 INTRODUCCION El
Señor nos ha llamado a vivir un camino de conversión, a través
del cual estamos descubriendo la inmensa riqueza de nuestra fe en un
catecumenado post-bautismal. Durante este catecumenado,
gradualmente, etapa por etapa, paso a paso, descendemos a las aguas
de la regeneración eterna, de forma que el bautismo que la Iglesia
nos confió en el pasado, mediante nuestra adhesión a él, se
convierta en sacramento de salvación, en buena noticia para todos
los hombres. A través del Neocatecumenado se abre en el centro de
la parroquia un camino de iniciación cristiana que desarrolla un
trabajo pastoral de evangelización para adultos. Esta
evangelización está trayendo a una fe viva a muchos de nuestros
hermanos quienes hoy viven un cristianismo de costumbres y hábitos
y está permitiendo que mucha gente sumergida en un mundo
secularizado tenga la posibilidad de encontrarse con Jesucristo a
través de comunidades cristianas que viven su fe en un nivel adulto
del amor en la dimensión de la cruz y en una unidad perfecta.
 COMO SURGIERON LAS COMUNIDADES Para
nuestra sorpresa, fuimos testigos de una palabra que, tomando carne
entre estas personas pobres que la acogían con alegría, produjo el
nacimiento de una comunidad en la oración y en una liturgia
sorprendente como respuesta de todos estos hermanos quienes
bendecían al Señor por haberse acordado de ellos. Por tanto, en el
espacio de tres años, vimos aparecer ante nuestros ojos un trípode
en el cual se basaría el Camino que el Señor estaba creando: el
embrión de un Catecumenado, en una Iglesia donde la comunión
fraterna fuera tomando entidad, en la cual el amor se tomara en una
dimensión que sorprendía a todo el mundo, en la dimensión de la
cruz, donde es posible morir por el enemigo.
 COMO SE EXTIENDEN Este
amor, hecho visible en una pequeña comunidad, fue el signo que
llamó a la fe a mucha gente cuyas vidas estaban alejadas de la
Iglesia. El resultado fue que los sacerdotes de la parroquia de San
Frontis en Zamora y de Cristo Rey en Madrid nos invitaron a traer a
sus parroquia la experiencia de las catequesis que habían
observado. Para nuestra sorpresa, incluso en estas parroquias donde
el entorno social era totalmente distinto de las chabolas, vimos
cómo nacían comunidades en un camino hacia la conversión después
del anuncio del kerigma y dos meses de catequesis.
Cuando
el Arzobispo de Madrid, en aquel momento, el Reverendísimo
Monseñor Casimiro Morcillo, se puso en contacto con esta realidad,
que él apoyó con entusiasmo, fue él mismo quien nos envió a las
parroquias que deseaban comenzar la experiencia, mientras que nos
exhortaba a actuar siempre en unión con el párroco. Esta
experiencia se extendió rápidamente en Madrid y en otras diócesis
españolas. En
1968 fuimos invitados a venir a Roma, llevando una carta del
Arzobispo de Madrid para el Cardenal Dell'Acqua, entonces Vicario de
Roma, y empezamos las mismas catequesis en la parroquia de los
Mártires de Canadá. A partir de entonces se extendió por toda la
diócesis mediante la predicación de los catequistas elegidos de
las primeras comunidades, y en muchos otros países, en todos los
continentes, incluyendo los países misioneros.  CATEQUISTAS ITINERANTES Muy
pronto, las peticiones hechas por los párrocos en otras diócesis
dieron origen al carisma de catequistas itinerantes, quienes dejan
su propia comunidad por un cierto tiempo y se ponen a disposición
para llevar el Neocatecumenado a las diócesis que lo piden.
Muchos
equipos de catequistas itinerantes, después de la experiencia de
evangelización en su propio país, han sido llamados por el Señor
a abrir el Camino en otros países, de donde venían numerosas
peticiones -desde obispos hasta párrocos - particularmente desde
1972 en adelante. Una
de las mayores experiencias que hoy tenemos y por la cual bendecimos
al Señor, es ver cómo Dios nos permite anunciar el Evangelio en
tantas partes del mundo. Y no sólo proclamamos el kerigma, sino que
aparece un camino para la gestación de la fe basado en una
comunidad, a través del cual, con el tiempo, el párroco puede
pasar de una pastoral concentrada en los sacramentos a una pastoral
de evangelización.  UN CAMINO CONCRETO DE EVANGELIZACIÓN PARA AQUELLOS QUE ESTÁN
ALEJADOS. El
Camino Neocatecumenal se vive dentro de la estructura existente de
la parroquia y en comunión con el obispo, en pequeñas comunidades
compuestas por gente diferente en edad, estatus social, apariencia y
cultura. No es un grupo formado espontáneamente, ni una
asociación, ni un movimiento espiritual, ni una élite dentro de la
parroquia. Más bien es un grupo de gente que desean redescubrir y
vivir la vida cristiana en toda su plenitud, vivir las consecuencias
esenciales de su Bautismo, por medio de un Neocatecumenado dividido
en diferentes etapas, tal como el Catecumenado de la Iglesia
primitiva, pero adaptado a su condición de personas ya bautizadas.
Como consecuencia, estas comunidades tienen la misión de ser, en el
interior de la parroquia, el signo y sacramento de la Iglesia
misionera (Sínodo de Obispos), de abrir un camino concreto de
evangelización para los alejados, dando - en la medida en la que la
fe se ha desarrollado - los signos que llaman a conversión a los
paganos, esto es, el amor en la dimensión de la cruz y la unidad.
"Amaos los unos a los otros como Yo os he amado. En esto
conocerán que sois mis discípulos" (Jn, 12, 34-35).
"Padre, que sean uno en nosotros, como Tú lo eres en Mí y Yo
en Ti, para que el mundo crea que eres Tú quien me ha enviado"
(Jn, 17,21)
 TRAYENDO EL CONCILIO A LAS PARROQUIAS A
la luz del Concilio Ecuménico Vaticano II, las Comunidades
Neocatecumenales surgieron como un camino concreto de reconstruir la
Iglesia en la forma de pequeñas comunidades que son el cuerpo
visible de Cristo resucitado en el mundo. Estas comunidades no se
imponen, consideran una obligación no destruir nada, sino respetar
todo. Se presentan a ellos mismos como el fruto de una Iglesia en
renovación, que dice a sus Padres que ellos han tenido muchos
frutos, pues las comunidades han nacido de ellos.
 CARISMAS Y MINISTERIOS Donde
la experiencia se desarrolla, se puede observar una nueva estructura
para la Iglesia local, formada por pequeñas comunidades cristianas
como un cuerpo orgánico el cual, en la medida en que la fe surge
entre ellos, producen carismas de madurez y requiere ministros para
ayudar, servir, y hacer tal renovación posible, puesto que ellos
son los medios que Dios ha deseado para hacer construir la Iglesia
constantemente (Ef, 4,11; 1Cor 12). Por tanto estamos viendo los
carismas que hacen presente a Cristo completo, Cristo el Apóstol,
el Profeta, el Diácono, el Pastor, el Maestro, fiel al Padre, unido
con su Iglesia, compadeciéndose de todo aquel que sufre, etc. Y
estos carismas aparecen en cada comunidad en el presbítero, en el
responsable (para quien se pide el diaconado), en los catequistas
locales e itinerantes, en las vírgenes, viudas, matrimonios, etc.)
 EL ESPITIRU DEL CAMINO El
primer objetivo perseguido en el Neocatecumenado o iniciación de la
fe es la formación de la comunidad. Lo anterior, al principio, es
muy imperfecto, porque siempre está condicionado por la adhesión
individual a la Palabra. Entonces, poco a poco, nuestros propios
defectos surgen, obligándonos a replantearnos constantemente
nuestra fe. Nuestra incapacidad de amar a los otros, esto es, de
aceptar lo que nos destruye de ellos, es decir, sus fallos, hace
surgir una gran pregunta para nosotros. Amar empieza a aparecer como
la destrucción de nosotros mismos, esto es, de lo que es nuestra
seguridad. Amar significa morir y nuestra tragedia es precisamente
que no queremos morir. Amar al otro cuando es diferente de lo que yo
deseo siempre significa un salto en la oscuridad, significará
superar la muerte.
El
capítulo segundo de la carta a los Hebreos (Hb, 2, 14s) dice que
toda su vida el hombre es esclavo del mal y del pecado por su miedo
a la muerte: por esta razón Jesucristo ha venido "a destruir a
través de Su muerte al señor de la muerte, el diablo, y a
liberarnos de todo aquello que nos esclavizaba antes en nuestra vida
por miedo a la muerte" (Hb, 2-14s) Si
amar significa realmente pasar de nosotros mismos al otro, esto es,
morir a nosotros mismos (y todos nosotros estamos sujetos al pecado
durante nuestra vida por el miedo a la muerte), esta claro que si la
muerte no ha sido vencida por la resurrección de Jesucristo,
nosotros no podemos amar. ¿Cual será entonces el signo de que
nosotros hemos resucitado con Cristo? El amor por encima de la
muerte, el amor en la dimensión de la cruz, amar al enemigo,
"como Yo os he amado" (Jn, 13, 34-35). "Por este amor
todos conocerán que sois mis discípulos". Para esto es
necesario nacer de Dios, recibir a través del Espíritu Santo la
nueva vida de Cristo resucitado de la muerte. "Nosotros sabemos
que hemos pasado de la muerte a la vida, y podemos estar seguros de
esto porque amamos a nuestros hermanos" (1Jn 3,14).  ¿DÓNDE NACEN ESTAS COMUNIDADES? ¿Dónde
nacen estas comunidades que hacen presente a Jesucristo resucitado
irradiando el amor que han recibido gratuitamente? La respuesta es:
en la parroquia, que es el lugar más adecuado para que aparezca la
Iglesia local como "sacramento de salvación", sin crear
una Iglesia paralela, sin destruir nada, tomando gradualmente la
realidad de la Iglesia hoy y el período de transición en que está
actualmente.
 LA MISIÓN DE LA PARROQUIA Hoy,
los cristianos más tradicionales viven su fe en un nivel infantil,
como se muestra claramente por la separación entre religión y vida
en ellos. Por tanto, existe la necesidad absoluta de un proceso de
conversión serio, que tome lugar en nuestra experiencia de cada
día. Es un tiempo, guiados por la Palabra de Dios y la celebración
de la Penitencia y la Eucaristía, y vivido dentro de un marco
concreto de una comunidad, para experimentar a Cristo el Salvador,
para experimentar el Reino de Dios que nos está alcanzando y
experimentar la alegría de la paz.
Para
llegar a esto es necesario dar signos de fe en la situación que nos
rodea, signos que hacen a Cristo presente y creíble, y signos que
muestren claramente al hombre de la calle que Cristo le ama a él y
está dispuesto a liberarlo de su alineación, de su sufrimiento, de
la muerte. "Amaos
los unos a los otros como Yo os he amado. En esto conocerán que
sois mis discípulos" (Jn 12,34-35). "Padre, que sean uno
en nosotros, como Tú lo eres en Mí y Yo en Ti, para que el mundo
(el hombre de la calle) crea que eres Tú quien me ha enviado"
(Jn, 17,21). Los
signos de fe llaman a la parroquia a conversión. A través del amor
y de la unidad de estas comunidades la parroquia en su totalidad es
llamada a conversión, de forma que puede verse que donde se han
formado estas comunidades, la parroquia ha sido revolucionada de una
forma positiva. Los signos que crean alrededor de ellos hacen surgir
preguntas y como resultado llama a mucha gente que estaba alejada de
la Iglesia a entrar en comunidades similares en la parroquia. De
esta forma, una nueva estructura parroquial empieza a aparecer, sin
destruir la existente, hace a todos los hermanos conscientes de la
absoluta necesidad hoy de una profundización en la fe.
Esto
es la vuelta a la comunidad, a la gente de Dios de las comunidades
de la Iglesia Primitiva en las cuales el amor en la dimensión de la
Cruz y de la unidad perfecta actúa como levadura, luz y sal, en el
entorno que les rodea. Una vez de nuevo, el grito "Ver cómo se
aman unos a otros" surge, llamándolos a conversión.  COMO EMPIEZA EL CAMINO Cuando
un párroco desea iniciar el Camino Neocatecumenal en su parroquia,
contacta con otra parroquia donde ya existan Comunidades
Neocatecumenales. Una vez que conoce lo que es el Camino, si desea
implicarse él mismo pide que le envíen catequistas. Estos
catequistas supervisan el comienzo del Catecumenado, y lo dirigen en
comunión con el párroco. Los catequistas también hablan con todos
los sacerdotes de la parroquia, exponiéndoles a ellos la necesidad
de supervisar un trabajo pastoral de evangelización en la
parroquia, a través de un catecumenado post-bautismal. Entonces
ellos tienen encuentros con los diversos grupos de la parroquia y
finalmente invitan a todos los fieles durante la Misa Dominical. El
equipo de catequistas está formado por un sacerdote, quien
garantiza la ortodoxia y el magisterio de la Iglesia en el anuncio,
un matrimonio y una persona joven, quienes forman una pequeña
comunidad de evangelización.
 PRIMERA ETAPA: EL KERIGMA La
primera etapa en el Camino es el kerigma, la proclamación de la
salvación, que se desarrolla mediante un diálogo existencial y
directo, que se centra en el impacto del Cristianismo en la vida de
las personas.
Las
catequesis se basan en un trípode sobre el cual se basará todo el
catecumenado:  EL PRECATECUMENADO Una
vez se ha formado la comunidad, empieza la segunda etapa; el
precatecumenado. Este es un período de conocimiento en el cual cada
uno de los hermanos ve probada su fe caminando junto a los otros,
también imperfectos, pecadores, en la novedad de una comunidad
concreta que funciona como un espejo, para mostrar a cada uno
claramente su propia realidad, llamándolos, por tanto, a
conversión.
En
este tiempo, la comunidad necesita una palabra para iluminar su
realidad y ayudarla. Por tanto, celebra la Palabra de Dios, una vez
por semana, en temas apropiados - palabra, cordero, novia, etc. -
como una iniciación en el lenguaje de la Biblia. La Eucaristía del
domingo se celebra el Sábado por la noche. Una vez al mes se
celebra el sacramento de la Penitencia. Un domingo cada mes hay una
convivencia donde se da a cada uno la oportunidad de hablar
libremente en la comunidad sobre su propia experiencia de la
Palabra, para decir cómo está influenciando su vida en el trabajo,
familia, sexualidad, relaciones sociales, en relación al dinero,
etc. Después
de dos años, los catequistas que han supervisado el inicio de la
comunidad, vuelven, y en una convivencia de tres días, preparan la
comunidad para el primer escrutinio para el paso al catecumenado. En
este escrutinio, en la presencia del Obispo, la primera parte del
Bautismo se pone ante la persona, de forma que puedan decir
"Amén" y así la gracia que este sacramento otorga en
ellos pueda crecer y desarrollarse. Por tanto, la puerta del
catecumenado se abre para ellos.  SEGUNDA ETAPA: EL CATECUMENADO POST-BAUTISMAL El
catecumenado consiste en dos períodos. Durante el primero, la
comunidad persevera con la Palabra, la Eucaristía y la comunión
entre los hermanos, experimentando el poder de Cristo, dirigiendo el
Neocatecumenado a poner a Dios como el centro de sus vidas,
gradualmente desnudándose ellos mismos, pero sin esfuerzo, de todos
los ídolos (dinero, carrera, afectos) mientras continúan vigilando
como vírgenes en espera del novio. Después de otro año, los
catequistas vuelven para preparar el escrutinio para la entrada
final en el catecumenado, de forma que si el primer escrutinio se
podía comparar con una puerta que se abre, en el segundo escrutinio
las puertas de cierran. Los catecúmenos son ahora iniciados por los
catequistas en una oración individual, diaria y profunda, con la
entrega de los salmos. Entonces, a través de la Traditio y la
Reditio Symboli, descubren como el Bautismo que se les dio una vez
en la Iglesia, los convierte en personas enviadas, testigos de su fe
allí donde trabajan, en sus familias y sobre todo trabajando en la
parroquia en un apostolado hecho explícitamente en el anuncio del
Evangelio, de dos en dos, por todas las casas de su vecindario, y en
el trabajo como catequistas de la parroquia, etc.
En
esta etapa del Camino, los miembros de la comunidad se vuelven
responsables de transmitir la fe a sus hijos. Por tanto, tres tipos
de actividades tienen lugar: primero en la familia, con la
participación de los hijos, segundo en la comunidad y finalmente
hay encuentros de todas las comunidades parroquiales con motivo de
las grandes fiestas, como la Vigilia de Pascua. Hemos descubierto
que la alegría mayor y el centro de nuestra vida está en la
celebración de Pascua, en una gran vigilia que dura hasta el
amanecer. Después
de esto, el descubrimiento de cómo el Bautismo nos hace hijos de
Dios, tiene lugar a través del redescubrimiento y el estudio del
Padre Nuestro en el contexto de una oración maravillosa y profunda,
en la cual se nos enseña a gritar "¡Abba, Padre!"  TERCERA ETAPA: ELECCIÓN Y RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES El
período del catecumenado post-bautismal lleva a los catecúmenos a
la simplicidad, a hacerse ellos mismos pequeños, abandonarse a la
voluntad del Padre. Esto los permitirá - siempre guiados por los
catequistas en unión cercana con el párroco - a pasar, por medio
de este abandono, a una espiritualidad de alabanza y acción de
gracias. Están entonces listos para empezar la última etapa del
Camino: la elección y la renovación de las promesas bautismales.
Por tanto, han pasado a través de las tres etapas fundamentales de
la vida cristiana: humildad (precatecumenado), simplicidad
(catecumenado post-bautismal) y alabanza (elección y renovación de
las promesas bautismales).
 LA FAMILIA DE NAZARET: IMAGEN DEL CAMINO NEOCATECUMENAL Nicodemo
preguntó a Jesús: "¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo si
ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su
madre y nacer?" (Jn 3,4).
Esta
frase ilustra el espíritu de las Comunidades Neocatecumenales,
volver al seno de la Iglesia, volver a nuestra Madre, la Virgen, de
forma que ella regenere en nosotros la semilla que llevamos dentro
por el Bautismo, y hacer que esta semilla crezca. Llamamos
a este tiempo de gestación y crecimiento, el Neocatecumenado.
María, la imagen de la Iglesia y de cada cristiano, recibe el
anuncio de una buena noticia: el Mesías nacerá en ti. Después de
que ella aceptó estas palabras, el Espíritu Santo la cubrió con
su sombra y dio comienzo la gestación de una nueva criatura:
Jesucristo, quien gradualmente se formará hasta el día de su
nacimiento en Belén. Anuncio, gestación, nacimiento y vida
escondida en la pequeña comunidad de Nazaret donde el niño
crecerá hasta que alcance la edad en que pueda tomar la misión que
su Padre le había confiado: estas son las etapas a través de las
cuales nosotros mismos también deseamos pasar, convencidos de que,
a través de ellas, la Iglesia puede ser renovada, para dar una
respuesta a los nuevos tiempos y servir al mundo moderno. Cristo,
quién ha sido constituido por Dios espíritu dador de vida, el
primer nacido de una nueva creación, hace su obra de salvación
accesible al mundo en el Koinonia, en el Ágape de la gente que ha
resucitado por Él en una Iglesia, una comunidad de personas quienes
se aman unos a otros porque el Espíritu se ha derramado sobre
ellos, el Espíritu Santo. El
Neocatecumenado se presenta a sí mismo como un período de
gestación, en el seno de la Iglesia. En estas personas quienes,
como María, dicen su "Así sea" al anuncio del Salvador,
la Palabra empieza a generar una nueva creación, la obra del
Espíritu Santo. La
Iglesia se presenta como una Madre quien engendra, da nacimiento y
cuida de sus hijos hasta que ellos alcanzan la estatura de un nuevo
hombre, de quien San Pablo dice: "Ya no soy yo quien vive, sino
Cristo quien vive en mí" (Gal, 2,20). Y
esta comunidad, en la cual Cristo se hace visible, vive en humildad,
simplicidad y alabanza, como la Sagrada Familia de Nazaret,
conscientes de que tienen una misión; dar tiempo a Cristo para que
nazca en ella, para poder realizar la misión confiada a Él por
Dios, la misión del Siervo de Yahveh. |