UNA SIMPLE CRESTA!

Volver al tema principal

A partir de la segunda semana de vida embrionaria se empieza a formar la capa mesodérmica del embrión. Esta, constituída al principio por células que en nada se parecen a las del adulto, tienen la capacidad de diferenciarse, según el estímulo bioquímico microambiental (activación e incactivación de genes), hacia células formadoras de hueso, músculo, cartílago y tejido conectivo.

Es intresante el proceso de formación y crecimiento de los miembros superiores e inferiores que, al principio, cosntan simplemente de una yema de mesénquima revestida por una delgada capa de epidermis. Lo que determina el crecimiento pregresivo del hueso es una estructura, conocida como la cresta ectodérmica apical, que lleva, en el extremo distal de la extremidad, el estímulo que hace que las células mesenquimales se dividan. La diferenciación hacia cartílago (que después será hueso) o músculo se da en las células proximales a dicha cresta.

En las fases finales del desarrollo de los miembros la Cresta Ectodérmica Apical empieza a sufrir apoptosis y queda separada, por cuatro intervalos, en cinco segmentos. Como el estímulo de crecimiento sobre las células mesenquimales continúa, empiezan a formarse los dedos de las extremidades (Esto ocurre obviamente, en las humanos y en los animales que tienen cinco dedos; en los caballos, en las vacas y en los anmales de menos dedos ocurren procesos un poco diferentes. Pero como la biología a veces se comporta diferente a lo común, puede ocurrir que en un humano la placa se divida en cuatro o seis segmentos; el resultado, dos dedos juntos o seis dedos (raros, sí; pero, que los hay, los hay).