La vida es sueño es una de las obras más notables de Calderón de la Barca. En el siguiente fragmento, Segismundo se lamenta de su suerte y expresa la idea del delito de nacer, entendido como pecado original o culpa. La desesperanza tan absoluta que expresa el personaje sobre la existencia ha convertido este soliloquio en uno de los textos más característicos de la duda existencial.

Fragmento de La vida es sueño.

De Pedro Calderón de la Barca.

Acto I.

 SEGISMUNDO

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

Apurar, cielos, pretendo,

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

contra vosotros naciendo;

aunque si nací, ya entiendo

qué delito he cometido.

Bastante causa ha tenido

vuestra justicia y rigor;

pues el delito mayor

del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber,

para apurar mis desvelos

(dejando a una parte, cielos,

el delito de nacer),

qué más os pude ofender,

para castigarme más.

¿No nacieron los demás?

Pues si los demás nacieron,

¿qué privilegios tuvieron

que yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas

que le dan belleza suma,

apenas es flor de pluma

o ramillete con alas,

cuando las etéreas salas

corta con velocidad,

negándose a la piedad

del nido que deja en calma:

¿y teniendo yo más alma, tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel

que dibujan manchas bellas,

apenas signo es de estrella,

gracias al docto pincel,

cuando, atrevido y cruel,

la humana necesidad

le enseña a tener crueldad

monstruo de su laberinto:

¿y yo, con mejor distinto,

tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,

aborto de ovas y lamas,

y apenas, bajel de escamas,

sobre las ondas se mira,

cuando a todas partes gira,

midiendo la inmensidad

de tanta capacidad

como le da el centro frío:

¿y yo, con más albedrío,

tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra

que entre flores se desata,

y apenas, sierpe de plata,

entre las flores se quiebra,

cuando músico celebra

de los cielos la piedad

que le dan la majestad,

el campo abierto a su ida;

¿y teniendo yo más vida, tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,

un volcán, un Etna hecho,

quisiera sacar del pecho

pedazos del corazón.

¿Qué ley, justicia o razón

negar a los hombres sabe,

privilegio tan süave,

excepción tan principal

que Dios le ha dado a un cristal,

a un pez, a un bruto y a un ave?

 

 

Fuente: Calderón de la Barca, Pedro. La vida es sueño. Edición de Ciriaco Morón Arroyo. Madrid. Ediciones Cátedra, 1989.