... Tuve un estudio de pintor cerca de Plaza de
España en Madrid, y solía pasar las fiestas navideñas con mis padres. Un año
fui a casa para celebrar la Navidad, entré a cocina y vi a la cocinera que
estaba llorando. Yo los ¿domando": Berta - así se llamó - que le
sucede?" Y me dijo que el marido es un borracho, que quiere matar al
hijo, que el hijo se ha rebelado contra... Me contó una historia que me dejó
desconcertado. Y vi de Dios ayudarla. Fui
a ver donde vivia: una barraca horrible, entre muchas otras. La pobre mujer se
levantaba temprano, para ir a trabajar; tenia nueve hijos, y se casó con
un hombre cojo y bizco, siempre borracho. Pegaba a los hijos con un bastón, gritándoles":
Defiende a tu padre" y, a veces borracho empapado, meaba sobre las hijas.
Esta mujer, bastante bonita aunque de edad, me contó cosas alucinantes.
Cogá a aquel hombre y lo llevé a hacer
un "Cursillo de Cristiandad." Quedó impresionado en el escucharme
hablar. Por algunos meses dejó de beber, pero luego empezó de nuevo y fueron de
nuevos mataderos. La mujer me llamó: "Sr. Kiko, venga por favor, porque mi
marido quiere matar a todos. Llame a la policía"!. No me dejaron vivir. Al fin
pensé: "Y si Dios me dice de dejarlo todo y de ir a vivir allí
para ayudarlos"?. Dejé todo y fui a vivir con aquella familia. Dormí en
una pequeñísima cocina, que estaba llena de gatos. Vivá allí y
quedé muy impresionado, os digo la verdad, de todo el
entorno. Hubo mucha gente que estaba viviendo en situaciones terribles. No sé
si conocéis el libro de Camus," La peste", que afronta el problema
del sufrimiento de los inocentes. Aquella mujer, Berta, me contó que su marido,
cojo, por vengarse muchas humillaciones recibidas, dijo a todos que se había
casado con ella, que era la chica más bonita del barrio. Todos se rieron de él.
Pero sabéis ¿cómo él se casó con ella? Apuntándole con un cuchillo al cuello y
diciéndole": Si no te casas conmigo, le corte el cuello a tu padre." Y lo habría hecho. Su padre
era viudo y ella estaba sola y
terriblemente tímida y asustadiza.
Me
pregunté: ¿qué pecados ha cometido esta pobre mujer para merecer una maldición
así? ¿Por qué no yo? Y no nos fue solo ella. Hubo parecido otra mujer que
tuvo el morbo de Parkinsón, el marido la abandonó y vivió preguntando la
limosna. Y otro. Y otra ancla.
Delante de todo esto sólo hay dos respuestas.
Conocéis la frase famosa de Nietzsche: "O Dios es bueno y no puede hacer
nada para ayudar éste pobre gente, o Dios puede ayudarlos y no lo hace, y
entonces es malo." Esta frase es venenosa. ¿Puede Dios ayudar a esta
mujer, o bien no? ¿Por qué no lo hace? En esta situación tuve una sorpresa.
¿Sabéis que cosa vi allí? No lo que dice Nietzsche, si Dios puede o no puede, pero vi
Cristo crucificado. Vi a Cristo en Berta, en aquella mujer con el
Parkinsón,
en aquel otro. Vi un misterio. El misterio de la cruz de Cristo. Quedé
enormemente sorprendido, lo digo sinceramente. Luego
me llamaron por el servicio militar y me mandaron en África. Cuando volví me
dije a mismo: si mañana Cristo vuelve sobre la tierra en su segunda llegada, yo
no sé qué ¿sucederá en este mundo, pero sabéis dónde deseo que Jesús
Cristo me encuentra? A los pies de Cristo crucificado. ¿Y dónde está Cristo
crucificado? En los que están llevando el sufrimiento más grande, las
consecuencias del pecado de todo. Sartre dice": Apuros al hombre que el
dedo de Dios pisa contra el muro." Yo he visto allí a gente chata contra
el muro, muchas debilidades pisadas por las consecuencias del pecado, débil, anónimos
cirineos.
Cuando
uno va a vivir entre los pobres, o pierde la fe y se vuelve guerrillero al"
Que Guevara" o se mete en silencio delante de Cristo y él santifica. Yo
estoy agradecido al Dios para haber tenido piedad de mí: yo vi allí Cristo
crucifijo y así cuando volví de África, y conocí a la hermana de Carmen,
pensé que fue necesario bajar en las catacumbas sociales y allí predicar el
Evangelio a esta gente, ayudarlos, darles una palabra de consuelo. Y así
formamos un grupo que se dedicó a los homosexuales, a las prostitutas y a los
demás marginados.
La hermana de Carmen hizo parte de una asociación,
llamada" Villa Teresita", que se dedicó a la recuperación de las
prostitutas. Fueron por las casas de las prostitutas y ofrecieron, a las que lo
quisieron, un trabajo. Una obra muy buena. Al fin yo me dado cuenta que en aquel
grupo hicimos todo un poco por pasatiempo. Yo dije a aquel grupo y a la hermana
de Carmen": Yo yo de ello voy a vivir entre los pobres." Charles
de Foucauld me dio la fórmula: vivirles en silencio como Jesús a Nazareth, a
los pies de Jesús Cristo entre aquella gente. Conocí a un adjunto social que
me indicó uno zona de Palomeras Altas dónde hubo una barraca de mesas de
madera, refugio de perros. Yo dijo" te Pones allí y no te preocupes."
Y allí ha tenido algo todo principio. En las barracas yo quise vivir como
Charles de Foucauld, en contemplación: tal como uno está delante de la
eucaristía, a los pies de la presencia real, única de Cristo; yo quise estar a
los pies de Cristo crucificado, en la gente más pobre, miserable.
El Dios me llevó allí con este espíritu: yo
fui él último. Ellos fueron Cristo. ¡Quizás uno habría podido
decirme": Kiko! Ayúdalos." Aquí hay un punto muy importante por los
que saben ir al fondo de las cosas. "¿Pero como? ¿Te metes en adoración,
cuándo se ha muerto esta gente de hambre? Les da de comer." Yo no tuve
nada, no llevé otro que un Biblia y una guitarra, dormí sobre un colchón
puesto sobre la desnuda tierra. No tuve otro. Leí
en un libro algo que me golpeó mucho del tiempo de los nazis. Se contó un
hecho histórico ocurrido en el campo de concentración de Auschwitz. Un jefe
del Gestapo se dio cuenta de las atrocidades que se estuvieron cometiendo en el
genocidio de los judíos. Un día, durante una inspección en un campo, vio
pasar a una columna de hombres y mujeres dirigidas a las cámaras de gas, todos
desnudos. Sintió en el su corazón un gran dolor. Se preguntó": Que tengo
que hacerme ahora para ayudarlos, por tener paz conmigo mismo"?. ¿sabéis
la respuesta que ricevette del de dentro? (Los Padres de la Iglesia hablan del
Cristo hablante, dentro de ti. Es algo de muy profundo). El libro contó que lo
que sintió que habría tenido que hacer fue de también desvertirsese él y
ponerse en fila con ellos.
Podemos preguntarnos: esta voz que sintió dentro
de dónde ¿vino? ¿Fue una sugestión? ¿Fue real? ¿Fue de Dios? Fue mejor no
parar a la grupo y ¿liberar a aquellos personas? Quizás no pueda hacerlo.
Porque en cambio la verdad fue aquel de ¿desvertirsese y de ponerse en fila? He
aquí una posible respuesta: una persona que está en aquella fila está frente
al drama que quizás no es ningún Dios, que no es amor en el mundo y si no hay
amor en el mundo Dios no existe, la vida es una monstruosidad, morimos en la
absurdidad. Pero si uno viene contigo, el propio Cristo se hace hombre y se mete
contigo en ella fila por amor. Entonces el amor existe. Dios existe. Usted puede
vivir. Usted puede morir. El verdad y la muerte tienen un sentido. Éste
¿tiene valor? ¿Se tiene que lo que hacer sólo es la ayuda social? ¿Quizás
el hombre es sólo comer? O ¿necesita el hombre de saber si Dios existe o no
existe, si el amor existe o bien no? Yo no fui a las barracas para dar que
comer, ni para enseñar a leer. (Fueron todo analfabetos, a excepción de uno o
dos: José Agudo, que estuvo en un instituto de corrección supo leer, pero su
mujer no. Gitanos, quinquis, chicos del cárcel supieron leer a duras penas).
Fui allí y, si queréis saber, tampoco pensé de predicar, sabéis en efecto
que los Pequeños Hermanos de Foucauld están" en silencio." Quise dar
testimonio viviendo en medio a los como Jesús a Nazareth.
¿Y
que sucedidas? Lo que sucede siempre. El parecido, un día que hizo un frío
perro, porque fue invierno y nevó - yo me calenté con perros sueltos que
vivieron conmigo - entró a la improvisación y me dijo": te he llevado un
brasero porque estás muriendo de frío"!.
Poco a poco se acercaron y preguntaron": Quién
es ése que está aquí, con barba y guitarra"?. Por algunos fui uno que
hizo un voto, por otros un protestante, porque siempre llevé el Biblia. Los
gitanos vinieron por la guitarra... No supieron quién fui. José Agudo, que
estuvo entonces en pelea con otro clan de quinquis, se acercó para preguntarme
cosa dijo el Evangelio sobre el hecho de pegarse. Yo los cocidos el Discurso de
la Montaña que dice de no resistir al mal y ¿quedó a boca abierta":
Como? ¡Pero si no me defiendo me mata! Qué debo hacer"?. Le dí que leer
los Floretes de San Francesco que lo impresionaron mucho y no me dejó más. Bien, no me echo a contarvos estas historias
porque se pondría demasiado largo... |