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Ing. Raúl Eduardo Ovando Jurado
Consultor Internacional en Planificación y Proyectos
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LA PLANIFICACION ESTRATEGICA EN
ENTIDADES GUBERNAMENTALES
Luis Rodríguez Mena

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LA PLANIFICACION ESTRATEGICA EN ENTIDADES GUBERNAMENTALES
(Parte 1)
Luis Rodríguez Mena
PARTE I
EL MODELO GENERAL
La Planificación estratégica institucional
Son muy conocidas las bases que sustentan la llamada “planificación
normativa” o “planificación tradicional”. Se parte del diseño de un modelo
normativo o imagen-objetivo concebido por las altas autoridades y basado en la
configuración ideal o deseada de la institución, para ser alcanzado a lo largo de
un período de varios años. En dicha imagen se señalan, a escala global, los
propósitos organizacionales, los principales objetivos, las metas, las políticas y
los recursos humanos, materiales, tecnológicos y financieros requeridos durante
el período.
Si bien de alguna manera en los planes normativos se habla de “estrategias”,
no es ése el énfasis principal de la programación, sino que son los objetivos y
las metas, junto con las políticas, el centro del pensamiento planificador. La
noción de estrategia de la planificación estratégica no solamente es más amplia
que la de la planificación tradicional, sino también más profunda: cubre una
extensa gama de escenarios sociopolíticos y socioeconómicos y trata de
penetrar en el perfil actitudinal de los distintos actores.
1
Los reiterados contratiempos en la implementación de los planes nacionales en
América Latina, a la par con los desalentadores resultados de los programas
económicos en práctica en la Región en las últimas décadas, llevaron a pensar
en la necesidad de analizar en profundidad los fundamentos conceptuales de la
planificación tradicional. Como se sabe, la elaboración de modelos técnicos, en
especial los de planificación, se basan a su vez en modelos de racionalidad
formal que tienden a encasillar dentro de una lógica pura las variables de la
realidad socio-institucional. La armonización de esas variables dentro de una
lógica mecanicista de medios-fines usualmente no concuerda con la dinámica
concreta de los hechos. De allí que todo modelo formal, independientemente de
su consistencia lógica, debería enfrentarse al “curso de los hechos” para probar
su validez en la realidad. La captación razonable de las relaciones de causa-
efecto, entre acciones y resultados, es el punto clave donde se centra la noción
estratégica.
El énfasis en lo estratégico vino así a marcar la diferencia en el planteamiento
planificador. Ya no se veía la relación entre medios y objetivos como el simple
1
Un extenso tratamiento del problema de la formulación de estategias puede verse en Robert
Shirley, Michael H. Peters y Adell. El Ansary. Strategy and Policy Formation: a Multifunctional
Orientation. Second edition (New York: John Wiley & Sons, 1981).

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tránsito –casi automático- de un conjunto de acciones hacia un fin deseado. El
empleo de los medios no conducía por si solo al resultado esperado, pues
mediaba entre ellos todo un proceso socio-institucional interno y externo, de
consenso y de conflicto, para entenderse como un complejo socio-técnico de
innumerables y hasta imprevisibles aristas y consecuencias. Tratado en
profundidad, el problema de la fijación de objetivos y metas se ha convertido, a
decir de Fritz Haselholf, en una verdadera “hot potato” para académicos y
ejecutivos.
2
Dentro de este conjunto de ideas, la planificación estratégica vendrá a ser un
esfuerzo sistemático para determinar e instrumentar decisiones fundamentales
que tienen que ver con el tipo de institución que se desea tener, el camino que
ésta debe seguir, así como los recursos que para ello deben obtenerse, todo
esto con énfasis en el análisis de las fuerzas y contrafuerzas que contribuyen o
se oponen a tales cometidos.
En su condición de herramienta administrativa, la planificación estratégica por sí
sola no señala rumbos ni señala estrategias gerenciales para tomarlos.
3
Son
los propios dirigentes institucionales quienes, utilizando esa herramienta,
diseñan la imagen institucional deseada, las decisiones claves y las estrategias
y tácticas requeridas para ejecutarlas. Por tal razón, las acciones para
implementar la planificación estratégica en una organización deben estar
precedidas del convencimiento y el compromiso firme y activo de todas las
líneas ejecutivas.
Muchas organizaciones no utilizan la planificación estratégica, lo cual en modo
alguno significa que no utilicen estrategias y tácticas ni se fijen objetivos. La
gran diferencia al utilizar esta herramienta estriba en que los objetivos, metas,
estrategias y tácticas se conciben por anticipado y en función de los qué los
porqué y los para qué institucionales, lo cual incluye también las interrogantes
sobre la existencia misma de la organización y su lugar y papel dentro de la
constelación de organizaciones de los sectores público y privado.
Un modelo de planificación estratégica
2
Fritz Haselholf. A New paradigm form the Study of Organizational Goals. En H. I. Ansolf R.P.
Declerk y R.L. Hayes (eds) From Strategyc Management (New York: John Wiley & Sons.
1976) p15.
3
El problema de controversia pública acerca de los objetivos y medios se encuentra
ampliamente analizada en Susan L. Carpenter y W.J.D. Kennedy. Managing Public Disputes
(San Francisco, Cal. Jossey-Bass Inc., Publishers, 1988). En cuanto a la “formación de
consenso”, véase Richard P. Nielsen, “Toward a method for Building consensus during
Strategic Planning”, Sloan Management Review, vol 22, num. 4 Summer 1981, pp. 29-40.
Consideraciones interesantes sobre cómo proceder en favor de la realización práctica de
estrategias, pueden verse en Richard G. Hamermesh, Making Strategy Work (New York; John
Wibey & Sons, 1986).

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Todo modelo conceptual de planificación estratégica
4
para organizaciones
públicas debe cumplir con al menos tres requisitos. En primer lugar, tomar en
cuenta aspectos relevantes de la literatura sobre teoría y práctica de
planificación estratégica y sus relaciones con la teoría y práctica de la gerencia
administrativa. En segundo lugar, deberá ser suficiente flexible de manera de
poder adaptarse a los diferentes tipos de entidades gubernamentales. Y en
tercer lugar, facilitar la aplicación por etapas de manera de permitir avanzar
hasta donde la organización lo considere útil, suficiente y factible de acuerdo
con sus propias limitaciones y potencialidades.
El modelo que se propone toma muy en cuenta elementos consagrados de la
teoría y práctica de la planificación estratégica, pero introduce variantes en su
disposición tratando de incorporar, extender y detallar algunos de los conceptos
implícitos.
Dicho modelo se describe gráficamente en los cuadros I y II. En el cuadro I se
presenta el modelo básico de planificación estratégica sin referencias concretas
a situaciones reales ni hipotéticas. En el cuadro II se amplía el contenido del
cuadro anterior con la presentación de un ejemplo hipotético de diseño de una
línea estratégica.
El modelo puede dividirse en cuatro partes. La primera intenta describir
analíticamente la situación actual de la institución, tomando como elementos:
las oportunidades que en el ambiente externo se le presentan a la institución,
cuyo aprovechamiento redunda en ventajas para las estrategias
correspondientes; los peligros o amenazas, también provenientes del ambiente
externo, que es necesario neutralizar o aminorar para favorecer el empleo de la
estrategia; las debilidades internas de índole estructural, funcional, tecnológica,
de recursos humanos, etc., que deberán atenuarse o corregirse; las fortalezas
que apuntalan la gestión gerencial y posibilitan el logro de los objetivos: el
mandato legal que estimula o inhibe las potencialidades organizacionales, los
grupos internos de interés, que modelan, aceleran o desaceleran los procesos
institucionales; las instituciones o grupos de interés externos que también
contribuyen a moldear y condicionar la conducta de la entidad; y finalmente, la
descripción de las ejecutorias institucionales, que permitirán conocer en detalle
qué metas y objetivos se están logrando, con cuáles y cuántos recursos, cuál es
el estado financiero-económico, hacia dónde se dirige la organización, cuáles
son sus principales fallas, etc.
4
Aspectos decisivos sobre el diseño de un modelo de planificación estratégica podrá
encontrarse en Peter Lorange and Richard F. Vansil, “ How to Desing a Strategic Planning
Systems” en Harvard Business Review, vol. 54 N.5, sept-oct.1976, pp 75-81; en Noel M.
Tichy, Charles J. Fombrum and Mary Anne Devanns, “Strategy Human Resource
Management”, Sloan Management Review, vol. 23 Num. 2, Winter 1982, pp 47-61; y en John
M. Bryson, Stragyc Planning for Public and Nonprofit Organizations (San Francisco, Calif.
Jossey-Bass, 1988)

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Todo lo anterior le brinda al planificador una visión integral de lo que está
ocurriendo y del rumbo que viene siguiendo la Institución. En posesión de esa
información, se está entonces en condiciones de comenzar a aplicar un
determinado modelo de planificación estratégica que conduzca a reflexiones
sobre la misión institucional presente y, de ser el caso, su sustitución por una
nueva que oriente los esfuerzos en el futuro. Ello se realiza a través de un
conjunto de interrogantes fundamentales entre las cuales se destacan: ¿Qué
tenemos? ¿Qué queremos hacer? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos
hacer? ¿Qué estamos haciendo? ¿Cuán bien lo estamos haciendo?
Una vez definida la misión futura, de ella se desprenderán los distintos
programas institucionales que se llevarán a la práctica. En cada programa se
desarrollan varias líneas estratégicas según sea la importancia y amplitud del
mismo. Tal y como se muestra en el cuadro I, de un programa se deriva una (o
varias) área estratégica, que vendría a ser un ámbito administrativo del
programa sobre el cual deben tomarse decisiones fundamentales. Del área
estratégica emerge el planteamiento estratégico o conjunto de interrogantes
fundamentales de dicha área que deben ser respondidas mediante la fijación de
objetivos, los que a su vez se alcanzarían mediante la aplicación de estrategias
y tácticas especialmente concebidas para tal propósito; la estrategia vendría a
ser las modalidades bajo las cuales se ejecutarían las decisiones de la
organización, y las tácticas constituirían el detalle o especificación de esas
modalidades.
Ambas, la estrategia y la táctica, conducirían a la obtención de metas o a un
resultado esperado o posible, según sea el caso. La determinación de las
fortalezas, debilidades, oportunidades y peligros no solamente debe hacerse
para la organización como un todo, sino también, en una etapa avanzada de la
implantación de la planificación estratégica, para el caso de las estrategias y
tácticas de cada programa, tal y como se muestran en el cuadro II. Así mismo,
se trazarán lineamientos para el tratamiento de actores y, en el caso de que las
metas o resultados esperados conlleven al empleo de recursos económicos,
éstos deberán integrase al presupuesto institucional.
PARTE II
FUNDAMENTOS
DE
UNA
CULTURA
INSTITUCIONAL,
PRESUPUESTARIA Y DE PLANIFICACION
Los modelos técnicos que usualmente utilizan las organizaciones en la
sistematización de sus operaciones, se basan en criterios de racionalidad
formal. Como se sabe, la racionalidad formal optimiza o trata de optimizar la
relación entre medios y fines, dentro de un proceso lógico de utilización de
recursos. La intuición, por el contrario no se rige por criterios de racionalidad
pues se mueve más en el plano de las sensaciones, sentimientos, creencias no
necesariamente comprobadas formalmente, etc. Es un error pensar, que la
racionalidad es “buena” y la intuición es “mala”. Ambas forman parte de la
complejidad de la toma de decisiones y usualmente se complementan entre si.

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Lo que si resulta inconveniente es un desbalance muy marcado entre ambas:
administrar dependiendo casi exclusivamente de la intuición propicia el
despilfarro de recursos y tiende a producir decisiones erráticas; y un énfasis
desmedido en la racionalidad formal, distancia al ejecutivo de la realidad pues
desaprovecha el conocimiento que se obtiene por vía subjetiva. De allí que una
adecuada cultura presupuestaria y de planificación debe buscar y aprovechar
los instrumentos técnicos que nos dan los modelos racionales, enriquecidos por
los aportes subjetivos de la intuición.
Los procesos presupuestarios y de planificación como procesos políticos.
La política no solo puede verse como militancia partidista. También puede verse
como interacción entre intereses de diferente índole, lo cual no necesariamente
presagia conflicto, aunque ello es factible. Los grupos de interés son
perfectamente legítimos en un sistema democrático y, lógicamente, también
dentro de las organizaciones que lo componen.
Por lo tanto, dentro de las instituciones también se dan procesos políticos,
queramoslo o no. Y estos procesos podrán o no ser partidistas. En todo caso, la
cultura de una organización siempre será un terreno de controversia, tenue o
intensa entre intereses o grupos que tendrán puntos de vista no siempre
coincidentes en cuanto a las normas internas, las técnicas que se aplican en la
toma de decisiones, los nombramientos, la operación de los distintos sistemas,
la distribución de los recursos, etc. Por todo ello, la gerencia de los sistemas de
presupuesto y de planificación siempre se dan en medio de una cultura de
discrepancias y tensiones, que ningún modelo técnico, por más ”virtuoso” que
sea, podrá evitar. Por tal razón es que se dice que administrar un sistema
integrado de planificación/presupuesto es el arte de “distribuir insatisfacciones”.

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Diferencia de conceptos
Es importante que toda organización distinga claramente entre planificación y
plan y entre presupuesto y administración presupuestaria. El plan es un
documento que se elabora períodicamente y en el que se resume todo el
proceso de indagación y toma de decisiones fundamentales; la planificación es
permanente y supone un seguimiento contínuo de la aplicación del plan y de los
elementos del modelo técnico que lo sustentan, con miras a introducir los
correctivos a que haya lugar, a través de los mecanismos institucionales de
toma de decisiones.
Por su parte, el presupuesto es un documento que recoge las decisiones acerca
de la distribución de recursos entre las diferentes actividades institucionales; la
administración presupuestaria, como es de suponer, es mucho más amplia, por
cuanto comprende una labor permanente y reiterativa que va desde la
formulación hasta la ejecución, control y evaluación de la ejecución y del
comportamiento del sistema técnico de toma de decisiones financieras
pertinente a los distintos programas.
La cultura presupuestaria y de planificación debe dar el debido peso e
importancia a estos aspectos, de manera tal que en la mente de los
funcionarios exista un adecuado entendimiento del significado de cada uno de
estos términos, que permite la aplicación creativa, pero cuidadosa, de los
mismos.
La planificación y el presupuesto como formas de pensar
Más que un conjunto de preceptos técnicos o una serie de documentos
explicativos del sistema, o un conjunto de cifras o programas, el presupuesto y
la planificación como instrumentos de gerencia son básicamente una manera de
analizar situaciones para la posterior toma de decisiones.
En tanto esto último no forme parte de la “rutina” institucional, no podrá decirse
que impere una cultura presupuestaria y de planificación. De nada vale que se
elabore un amplio y detallado documento que incorpore innovaciones técnicas
importantes, si en la mente de los ejecutivos no se obtiene provecho de los
mismos; si la elaboración de planes y presupuestos no es más que una rutina
formal, poco utilizada a la hora de las grandes decisiones, no podrá decirse que
exista una cultura presupuestaria y de planificación que enriquezca y apuntale a
la gerencia institucional.

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La “solución técnica” y el “éxito de la solución”
La “solución técnica” se obtiene mediante la aplicación de un conjunto de reglas
o normas y de operaciones racionalizadas que tratan de resolver, en el plano
formal, un problema planteado.
Una vez obtenida la solución técnica, se procede a aplicarla en el contexto
organizacional a fin de resolver el problema en el plano ya no meramente
formal, sino en el mundo material o de la realidad. De resolverse el problema en
este plano material, se dirá entonces que se logró el “éxito de la solución”.
Tener una clara noción de lo que estos dos “momentos” del continuo de toma
de decisiones, es vital para toda organización. El “éxito de la solución” está
dado por la constelación de fuerzas y contrafuerzas que interactúan dentro y
fuera de la organización, las cuales usualmente no forman parte dentro de los
modelos técnicos. Una cultura que privilegie los modelos técnicos muy por
encima de las variables contextuales, abonará el terreno para el fracaso de
dichos modelos; un énfasis a la inversa ahoga las iniciativas técnicas y tiende a
frenar la eficiencia organizacional. De nuevo aquí se requiere de adecuado
balance que fortalezca y enriquezca la toma de decisiones.

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Gráfico I
Modelo básico de planificación estratégica
Programa A
Programa B
Area estratégica
Planeamiento
Estratégico
Objetivos
Estrategia
Táctica
Resultados
Esperados
Presupuesto
Situación
actual
(Misión actual)
Oportunidades
Amenazas
Ejecutorias
institucionales
Mandato
legal
Grupos de
interés internos
Grupos institucional
s de interés
externos
Modelo de
planificación
estratégica
Misión
futura
Debilidades
Fortalezas
¿Qué tenemos?
¿Qué queremos hacer?
¿Qué podemos hacer?
¿Qué debemos hacer?
Aprovechar
oportunidades
Enfrentar y neutralizar
amenazas
Obtener ventajas de
fortalezas
Disminuir o atenuar
debilidades
Tratamiento de actores
Aliados
Neutrales
Oponentes

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Gráfico II
Modelo hipotético de planificación estratégica
Area estratégica: Absorción
creciente de nuevas funciones
Planeamiento Estratégico:
¿Que funciones deben permanecer
en la institución?
¿Cuáles deben desincorporarse?
¿Cómo evitar la asignación de
nuevas funciones no convenientes?
Objetivos:
Realizar sólo aquellas funciones
que la institución desee y pueda
ejecutar con idoneidad y que
además encuadren dentro de sus
objetivos e intereses
fundamentales
Estrategia:
Preparar un proyecto de nuevo
instrumento legal para la institución
e iniciar un intercambio y discusión
de opiniones con personalidades y
entidades involucradas, públicas y
privadas, en relación con los
intereses y necesidades de la
institución.
Táctica: Lograr, en primer término,
el apoyo de instituciones y
personalidades del sector privado
para gestiones posteriores ante
otros niveles de gobierno.
Meta o resultado esperado:
Desincorporar las funciones “X” y
“Z” a más tardar para fines del año
en curso , y negociar y obtener
respuesta favorable para la
incorporación de la función “G”
Misión actual
Programa A
Oportunidades
Amenazas
Ejecutorias
institucionales
Mandato
legal
Grupos de
interés internos
Grupos
institucionales de
interés externos
Modelo de
planificación
estratégica
Misión
futura
Debilidades
Fortalezas
Qué tenemos?
Qué queremos hacer?
Qué podemos
hacer?
Aprovechar
oportunidades
Enfrentar
y
neutralizar
amenazas
Obtener ventajas de
fortalezas
Disminuir o atenuar
debilidades
Tratamiento de actores
Aliados
Neutrales
Oponentes
La institución tiene imagen pública de credibilidad
Posible apoyo para un nuevo proyecto de ley
Posible alianza con entidades con problemas similares
Lucha intensa para ceder funciones
Ceder funciones podría significar cesión de poder
Nuestros oponentes no negarán apoyo en el futuro
Internamente existen opiniones disímiles acerca de cuáles
funciones transferir y cuales no
No contamos con negociadores experimentados
No tenemos experiencia previa en este tipo de
negociaciones
Nuestros argumentos son razonables
Existe voluntad interna para enfrentar el problema
La institución siempre ha colaborado con otras entidades