y eclesiología. Se oye decir a
menudo que estas nuevas realidades eclesiales y los movimientos son
algo cerrados, que se cierran en sí mismos. Y algunos obispos
han pedido que sean más abiertos entre ellos, sin contrastes ni
rivalidades.... ARGÜELLO: Es una
opinión dada desde afuera, que creo que no corresponde a la
realidad. Nosotros experimentamos exactamente lo contrario. Es como
cuando los discípulos se acercan a Jesús y le dijeron, "Esos
hacen milagros, pero no son de los nuestros", y él responde,
"No se lo impidáis. Nadie puede hacer milagros en mi nombre y
hablar mal de mí". Nosotros lo comprobamos constantemente:
todo lo que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia nos ayuda. Son
los de afuera los que dicen que estamos divididos, que hay
problemas. ¿Por qué la
hostilidad es una reacción casi automática cuando nace algo nuevo
en la Iglesia? La han experimentado ustedes, al igual que casi todos
los movimientos... ARGÜELLO: Es una
reacción normal, creo que es un hecho sociológico que hay que
aceptar. En efecto, cuando nace algo nuevo surge todos se preguntan
"¿Quienes son esos? Pero, ¿que se creen? ¿Piensan que son
mejores que los demás? " Hemos sufrido persecución dentro de
la Iglesia, es algo que ha sucedido y que sigue sucediendo en varios
sitios. Pero yo pienso siempre en San Ignacio de Loyola, al
que le preguntaron a punto de morir qué es lo que pedía para
la Compañía y él respondió: "Persecuciones". Por lo
que respecta a mí persona, considero la persecución una gracia
grandísima. Es lo único en lo que me parezco un poco a Cristo. En
lo demás, nada, pues soy un grandísimo pecador. ¿Ahora están
disminuyendo estas hostilidades? ARGÜELLO: Si. Creo
que muchos obispos y párrocos nos conocen mejor, y ven los frutos
en una realidad que crece: las familias reconstruidas, los jóvenes
en la Iglesia, las vocaciones para los seminarios, etc. Este agosto
en París, durante el encuentro con el Papa, había muchos jóvenes
de las nuevas realidades de la Iglesia, y entre ellos había 50,000
del Camino. Tras la conclusión, celebramos una reunión vocacional,
presidida por el Cardenal Jean-Marie Lustiger, en las que se
levantaron 5,000 jóvenes para entrar en los seminarios y en
los monasterios de clausura. A nosotros mismos nos sorprende lo que
está sucediendo. Hace algunos años
pude leer un documento reservado de la Congregación para la Educación
Católica. El cardenal que entonces la presidía refería que había
hecho una encuesta para responder a la petición que habían
presentado ustedes para promover seminarios diocesanos
misioneros. La mayoría de los expertos consultados dio, sin
embargo, una respuesta negativa. "No se puede confiar un
seminario a un movimiento", decían en síntesis. El papa Juan
Pablo II intervino directamente y zanjó la cuestión, confiándoles
lo seminarios. Hoy son 35, diseminados por todo el mundo. ¿Por
qué estos seminarios? ¿Cómo nacieron? ARGÜELLO: También
aquí intervino el Señor que, mediante los hechos nos ha mostrado
sus huellas. El Papa había enviado ya más de cien familias a las
zonas más difíciles de América del Sur y del mundo. Estas
familias estaban formando comunidades cristianas, con muchas
personas que regresaban a la Iglesia después de haber estado en las
sectas. Sin embargo dada la escasez del clero, y las dificultades de
los sacerdotes locales para ir a esas zonas de miseria, donde ni
siquiera existía el edificio de la iglesia, tras muchos intentos
- sea con el Seminario Romano, sea formado por un grupo, presentada
al entonces rector del Seminario de Capranica, monseñor Luciano
Pacomio, quién nos ayudado mucho -, pensamos que debíamos
presentar esta realidad de las familias al Santo Padre. No queríamos
fundar ninguna congregación o movimiento, sino mas bien unir las
parroquias, de donde han salido estas familias a la misión. Por eso
propusimos al Santo Padre la realización de un seminario diocesano
misionero, donde los presbíteros pudieran ser enviados a cualquier
parte del mundo. Al final del encuentro el Papa se levantó y dijo
que esto sería bueno para la Iglesia y que había que hacerlo. Así
nacieron los seminarios "Redemptoris Mater". Lo segundo que hay
que decir es que estos seminarios no son seminarios del Camino
neocatecumenal, sino que son verdaderos seminarios diocesanos y
misioneros, es decir son los obispos los que mandan y tienen la
responsabilidad sobre estos sacerdotes. Lo específico de estos
seminarios es que el obispo puede enviar a los presbíteros por todo
el mundo, aliviando de esta manera los la escasez del clero de
muchas diócesis. Providencialmente se ha visto que también en los
documentos del Concilio, por ejemplo en el número 10 de la Presbyterorum
ordinis, se dice que se abran seminarios internacionales
misioneros para resolver la escasez de clero. Por lo demás,
comprendo la respuesta de los expertos pero la confusión está en
la palabra "movimiento". Porque nosotros, como hemos dicho
antes, no nos sentimos un movimiento sino una iniciación
cristiana postbautismal que se abre en la parroquia y termina en
ella haciendo cristianos adultos. Yo por ejemplo, como catequista he
terminado ya el Camino en varias parroquias. Los hermanos que ha
recorrido este itinerario neocatecumenal y lo han terminado no
forman una asociación ni una congregación, ni nada parecido, sino
que son cristianos adultos en la parroquia, que llevan adelante la
pastoral del obispo. Está claro que la pequeña comunidad en cuanto
tal no desaparece, puesto que ella es hoy la salvación de la
familia. El cardenal Joseph Ratzinger ha escrito recientemente en su
libro La Sal de la Tierra que es muy difícil vivir la fe
solos y ha invitado a la Iglesia a que abran caminos de fe en pequeñas
comunidades, donde los cristianos se ayuden y se apoyen recíprocamente. También en la Carta
que el Santo Padre Juan Pablo II ha enviado al monseñor Paul Josef
Cordes, su novedad reside en el hecho de que reconoce el Camino
neocatecumenal como una iniciación cristiana para adultos de
tipo catecumenal, y no lo transforma en una orden religiosa, en una
asociación o en un movimiento. Varias veces en la historia de la
Iglesia hombres y mujeres han intentado hacer que reviviera el espíritu
del Evangelio en el pueblo de Dios sin tener que circunscribirlo por
fuerza en una orden religiosa. Quizá los tiempos no estaban
maduros. Pero hoy, después
del Concilio Vaticano II, la situación contemporánea de ateísmo y
secularización coloca a la Iglesia en una posición en la que se
hace necesario restablecer el catecumenado, sea para los no
bautizados sea para los que bautizados cuando eran niños, necesitan
volver a descubrir la riqueza de su bautismo. También Paulo VI , en
su primer encuentro que tuvo con el Camino en 1974, dijo:
"Vivir y promover este "despertar" es lo del que
vosotros llamáis una forma de "post-bautismo" que podrá
renovar en las actuales comunidades cristianas aquellos efectos de
madurez y profundización que en la Iglesia antigua eran realizados
por el periodo de preparación al bautismo. Vosotros lo hacéis
después: antes de o después, diría yo, es secundario. El hecho es
que aspiráis a la autenticidad, a la plenitud, a la coherencia, a
la sinceridad de la vida cristiana. Y esto es un mérito grandísimo
que nos consuela enormemente... ". En el caso en
que un párroco les llame para abrir el Camino y luego sea
substituido por otro que no lo quiera, ¿cómo se comportan ustedes? ARGÜELLO:
Obedecemos. A veces los hermanos deben sufrir durante años las
incomprensiones del nuevo párroco. A veces el nuevo párroco, que
se encuentra con estas comunidades en su parroquia y que las quiere,
las echa; sucede sobre todo en América Latina, en las parroquias de
los religiosos, donde se cambia de párroco después de pocos años.
Los catequistas, si pueden, invitan a los hermanos a seguir el
Camino en otra parroquia, pero lo que no hacemos jamás es hacer una
Iglesia paralela. Descubrir el bautismo significa siempre descubrir
el "primum" cristiano, que es: "Como yo os he
amado", es decir, el amor al enemigo, cargando con los pecados
de quien echa a las comunidades. En este sentido hemos visto a
menudo cosas heroicas en los hermanos. El problema de muchos
sacerdotes, aparte de la Teología de la Liberación y las
diferentes eclesiologías que han surgido después del Concilio, es
que no saben situar la importancia de los carismas en la Iglesia. ¿Cuál es? ARGÜELLO: Creo,
como dijo el Papa en el encuentro de enero, que instituciones y
carismas son coesenciales en la Iglesia. Cuando la institución no
acepta los carismas se calcifica y el pueblo gime. Y cuando el
carisma no acepta la institución se convierte en una secta o se
separa, como sucedió con Pedro de Valdo, en los tiempos de
San Francisco.
Hablaba usted
antes de persecuciones y dificultades. También son muchas las
objeciones que les hacen. ¿Podemos examinarlas detalladamente? ARGÜELLO: De
acuerdo. Se refieren
sobre todo a la liturgia... ARGÜELLO: La
liturgia desempeña un papel muy importante en la gestación hacia
la fe. Por medio de ella nos toca la gracia, y nace el hombre
nuevo. Los sacramentos dan y aumentan gracia. Toda la renovación
del Concilio Vaticano II tiene un centro fundamental: la plena y
fructuosa participación en lo que significan y realizan los
sacramentos. Pongo un ejemplo: si vamos a una fuente (que representa
la gracia) con una cesta, la traemos vacía; mientras que si vamos
con un cubo, volvemos con el cubo lleno. La fuente siempre es la
misma, pero el resultado diametralmente opuesto. Mucha gente va a
misa y asiste a los sacramentos con escasa participación. Por esto
es importante educar a los participantes a vivir con la mayor
plenitud posible la riqueza de los sacramentos. ¿Está diciendo
que ustedes aspiran a una participación más plena en la liturgia? ARGÜELLO: Exacto.
Nosotros intentamos vivirla lo más plenamente posible, de modo que
la gente que participa en ella se santifique. Si un joven no
comprende o no sabe vivir lo que sucede, antes o después deja de
ir. Si en cambio conseguimos hacerle comprender lo que está
sucediendo explicándole qué es lo que significan ciertos signos;
es decir, si le ayudamos a participar de verdad, entonces poco a
poco estos jóvenes se abren a la acción de la gracia y recibe ese
don gratuito que los sacramentos dan y que le ayudará a ser santo,
a ser cristiano. El cristianismo no es un pelagianismo, un esfuerzo
solo de nuestra voluntad; es una liberación, es una nueva creación
que recibimos gratuitamente por los méritos de Jesucristo, que
sufrió y dio su vida para cada uno de nosotros. Por ejemplo, ¿cómo
puede educarse a un joven de hoy al cristianismo sin arraigarlo en
el misterio de la Pascua del Señor? Por esto es fundamental que la
vigilia pascual pueda vivirse en toda su plenitud, para que el
sacramento dé lo que significa. Educarlo a los signos, al ayuno, a
la noche, al bautismo por inmersión para enseñarle a morirse con
Cristo y resucitar con Cristo, para pasar a la otra orilla, haciendo
de él un "peregrino" celeste, un hombre pascual, en un
nuevo éxodo que ayude a llevar al cielo a los hombres de esta
generación. Muchas veces
encontramos dificultades porque, por ejemplo en España, la vigilia
se reduce a una misa vespertina casi sin gente, porque casi todos
están de vacaciones. ¿Qué hacer para que los jóvenes no se vayan
de vacaciones y se queden esa noche para morir con Cristo y
resucitar con él? Por ejemplo en Francia, algunas parroquias, se
cambia la fecha de la vigilia pascual y se celebra a la vuelta de
vacaciones. Pero nuestro espíritu, como sucede ya en muchas
parroquias, no es el de hacer una vigilia paralela o nuestra, sino
el de restablecer la vigilia pascual con toda su fuerza y plenitud
sacramental de los signos, como dice el Misal Romano. Pero para esto
se necesita un camino, una propedeútica sacramental. El Papa Juan
Pablo II dijo una vez que veía las comunidades como un
"laboratorio sacramental", donde poco a poco pueda
llevarse la renovación litúrgica del Concilio. El hecho de
celebrar la liturgia a puertas cerradas también les ha creado a
menudo problemas. Algunos obispos les han impedido celebrar misa en
sus diócesis... ARGÜELLO: No
hacemos liturgia a puertas cerradas. Lo que sucede es que tenemos un
itinerario. Si uno va a la universidad sabe que hay un primer curso,
luego un segundo curso y así hasta el final. Y supongo que quién
comienza sabe que no lo van a poner en el cuarto curso, sino en el
primero. También nosotros tenemos un itinerario con etapas, con términos.
El catecumenado antiguo tenía primero el precatecumenado, luego el
catecumenado, la elección, y el neofitado. Todos estos términos
indican momentos de transición. El problema es que
casi 16 siglos que falta el catecumenado de la Iglesia. Ya no se
sabe lo que es. Nosotros nos contamos entre los que lo están
recuperando después de 16 siglos. Es evidente, pues, que existe
mucha ignorancia sobre lo que es el catecumenado y sobre lo que
hacemos. Y nace las desconfianzas, a veces en los mismos grupos de
las parroquias no nos comprenden. Se repite lo que dice el Evangelio
en la parábola del hijo pródigo donde, el hermano mayor no quiere
entrar, escandalizado porque el padre ha matado el ternero más
gordo para el hijo que se ha gastado todo el dinero de su padre en
prostitutas, y no soporta la fiesta ni el baile. Nosotros vemos en
el Evangelio que es el padre el que sale a hablar con él. Hace una
mediación y le dice: "Este hermano tuyo estaba muerto y ha
vuelto a vivir... ". La cuestión es que en algunas parroquias
del norte de Europa, por ejemplo, hay algunos en los consejos
parroquiales que no tienen esta antropología, es decir, que no
creen que la gente lejana y secularizada, que ha abandonado a Dios,
esté muerta dentro. Por eso no comprenden todo el esfuerzo que
hacemos para que los lejanos se acerquen a Cristo, y se escandalizan
de la eucaristía dominical celebrada en comunidad el sábado por la
tarde con toda la riqueza de los signos deseada por el Concilio (por
ejemplo, comulgar con las dos especies del pan y del vino, como nos
ha concedido la Santa Sede). Aunque les decimos que estas personas
necesitan una mediación, una propedeútica sacramental, que son
ovejas perdidas, muchas veces es inútil. Y, sin embargo, en
30 años de Camino estas celebraciones han demostrado que son una
pedagogía maravillosa para vivir el misterio pascual,
ayudando a los hermanos a pasar de la muerte a la vida, con auténticos
frutos de conversión, sobre todo en los jóvenes, que, con la
fuerza de estas eucaristías, han sido salvados de la droga y
de la locura de las discotecas del sábado por la noche. Estas
celebraciones han sido el manantial de miles de vocaciones
sacerdotales y religiosas. Además en el
Camino neocatecumenal, en todo el mundo, hay personas que estaba muy
lejos de la Iglesia, muy enferma y herida, que es muy débil y que
hay que echarse al hombro, como hace el Buen
Pastor, para llevarla a la casa del Padre. Este es el espíritu
del Camino: no pasar sobre el cadáver de nadie. No es el hombre el
que está al servicio del Camino neocatecumenal, sino el Camino el
que está al servicio del hombre. ¿Cómo nace
concretamente una comunidad neocatecumenal? ARGÜELLO: Si un párroco
desea comenzar el Camino, se pone en contacto con otra parroquia
donde ya existen comunidades neocatecumenales o con el centro
neocatecumenal diocesano. Se le ilustra qué es el Camino, y si
acepta se le envían catequistas que guiarán el neocatecumenado en
común con él. Los equipos de catequistas están formados siempre
por un sacerdote, que es el garante de la ortodoxia y de la
eclesialidad del anuncio, por una o dos parejas y por un joven. Los
catequistas hablan con el presbiterio, con el consejo parroquial,
luego se reúnen con los movimientos presentes en la parroquia y, en
fin, durante las misas dominicales, invitan a todos los fieles. Éste
es el momento del kerygma, del anuncio de la salvación traído
por el Señor. Evoca los que hacían
los apóstoles que, transformados por el Espíritu Santo después
del Pentecostés, recorrían las sinagogas en pequeños grupos
anunciando la buena nueva y llamando a la gente a la conversión.
Era una predicación hecha con fuerza, que ponía a la gente frente
a un hecho, a un evento,: Jesucristo es el Señor, sólo en él
tenemos la salvación. Murió por nuestros pecados y fue resucitado
para nuestra justificación, subió al cielo e intercede por
nosotros para que podamos recibir el Espíritu Santo, la vida
eterna. A los que, traspasados por la gracia, preguntaban: "¿Qué
tenemos que hacer?", San Pedro respondía, "Convertíos y
que cada uno se bautice en el nombre de Jesús para que todos sus
pecados le sean perdonados; después recibiréis el don del Espíritu
Santo prometido". Esto coincide con la fase que nosotros
llamamos kerygmática, donde se descubre y experimenta el trípode
en el que se basa todo el trayecto neocatecumenal:
Palabra-Liturgia-Comunidad. Esta fase kerygmática termina con un
retiro del tres días donde se forma la comunidad que inicia las
etapas del precatecumenado, catecumenado, elección, etc. guiadas
por el mismo equipo de catequistas en comunión con el párroco. En la medida en que
estos hermanos comienzan a crecer en la fe y a dar testimonio en
el trabajo y en la familia, otras personas son atraídas
por la fe y piden iniciar también el mismo camino. Es de esta
manera cómo se forma una segunda comunidad, una tercera, una cuarta
comunidad . ., y aparece en la parroquia una realidad nueva de pequeñas
comunidades todos en camino de conversión. De este modo se
abre en la parroquia una pastoral para los alejados que, sin
destruir nada y sin imponerse, presenta el fruto de una Iglesia que
se renueva y que dice a sus padres que han sido fecundos, porque de
ella han nacido. Después de más de
30 años de la Camino, uno de los frutos que más me consuelan es
ver las familias reconstruidas que, abiertas a la vida son verdadera
"Iglesia doméstica" donde se cumple el cometido
fundamental de la familia, el de transmitir la fe a los hijos. Esto
se hace fundamentalmente en una liturgia doméstica, el domingo por
la mañana. En esta liturgia los padres leen a sus hijos la
Escritura y les preguntan: "¿Qué te dice a ti, para tu vida,
esta Palabra?". Es impresionante ver que los hijos saben
aplicar la Palabra de Dios a su propia historia concreta. Al final,
el padre y la madre dicen unas palabras de comentario, partiendo de
su experiencia, e invitan a todos a rezar por el Papa, por la
Iglesia, etc. Se termina con el Padrenuestro y con la
paz. Y los padres bendicen a los hijos. Hallar un momento de
diálogo entre las dos generaciones es algo muy, pero muy
importante hoy. Estas familias
formadas en una camino de fe saben transmitir la fe a los hijos. El
resultado de todo esto es tener casi el cien por ciento de estos
hijos en la Iglesia. De estas familias, casi todas numerosas, están
surgiendo miles de vocaciones para los seminarios y para los
monasterios. Permítanos
agradecer al Señor nuestro Dios.
(Tomado de 30 días) |