INDIA: LOS PRINCIPALES PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES, SUS EFECTOS SOBRE LA POBLACIÓN MÁS POBRE Y EL IMPACTO DE GÉNERO

 

Imma Llort i Juncadella

 

Nota para el lector o lectora:

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En este artículo nos limitaremos a analizar aquellos problemas medioambientales del país que afectan sobre todo a la población más pobre ("adivasis" y "dalits") y, dentro de estos sectores, cómo afectan en especial a las mujeres que son quienes tienen una relación más directa con el medio natural.

La deforestación

La cobertura forestal de la India se está deteriorando rápidamente, tanto cuantitativa como cualitativamente. Cada año se pierden 1,3 millones de hectáreas de bosques, al tiempo que disminuye la diversidad de especies vegetales que los pueblan.

Esta deforestación acelerada obedece principalmente a tres factores: el incremento de la demanda de madera para la industria maderera; el aumento del consumo de leña como combustible de uso doméstico, un consumo que crece a medida que la población aumenta; y la construcción masiva de embalses en las cuencas de los grandes ríos del país.

Para mantener la Revolución Industrial en Gran Bretaña, se precisaba en la India una buena red ferroviaria que permitiera transportar las materias primas que se extraían de la colonia hasta los puertos de donde zarpaban los barcos cargados hacia Europa. La construcción de esta extensa red (en la actualidad una de las más largas del mundo) supuso la tala de muchas hectáreas de bosque.

La gestión de los bosques no cambió con la transferencia de poderes al gobierno indio tras la Independencia, ni ha cambiado con los gobiernos que se han ido sucediendo. De hecho, la legislación vigente se sigue basando en la "Forest Act", una ley del 1927 decretada en plena dominación británica, revisada en 1952 y 1982 pero a la que no se le han aplicado enmiendas substanciales, al margen de endurecer el control por parte del gobierno del acceso de la población rural pobre a los bosques. La reforma de 1982 fue muy controvertida, ya que suponía un mayor control (con la corrupción que ello comporta) sobre el sector más marginado de la sociedad: las mujeres tribales, que son quienes diariamente recogen ramas secas y hojarasca de los bosques, pero que saben cómo hacerlo sin expoliarlo. Al tiempo que se limita el acceso al bosque a estas mujeres, con una bona compensación económica bajo mano (backshis), los guardas forestales cierran los ojos y las empresas madereras talan tranquilamente grandes extensiones de bosques.

Desde hace unos años, algunos estados de la India promueven programas de reforestación social en tierras no forestales privadas y comunales. Estos programas han sido muy criticados por gran parte de la población, ya que se están haciendo con especies de interés comercial, principalmente eucaliptos y pinos, pensando en la demanda industrial, y no con especies que puedan satisfacer las necesidades de combustible, forraje, de materiales de construcción y de alimento de las poblaciones rurales locales. Dichas especies no contribuyen demasiado a la restauración del medio, ya que tienen una baja capacidad de retención del agua y del suelo vegetal.

Los terratenientes han aprovechado estos programas de reforestación, subsidiados por el gobierno, para obtener más rendimiento de sus tierras de cultivo marginales, reforestándolas con especies comerciales, cosa que ha agravado la escasez de combustible, sobre todo entre los y las jornaleras sin tierra quienes, al no disponer de rastrojos ni de excrementos del ganado propios y ser demasiado pobres para poder comprar leña, gas o aceite de quemar para cocinar o calentarse en zonas frías, tradicionalmente usaban como combustible los rastrojos generados en las tierras del amo.

La substitución de las especies arbóreas tradicionales por eucaliptos tiene un impacto muy grande en la vida de las poblaciones tribales y de montaña. Normalmente, estas poblaciones, que viven en la pobreza extrema, complementan su dieta alimenticia con productos que recogen de los bosques y tierras comunales al tiempo que se proveen de la paja para los techados de sus casas y de leña. En esta nueva situación ello ya no es posible y han tenido que dejar de criar los pocos animales de que disponían. Ni tan sólo se benefician de la demanda de mano de obra para la tala, primero y la reforestación posteriormente, ya que los contratistas prefieren mano de obra de foránea, en principio menos conflictiva.

En boca de un adivasi "...No se puede decir que el eucalipto sea socialmente indiferente, ya que compite con las personas por la tierra ".

En los últimos años, muchas ONGs, organizaciones de voluntariado y "mahila mandals" (grupos de mujeres rurales) han puesto en marcha campañas de reforestación con objetivos y metodologías muy diferentes. Para estos grupos la reforestación tiene como objetivo cubrir las necesidades de alimento, pasto para el ganado y leña de las poblaciones más pobres, mayoritariamente tribales. Estos programas se ejecutan principalmente en las tierras comunales y la población beneficiaria es quien participa directamente en el proyecto. Además, hay una componente educativa muy importante: no se basan en el trabajo voluntario de la población pobre; estos programas suponen una fuente de ingresos extra para lapoblación. Evidentemente, a pesar de las dificultades, dichos programas de reforestación social han resultado ser mucho más eficientes.

La deforestación y la reforestación con especies como el eucalipto afecta también, y de manera especial, a las mujeres rurales. Por la división sexual del trabajo, estas mujeres son las responsables, entre otras cosas, de recoger la leña y la hierba para el ganado. Tradicionalmente lo conseguían en las tierras y bosques comunales, pero la degradación ambiental creciente está haciendo cada vez más pesada esta tarea. Si antes era un paseo de media hora, ahora las mujeres invierten de 3 a 6 horas diarias de promedio para recoger la leña y pasto que necesitan para el consumo diario. El tiempo que invierten las mujeres en esta actividad se suma a una jornada ya sobrecargada por el trabajo doméstico y el agrícola obligando a las mujeres a recurrir a sus hijas para que les ayuden. La deforestación y el deterioro del medio ambiente en general contribuyen a incrementar el absentismo escolar y el analfabetismo especialmente entre las niñas y han impuesto cambios en la dieta alimentaria de la familia, ya que las mujeres disponen de menos tiempo para otras tareas domésticas como cocinar. Cada vez es más frecuente cocinar una sola vez al día y preparar platos que precisan menos tiempo de cocción y elaboración aunque su valor nutritivo sea inferior.

Dado el alto índice de desempleo, en la India, entre 2 y 3 millones de personas, principalmente mujeres tribales, ganan un máximo de 10 rupias diarias (unas 40 pesetas) recogiendo leña en el bosque y vendiéndola.

El "desarrollo sostenible" es un concepto relativamente nuevo, pero para las mujeres indias de las poblaciones de montaña siempre ha estado claro. En la India, movimientos como el "Chipko" y "Appiko", así lo atestiguan.

La gestión del agua y los elefantes blancos

El acceso al agua (sobretodo potable), junto con la dificultad para conseguir combustible, forraje y materiales para la construcción, es uno de los problemas más graves que tiene que afrontar el sector de población pobre de la India. El 70% de la población no tiene acceso al agua potable.

En la India, la estación de lluvias -conocida como el monzón- empieza a mediados de junio en el sur del país y acaba a finales de agosto o principios de setiembre en el norte. Algunas zonas del país tienen dos monzones, en cualquier caso, la intensidad de las lluvias varia mucho de una región a otra y de un año al siguiente. Ante esta realidad es preciso almacenar agua para poder disponer de ella en tiempos de sequía. Antiguamente se recogía en tanques y pequeñas reservas, pero durante la colonización británica y, posteriormente, con la independencia, ésta dejó de ser una práctica habitual. Si hasta entonces la mitad de los cultivos se regaban con agua almacenada mediante dichos sistemas, en la actualidad el porcentaje es sólo de un 10%. Actualmente sólo se aprovecha la décima parte del agua de la lluvia y las previsiones indican que dentro de 40 años sólo se utilizará una cuarta parte.

Se estima que las reservas de agua subterránea del país son 10 veces más grandes que las lluvias anuales. El 40% del agua que se utiliza en la India proviene de las zonas forestales. Los bosques absorben el agua de la lluvia y la liberan lentamente. Estas reservas están amenazadas por contaminación y salinidad.

La actividad agrícola "moderna", la llamada Revolución Verde, basada en el uso de semillas mejoradas de alto rendimiento, pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos, es la causa principal de la polución del agua en las zonas rurales. Además, estos cultivos precisan grandes cantidades de agua, que de no haberla superficialmente se extrae de las reservas subterráneas de agua del país, amenazando su sostenibilidad. La construcción de pozos cada vez más profundos supone además un gasto adicional para la población rural. En la costa los pozos y las tierras de cultivo se salinizan, disminuyendo su producción hasta el extremo de dejar de ser aptos para la agricultura. El uso excesivo de pesticidas y insecticidas y el vertido directo de aguas residuales procedentes de las pequeñas industrias de curtidos o textiles (de ubicación principalmente rural), contamina tanto el agua superficial como la subterránea, afectando la salud de la población y de la fauna de agua dulce.

Contrariamente a lo que ocurre en otros países del Tercer Mundo, India continua siendo un país eminentemente rural. Una vez más, es responsabilidad de las mujeres conseguir el agua necesaria para el consumo familiar diario. India cuenta con una tradición de recolección, almacenamiento y uso de agua de calidades distintas según la actividad. Nunca se utiliza agua potable para lavar la ropa, bañarse o hacer la limpieza, reservándola para beber y cocinar. Para las mujeres rurales, ir a buscar agua siempre ha tenido una componente de socialización. Es una tarea que siempre hacen en grupo y para muchas mujeres es el único momento del día que salen de su entorno familiar y del pueblo. En la fuente, mientras se llenan los cántaros, se lavan, bañan a las criaturas, hacen la colada, hablan y juegan; a menudo se trata de su único espacio de ocio. La fuente era un espacio de mujeres quienes, a su vez, se hacen cargo de su mantenimiento, limpiando los alrededores, las fuentes, reservas y pozos de agua potable.

El tema de los pozos de agua, es uno de los ejemplos más claros de lo que en la jerga de la cooperación se vienen llamando "los elefantes blancos". En los último años, los programas de desarrollo rural han construido muchos pozos de agua en las zonas rurales y los y las planificadoras se sorprenden que en muchos casos, tras la construcción de un pozo en el centro del pueblo, las mujeres continúan yendo a buscar agua donde siempre lo han hecho... La respuesta se debe buscar en que, por un lado, no se suele contar con la opinión de las mujeres, usuarias principales sino únicas, en el momento de decidir sobre la conveniencia de tal o cual proyecto de desarrollo. Las mujeres tienen prioridades diferentes a las de los hombres, ya que sus responsabilidades, tanto en la reproducción como en la producción, son diferentes. Las mujeres no quieren renunciar a sus espacios. ¿Quién se bañaría en medio del pueblo, a la vista de todo el mundo? ¿Cuándo hablarían de sus cosas fuera del control del resto de la familia?.

Por otro lado, la construcción de estos pozos no involucra a la población local. Cuando se estropea el sistema de bombeo, el pozo deja de funcionar hasta que no llegan los técnicos, si es que llegan. La tecnología es un arma de doble filo, pudiéndose utilizar como instrumento para explotar a los más débiles. Por esta razón, a menudo, las familias más ricas del pueblo se aprovechan de esta situación, arreglando las averías, apropiándose legalmente o de facto de los pozos y limitando el acceso de las familias más pobres, cobrando por extraer el agua como si fuera de su propiedad, etc.

Ciertamente, las cosas han ido cambiando y las mujeres participan cada vez más en la toma de decisiones y en el proceso de desarrollo pero, por increíble que parezca, sigue siendo una práctica habitual.

Cuando el agua deviene un recurso escaso, tanto en las zonas rurales como urbanas, las mujeres sufren más directamente las consecuencias. En las ciudades, cada día hay que levantarse antes o incluso dormir haciendo cola frente a la fuente. En los pueblos hay recorrer distancias cada vez más largas.

Inundaciones, embalses y diques de contención

La India ha sufrido siempre periodos de sequía y de inundaciones asociadas al monzón; por ello, tradicionalmente y a nivel local, se tomaban medidas para evitar que sus efectos fueran devastadores. Ahora, cada vez las inundaciones son más frecuentes y provocan más daños personales y materiales. Actualmente, la India es el segundo país del mundo, tras Bangladesh, en lo que respecta a la magnitud de las inundaciones. Las habidas recientemente en el estado de Orissa, con unas pérdidas de vidas humanas decenas de veces superiores a las ocasionadas por el Mitch en Centroamérica un año antes, así nos lo recuerdan.

El número de persones afectadas directamente per las inundaciones (víctimas mortales, pérdida de bienes materiales, cosechas, ganado, etc.) crece a un ritmo más acelerado que el crecimiento demográfico del país. Las víctimas de las inundaciones son mayoritariamente los sectores más pobres de la sociedad. Sufrir las consecuencias de una inundación los sitúa en una posición más vulnerable para volver a recibir cuando se produzca la próxima.

Con la Independencia, el gobierno puso en marcha una campaña para combatir las inundaciones. Parecía que la construcción de diques de contención a ambos márgenes de los ríos, en algunos casos, y la construcción de embalses, en otros, sería la solución. Durante los primeros años del gobierno de Nerhu se destinaron grandes recursos económicos a lo largo de algunos de los ríos más importantes del país. Los embalses se convirtieron en el símbolo de la modernidad y del desarrollo. Pero muy pronto se demostró su ineficacia, por lo menos en cuanto a evitar o disminuir las inundaciones se refiere. De hecho, a medida que se han ido construyendo más embalses y diques de contención, los efectos de las inundaciones han sido más graves.

En la India existen más 400 embalses en funcionamiento y muchos en proceso de construcción. Los más emblemáticos serían los sistemas de macroembalses de los ríos Narmada y Terhi, el segundo en la zona de los Himalayas, que han generado movimientos de protesta conocidos internacionalmente.

Los Himalayas, una de las cordilleras más jóvenes del planeta, se formó al chocar la placa tectónica del subcontinente indio con la de Asia y todavía presenta mucha actividad geológica, razón por la cual son frecuentes los movimientos sísmicos y los desprendimientos de tierras. El terremoto de 1989 en Uttrakashi, en la cabecera del río Terhi, donde se sitúa uno de los embalses de construcción más conflictiva y criticada, es el último de una lista que todavía no se ha cerrado.

Sólo tuvieron que pasar 15 años para que el mismo gobierno indio reconociera que era imposible acabar con las inundaciones y que se precisaba cambiar el enfoque del problema. Siempre ha habido inundaciones y siempre las habrá y, sin exceso, favorecen la renovación de los nutrientes del suelo vegetal haciéndolo más fértil. Hay que aprender a convivir con ellas y crear las condiciones para que los daños personales y materiales sean mínimos. Se debe invertir más en la investigación sobre las previsiones, mejorar la infraestructura de salvamento y rescate, asignar terrenos donde se pueda instalar la población más vulnerable mientras dura la situación de riesgo, volver al cultivo de variedades vegetales más resistentes a las inundaciones, reforestar con vegetación autóctona las cabeceras de los ríos, volver a las técnicas de control local de las inundaciones, etc.

No obstante, el gobierno actual sigue manteniendo la política de construir grandes embalses ya que su prioridad es la producción de energía eléctrica y asegurar el abastecimiento de agua a las explotaciones agroindustriales de los estados de Gujarat, Punjab, etc. y a las zonas urbanas donde se concentra la población de clase media-alta, acomodada, con un alto nivel de consumo de agua y energía.

Los embalses de las partes altas de los ríos que nacen en los Himalayas presentan problemas adicionales de construcción y de funcionamiento. Los frecuentes desprendimientos de tierra cargan de aluviones los ríos que, al desembocar en los embalses y perder velocidad, los sedimentan. De esta manera disminuye la profundidad del embalse y su capacidad para almacenar agua aumentando el riesgo de inundaciones.

Para que los ríos puedan descargar parte del agua que arrastran en momentos de grandes crecidas, los embalses deberían estar prácticamente vacíos, lo que es incompatible con el uso de los embalses para almacenar agua para el riego o para generar electricidad. A pesar que se intenta justificar la construcción de los embalses como medida preventiva de las inundaciones, la tentación de obtener beneficios económicos mediante la producción de electricidad o regadío es demasiado grande. Es por esta razón que los embalses de la India están al límite de su capacidad y sólo mientras dura el monzón se abren las compuertas y se deja bajar el nivel del agua. Pero si el monzón rebrota se produce el desastre, ya que los embalses, llenos a rebosar, no pueden absorber el agua de la lluvia. Ésto es precisamente lo que sucedió en 1988 i 1993, cuando gran parte del territorio del Punjab quedó bajo las aguas, causando muchas pérdidas personales y materiales.

A pesar de ello, la construcción de grandes embalses se sigue presentando como la mejor solución a los problemas de agua del país, aunque no se destina a las zonas más secas ni a la población más pobre. Los beneficiarios directos son las agroindustrias y los latifundistas.

A ello cabe añadir los efectos sociales y medioambientales a largo plazo de dichos embalses. Su construcción supone la inundación de grandes zonas forestales, la desaparición bajo el agua de buenas tierras de cultivo, de innumerables pueblos, de especies vegetales y animales y la aparición de miles e incluso millones de refugiados medioambientales, la mayoría gente pobre y tribal, que se ve obligada a abandonar su casa, sus tierras y, a menudo, su estilo de vida sin recibir a cambio ninguna compensación económica. Los terratenientes reciben compensaciones por la expropiación de sus tierras; pero a los que disponen de ella como arrendatarios o los que la trabajan (jornaleros y jornaleras) o la tienen en régimen de propiedad colectiva, deben abandonarla forzosamente, siendo reubicados, en el mejor de los casos, en una nueva tierra, siempre de peor calidad, menos accesible y de secano.

La construcción de embalses y los sistemas de regadío crean algunos puestos de trabajo pero a cambio se destruye la base de la subsistencia de la población tribal autóctona. Medio millón de hectáreas de bosque han quedado sumergidas bajo el agua (aproximadamente una superficie 10 veces mayor que la que se beneficiará de los canales de regadío).

Como alternativa se propone la construcción de pequeños embalses o reservas de agua hechas con barro por ser más ecológicos y económicos. No producen erosión del suelo, deforestación ni desertización y no provocan el desplazamiento forzoso de los habitantes de la zona.

De hecho, la construcción de los grandes embalses es hoy el tema más controvertido desde el punto de vista medioambiental en la India y ha generado amplios movimientos sociales de oposición. El primero de ellos fue el que se opuso al proyecto de Silent Valley en el estado de Kerala, a finales de los setenta y supuso la aparición de un nuevo tipo de lucha de la sociedad civil que consiguió la suspensión del proyecto. Les siguieron otros: Narmada Bachao Andolan en los estados de Gujarat, Maharashtra, Madhya Pradesh; Munnar Tconé en Kerala, Bedthi en Karnataka, Terhi y Vishnuprayag en Uttar Pradesh, Koel-Karo en Bihar, Lalpur en Gujarat, Bhopalpatnam y Inchampalli en Madhya Pradesh, Maharastra y Andhra Pradesh, etc. que han hecho de la India un verdadero laboratorio de movimientos sociales.

El más conocido internacionalmente es Narmada Bachao Andolan. El caso del Proyecto de la Cuenca del río Narmada, junto al Ganges uno de los ríos más sagrados para el Hinduismo, financiado en gran parte por el Banco Mundial, comprende la construcción de 329 embalses grandes, 450 medianos y unos cuantos centenares más pequeños. Esta obra faraónica supone el desplazamiento de más de un millón de personas, la mayoría no han recibido ninguna compensación económica ni se les ha proporcionado un emplazamiento alternativo. El Narmada Bachao Andolan es muy conocido en el extranjero y cuenta con al apoyo de organizaciones ecologistas occidentales y de personalidades como la escritora Arundati Roy, cuyas publicaciones han merecido la atención de los medios de comunicación, contribuyendo a alimentar el debate sobre la conveniencia o no de este tipo de políticas de desarrollo.

La construcción de diques de contención a ambos márgenes de los ríos también es conflictiva. Antiguamente, cuando durante el monzón los ríos bajaban muy llenos de agua y sedimentos, al llegar al llano se abrían, perdían velocidad y sedimentaban primero los materiales más pesados, después las arenas y finalmente los limos y el barro. Con la agricultura tradicional no había tanta presión sobre el suelo. Durante el monzón no se cultivaban las tierras cercanas al río, las aguas y la aportación de limos las enriquecían y las preparaban para volverlas a sembrar una vez finalizado el período de lluvias.

Actualmente, el incremento de la población y de la pobreza, consecuencia en parte de la privatización cada vez mayor de los medios de producción obliga a ocupar incluso zonas consideradas de riesgo en tiempo de monzón. La construcción de los diques de contención a menudo aumenta el riesgo de inundaciones, ya que por un lado constriñe el paso de las aguas haciendo que tomen más velocidad, y por otro el lecho del río pierde profundidad (de 15 a 30 cm per año de promedio), lo que supone que en los momentos de fuerte crecida las aguas acaben por desbordarse, superando la altura de los diques y provocando daños peores ya que los diques crean una sensación de falsa seguridad y hacen que se habiten las tierras cercanas.

Un fenómeno relativamente reciente es el de las diaras, islas que se forman en los lechos de los ríos más grandes tras el monzón. A menudo, las diaras son el único lugar donde los más pobres pueden sobrevivir de la agricultura. Una vez se han formado, se ocupan, teniendo que esperar de dos o tres años hasta que pueden ser aptas para el cultivo; suelen ser tierras muy fértiles pero su vida es muy limitada, entre inundación e inundación. Las condiciones de vida en las diaras son muy duras. No existe ningún tipo de servicio y la crecida del río se lo lleva todo. Siempre se vive en una situación provisional, lo que genera pobreza y marginalidad. Las diaras contienen tierras muy fértiles que en manos de especuladores generan violencia, el caso más patético lo encontramos en la apropiación de las diaras por parte de las mafias en el estado de Bihar.

La degradación de las tierras de cultivo y de pastoreo

En la India se encuentra el 2,5% del total de tierras destinadas a pastos del todo el planeta, pero esta tierra debe alimentar a más de la mitad de la cabaña de búfalos y una séptima parte de la de cabras y vacas del mundo. A medida que más tierras se transforman en cultivos o en explotaciones silvícolas aumenta el sobrepastoreo, incrementando la erosión del suelo e impidiendo la regeneración de los bosques, lo que puede acabar en un desastre ecológico sin precedentes. Al deteriorarse los suelos, se tiende a substituir los rebaños de vacas por cabras, animales más depredadores que sobreviven mejor en condiciones más hostiles. Al disminuir los pastos, los bosques se convierten en la alternativa para los animales.

La degradación de las tierras de pastoreo afecta principalmente a las poblaciones nómadas (un 6% de la población del país), lo que supone que cada vez se tengan que desplazar distancias más grandes para alimentar su ganado y, finalmente, acaben optando por el estilo de vida sedentario, pasando a convertirse en jornaleros y jornaleras sin tierra. Las tierras yermas de la India se están salinizando y alcalinizando muy rápidamente. El desarrollo minero también reduce las tierras disponibles para la agricultura y la ganadería. En este caso, nuevamente la población tribal es el sector de población más afectado. Más de la mitad de los recursos mineros se encuentran en 40 distritos del centro y este del país, la zona más habitada por población adivasi o tribal. La minería también ha creado muchos refugiados y refugiadas medioambientales y algunos puestos de trabajo en condiciones infrahumanas. La desertización de la India también va en aumento, sobre todo en el Rajastan y Gujarat, ambos estados del nordeste de India.

La Revolución Verde y la concentración de la propiedad de la tierra

La revolución verde, introducida en los años setenta, debería haber puesto fin a las hambrunas que periódicamente azotaban el país. Es cierto que la producción de alimentos aumentó considerablemente, sobre todo en el Punjab, pero dicho modelo de desarrollo agrícola conllevó graves consecuencias medioambientales y sociales a corto y largo plazo. Para conseguir un buen nivel de productividad se precisaba una gran inversión ( compra de maquinaria adecuada, semillas de alto rendimiento, uso de fertilizantes, pesticidas y herbicidas químicos, así como disponer de un sistema de regadío, etc.) que sólo los grandes propietarios de tierras podían afrontar. Los campesinos y campesinas medios que optaron por dicho modelo agrícola entraron en el círculo del endeudamiento, viéndose forzados tras una cosecha escasa a pedir nuevos préstamos para comprar semilla, el pago de cuyos intereses les obliga a vender parte de sus tierras. Dichos campesinos y campesinas se encuentran actualmente en una situación aún más precaria y difícil. Algunos de ellos acaban por perder la totalidad de sus tierras y se ven obligados/as a trabajar para el mismo prestamista o emigrar a la ciudad.

La población más pobre está perdiendo el control directo sobre los recursos naturales que desde antaño les habían asegurado su subsistencia. La revolución verde ha aumentado la presión sobre el suelo vegetal y desplazado a los pequeños agricultores y jornaleros sin tierra cada vez hacia tierras más marginales y menos productivas. El llano aluvial o el mismo lecho de los ríos es ahora la única opción para muchos de ellos.

En la India, como en la mayoría de países del Tercer Mundo, las mujeres son quienes se encargan de las tareas más duras de la agricultura. Tradicionalmente las mujeres arrancaban las malas hierbas, sembraban, cosechaban, etc. y los hombres labraban con la ayuda de los animales. Ahora, las mujeres trabajan delante de los tractores conducidos por los hombres y se les exige ir al ritmo del tractor. Las mujeres son a menudo, quienes fumigan sin disponer de máscaras ni guantes, por lo que sufren enfermedades respiratorias y cutáneas.

La polución atmosférica

Hasta hace relativamente pocos años se creía que el problema de la contaminación atmosférica en la India quedaba limitado a las ciudades, pero estudios recientes demuestran que los efectos de la contaminación de el aire son la causa de la muerte de muchas mujeres y criaturas.

Las mujeres de la India rural inhalan el equivalente al humo de 20 paquetes de cigarrillos en sólo tres horas frente al fuego de la cocina. Durante los meses de monzón, cuando se reduce la ventilación en las casas, la situación puede ser ocho veces peor. Cuando se hace difícil conseguir leña, las mujeres queman estiércol seco de vaca que incluso es más contaminante. El monóxido de carbono que se desprende de la combustión incrementa los efectos de la anemia (deficiencia que presentan más de una cuarta parte de las mujeres en edad reproductiva de clases y castas bajas de la India).

La contaminación atmosférica también va en aumento. En los últimos 15 años, la cantidad de dióxido de azufre en la atmósfera se ha triplicado. La lluvia ácida es habitual en las grandes ciudades como Delhi, Mumbay, Chenai, Pune, etc. La población más afectada directamente son los aproximadamente 30 millones de personas (cifra que va en aumento) que viven en los "slums" (barrios de barracas) de las grandes ciudades.

A medida que los países del Norte van tomando más conciencia sobre la problemática ambiental y la legislación sobre el tema de hace más estricta, muchas industrias, sobre todo químicas, optan por trasladarse a los países del Sur, y no precisamente para mejorar sus sistemas de control de emisiones de gases, sólidos o líquidos contaminantes. En el Sur son bien recibidas, ya que crean puestos de trabajo y representan una buena inversión económica para el país, pero las consecuencias medioambientales pronto se hacen notar.

  El caso más grave hasta la fecha ocurrió en la ciudad de Bhopal el 2 de diciembre de 1984. Una fuga de gas metil-isocianato en la planta de la empresa americana UNION CARBIDE provocó miles de víctimas mortales inmediatamente tras el accidente y en los años posteriores. La fuga dejó a otras miles de personas con problemas oculares y respiratorios graves y muchas criaturas nacieron con malformaciones. En total, fueron más de 10.000 las personas afectadas. Los directivos de la empresa abandonaron la India rápidamente para evitar la justicia y la fábrica fue trasladada a otro país. Al cabo de los años, las víctimas no han recibido ningún tipo de indemnización. Pero lo peor del caso es que Bhopal es tan sólo la punta de un iceberg. En la India hay muchos Bhopales en potencia.

La India es también receptora de residuos industriales tóxicos de empresas del Norte y todavía tiene por resolver el problema de los residuos nucleares y tóxicos propios.

Su afán per ser la primera potencia de Asia le ha llevado a invertir en expediciones espaciales conjuntas con la antigua Unión Soviética, y su eterno conflicto con el vecino Paquistán a desarrollar la tecnología nuclear con fines militares. La fiebre nacionalista, agravada por el auge del fundamentalismo hinduista, principalmente antiislámico nos muestra un panorama bastante sombrío de la situación.

La adopción de la doctrina neoliberal por parte del actual gobierno indio, con las consecuencias medioambientales que ello conlleva, no hacen prever ningún tipo de cambio a medio plazo en la tendencia actual. Sólo los movimientos sociales emergentes, su dinamismo y sus logros dejan abierta la puerta a la esperanza.

 

 

Imma Llort i Juncadella

immallort@inchcolm.org

Equipo Asia Formación

http://www.oocities.org/equipasia