Con
5 hijos, adiós al trabajo: se van a Uruguay
Nuoro el 5 de
octubre de 1995
La iglesia del año dos mil se llama familia.
Descartada la
convicción que la palabra de Dios sólo pasa las túnicas
sacerdotales, todos los fieles se convierten en apóstoles del
mensaje cristiano. Y la familia, primera célula social se hace
iglesia itinerante por el mundo.
Es la "Nueva
Evangelización" anunciada por el Concilio Vaticano II.
Alessandra Carroni, 32 años, Gaspare Cirino, 33 y los vivarachos
cinco hijos: Francesco de siete años, Giovanni de seis, Nicola de
cuatro, Giacomo tres años. Y la chiquitina de en cuanto cuatro
meses, Maria. El 12 de diciembre pasado han recibido del Santo Padre
el mandato para ir a predicar al Señor. A primeros de
noviembre parten. Destino Uruguay. La diócesis cerca de que
trabajarán es aquel de Minas, uno ciudad a 100 kilómetros del
capital Montevideo.
Hay ansiedad en
casa Cirino. Las maletas no están todavía listas, pero el ánimo
es firme: «La idea un poco nos asusta», dice Gaspare, piernas
cruzadas y pipa pensativa entre los labios, «pero la fuerza de la
fe nos da ánimo». Y pone enseguida en claro que «no somos super héroes
listos a todo», pero precisa usando las palabras del Evangelio, «somossirves
inútiles qué hacen cuánto corresponde, sin pretender en
cambio remuneraciones de gloria».
Y detrás hay horas
de estudio y el soporte de la comunidad lunar - catecumenale de la
parroquia de San Giuseppe. Por Alessandra es un deseo que él
realiza: «De jovencita inquieta y de izquierda, que fue por ahí
con el puño alzado por darse un poco de aires, se ha convertido en
una mujer, y he entendido que la vida no es un ideal ya listo. Pero
tiene que ser construida despacio llano».
Y alguno sabe algo
con que cinco diablillos cuidar: «Soy uno colaboradora comercial,
pero por ahora me dedico completamente a los niños».
También Gaspare,
en previsión del viaje ha dejado su trabajo de jefe - garajista y
la actividad de carpintero. Una elección difícil de hacer cuánto
de entender hoy a los umbrales del segundo milenio, en una sociedad
a crecimiento cero dónde carrera y dinero parecen el único
pasaporte por elparaíso.
«El
aburguesamiento de los sentimientos - Gaspare explica - y de la
misma Iglesia ha llevado a la pérdida de cualquier valor. El
sentido mismo de la familia no nos es más. Sólo una sobredosis de
divorcios, de abortos. La nueva evangelización preve un renovación
espiritual que parte justo de la familia».
Gaspare y
Alessandra querrían hacer la revolución del perdón, de la
solidaridad y del altruismo. Grandes palabras, nobles propósitos
pero todavía subraya Gaspare: «no tenemos la presunción de ser
perfectos, nosotros también peleamos, allí nos impacientamos con
los niños, pero rodeamos nuestra calle».
Y quizás aquí está
la diferencia: en quererse buscar y al final descubrirse a lo mejor
más frágiles de aquél que se piensa. «Yo soy un gran prepotente»
dice Gaspare que trata de achaflanar la impetuosidad de su carácter,
«Y yo soy rabioso» añade Alessandra.
Los niños mientras
tanto hacen un gran alboroto, por todo ellos es un juego, y el
Uruguay una gran vacación.
El camino de la
familia Cirino hacia Dios, o por quien prefiere, a la búsqueda de
él mismos, apenas sean iniciados, Minas está lejano. En maleta sólo
30 quilos de equipaje, un diccionario de español y mucha voluntad.
Y un rinconcito pequeño pequeño por las felicidades de todo Nuoro.
CECILIA CACCIOTTO
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