Si las gotas de lluvia tuviesen alma sentirían dolor al caer y desearían seguir siendo nubes mecidas por el viento. Yo soy el alma de la lluvia y vosotros las gotas que me hacéis sufrir. A veces, cuando llueve con fuerza el sufrimiento se hace insoportable y necesito compartir mi dolor... Él intentó dar un alma a cada gota, para evitar que siguiesen cayendo... para que yo dejase de sufrir.
Intentó crear un mundo en el que las mentiras doliesen más aún que las heridas. Y olvidó, que la lluvia era lluvia porque caía.
Susurros de Sheyla
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