"
APUNTES SOBRE EL CHE" (Cortesía de Nuestra América) "
...La memoria del Che no admite otro atributo que los de esa voluntad de militancia que
guía a los núcleos que en nuestro país buscan como mejor pueden, formas y métodos para
iniciar el proceso de enfrentamiento violento con las fuerzas de la dependencia y la
explotación..." "...La
figura del Comandante guerrillero no permite sectarismos que la identifiquen con alguna
parcialidad de su pensamiento que nos resulte particularmente importante. Ni sus tesis son
verdades intangibles ante las cuales solo queda prosternarse en aceptaciones acríticas,
lo que sería doblemente ridículo en el caso de quien tan elocuentemente expresó el
rechazo de la Revolución Cubana por los dogmatismos paralizantes y las sabidurías
inmanentes bebidas en textos canónicos. Pero tampoco permitimos que su persona se
desdibuje en un ritual de honras convertido en un fin en sí mismo, donde se lo reverencie
" a pesar de sus ideas" o "independientemente" de ellas..."
"...El
Che parecía un hombre común y lo era, hasta que se encontró con una coyuntura
histórica y dio muestras de lo que era capaz. Y en cada nueva experiencia fue
enriqueciendo sus conocimientos y su persona, que se fue depurando de todo lo que no
fuesen valores esenciales. Mantenía con respecto a sí mismo una actitud crítica, algo
sobradora y burlona, como correspondía a su idiosincrasia de cordobés-porteño, que
rechazaba lo ampuloso y solemne..." "...La
Revolución Cubana es el heroísmo pero también la alegría y la irreverencia, porque
para construir lo nuevo hay que perder el respeto a los ídolos del viejo orden y arrasar
las fachadas que encubrían su humanidad y avaricia. El Che ponía su mordaz acento
rioplatense en ese desprecio a los prejuicios y convencionalismos..."
(
Fragmentos de " Apuntes sobre el Che", de John William Cooke, dirigente
peronista fallecido en setiembre de 1968, pocos meses después de la caída en combate del
Che) página principal CORTESIA DE Dr.
Guillermo C. Cohen-DeGovia
"Cuando
un pueblo fuerte da de comer a otro se hace servir de él. El pueblo que quiere ser libre,
sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre otros países igualmente fuertes. Si
ha de preferir alguno, prefiera al que lo necesite menos", decía entonces el
Apóstol. En
otra parte de su intervención, el Héroe cubano sentenciaba que "el pueblo que
compra manda, el pueblo que vende sirve; hay que equilibrar el comercio para asegurar la
libertad. El pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse
vende a más de uno". La
vida le ha dado la razón a Martí. Lamentablemente, servilismo y anexionismo han
caracterizado las políticas de no pocos gobiernos de la región durante todos estos
años, deseosos de compartir la suerte de las colonias convertidas en trofeos de la
bandera de la Unión. 70
AÑOS DESPUES
Con
ellas inició su discurso del 8 de agosto de 1961, ante la Conferencia del Consejo
Interamericano Económico y Social de la Organización de Estados Americanos (OEA). Las
intenciones de Washington no habían cambiado. Por el contrario, con el tiempo su
ambición crecía. Esta
vez, la zanahoria se conocería como Alianza para el Progreso, nueva estrategia para
evitar que se extendiera en la región el ejemplo de la naciente Revolución cubana. Con
tal propósito deslumbraron a algunos gobiernos anunciando prebendas e invadiendo las
maltrechas economías de sus países bajo estrictos condicionamientos. "Tengo
que decir que Cuba interpreta que esta es una Conferencia política, que Cuba no admite
que se separe la economía de la política y que entiende que marchan constantemente
juntas. Por eso no puede haber técnicos que hablen de técnicas, cuando está de por
medio el destino de los pueblos", subrayaba Ernesto Guevara de la Serna al principio
de su intervención. Luego
de descubrir los planes norteamericanos de aislar a Cuba de la comunidad latinoamericana,
Che desnudó cómo aquel proyecto solo beneficiaría a Washington y no resolvería los
graves problemas de América Latina.
Con
toda razón, Che se burló públicamente de la llamada Alianza para el Progreso. Ironizó
sobre los "regalos" que contenían sus páginas. Hizo una radiografía y trató,
por todos los medios posibles, de "abrirle los ojos" a sus colegas
latinoamericanos en la Conferencia. "¿No
se tiene un poco la impresión de que se les está tomando el pelo? Se dan dólares para
hacer carreteras, se dan dólares para hacer caminos, se dan dólares para hacer
alcantarillas; señores, ¿con qué se hacen alcantarillas? No se necesita ser un genio
para eso. ¿Por qué no se dan dólares para equipos, para maquinarias, dólares para que
nuestros países subdesarrollados, todos, puedan convertirse en países industriales,
agrícolas, de una vez? Realmente, es triste." La
Conferencia transcurría tres meses después de la invasión y posterior derrota de Playa
Girón. La situación era difícil para Cuba. Unos meses después fue aprobado el plan
Mangosta, el mayor operativo de subversión interna realizado por Washington contra una
nación extranjera.
Petronio
Rafael Cevallos A
treinta y cuatro años de su muerte, se reconfirma que el hombre es el creador de la
historia y no viceversa; esta tautología fue puesta en práctica por quien hoy
recordamos. Pocos individuos han conmovido tan dramáticamente la conciencia humana,
adoptando un destino basado en la comunión entre el pensamiento y el hecho, entre el
ideal y la acción. Por consiguiente, nuestro recordado emerge no únicamente como un
teórico, sino también como filósofo de la acción, como un héroe de superior
dimensión luchadora. El Che Guevara sigue, de manera fiel y deliberada, los pasos de don
Quijote de la Mancha, egregio maestro de todos los filósofos de la acción. Hegel
escribe que los "grandes hombres parecen seguir solamente sus pasiones y sus
arbitrarias voluntades. Pero lo que persiguen es lo universal, sólo eso es su pathos. La
pasión ha sido precisamente la energía de su ego, sin la que no hubieran podido lograr
nada." (La razón como historia, p. 42). De esta manera, Guevara parece haber sido
"el instrumento del Espíritu", en términos hegelianos, pero desprovisto de
pasiones arbitrarias, armado de un claro conocimiento y una voluntad inquebrantable. Lo
que hace de su trayectoria un efectivo agente realizador de las más profundas
aspiraciones populares, como se vio reflejado en la revolución cubana y aun mucho más
lejos. Guevara fue, en esencia, un catalizador histórico que precipitó una reacción de
revolucionarios cambios sociopolíticos; un filósofo que no sólo interpretó al mundo
sino que, como lo prescribe Marx, lo cambió.
Por
otro lado, Guevara se nutre de Marx y por supuesto de El capital (sin por esto convertirse
en usurero ni en marxista ortodoxo), erigiéndose como pensador por derecho propio, a
diferencia de los filósofos latinoamericanos llamados "pensadores" (al estilo
de los filósofos europeos de la ilustración en el siglo XVIII). Sus extensivos viajes a
través del continente lo ponen al tanto de las condiciones objetivas imperantes: la
extrema pobreza, el estado de opresión socieconómica de las grandes mayorías
latinoamericanas. Así, el Che es un pensador que se expresa básicamente y, sobre todo,
como un hacedor. La acción es el aspecto más vital de la filosofía guevarista. Una filosofía que implica acción, no sólo palabras. Lo que equivale a decir una filosofía que es e inspira una forma de vida, no sólo una forma de ganarse la vida. Tal filosofía carece de preocupaciones metafísicas. La cuestión central para el Che es el hombre. Por lo tanto, sus preocupaciones son humanistas. Como el humanismo cristiano, el de Guevara sostiene que el amor es el poder que genera toda acción altruista. Sin embargo, a diferencia del anterior, el último argumenta que el amor no debe ser aislado de su antónimo, el odio. Dice al respecto: "un pueblo sin odio no puede derrotar a un enemigo brutal".
El
voluntarismo del nuevo hombre se personifica como hecho histórico claramente a favor del
hombre y la sociedad. La explotación del hombre queda como un amargo y disfuso recuerdo
del subdesarrollo. Guevara respalda la creación de un hombre nuevo, cuyo destino habrá
de ser moldeado racionalmente para su proyección en condiciones sociales cada vez más
favorables. El
plan de acción guevarista se apoya en la violencia, donde y cuando se la precise. Es
decir, allí y cuando haya opresión. Para Guevara, la opresión conlleva la guerra. En lo
referente a Latinoamérica y a la mayor parte del mundo en "vías de
desarrollo", la guerra es contra un claro y demasiado conocido enemigo, el
"imperialismo capitalista"; al que se le adjunta una facción nupcial
complementaria, una oligarquía nativa en cada país. Escribe Guevara: "Una vez que
se inicia la guerra contra el imperialismo, es esencial ser constantes, golpeando fuerte
donde duele, sin pausa, sin ceder terreno, avanzando siempre, contraatacando
constantemente, encarando continuamente las nuevas agresiones con mayor presión de las
masas. Este es el camino a la victoria." ("Cuba excepción histórica o
vanguardia en la lucha anticolonial", El Marxismo en Latinoamérica, p. 67, editado
por Luis E. Aguilar).
"La
guerrilla es la vanguardia combatiente del pueblo... apoyada por los campesinos y las
masas trabajadoras de la región y de todo el territorio en el que se actúa. Sin estos
prerrequisitos, la guerra de guerrillas no es posible". (188) En cierto momento de la
lucha, un paro general debe ser realizado con el propósito de paralizar la producción
del país, y también como un medio para distraer a las fuerzas represivas. Mientras que
Guevara claramente defiende la supremacía de la lucha armada en el campo (dadas las
condiciones más favorables del terreno y del campesinado hambriento de tierra), no
descuida el valor clave de una insurgencia bien organizada en los centros urbanos.
Se ha
escrito y dicho que la cabeza y manos de este filósofo y "condotiero del siglo
veinte" reposan en algún rincón del Pentágono, en Washington D.C., tal vez como un
raro trofeo de un espécimen inclasificable, una oportuna ficha nemotécnica que nos
recuerda las brutales premisas sobre las que se sostiene la civilización occidental. Esto
resulta menos desconsolador si recordamos que las ideas no se matan. Podrán asesinarse y
destrozarse los cuerpos, mas no el indomable e inmortal espíritu que los anima. Aunque
sea silenciado el Maestro, mientras existan "oídos receptivos", como decía el
propio Guevara, sus enseñanzas no morirán jamás." Irónicamente, luego del fragor
y el mito cheguevaristas, en esta hora de inusitada violencia internacional, vuelve a
tener vigencia la didáctica de este latinoamericano tan dulcemente quijotesco y tan
amargamente universal. Por
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Filosofía y praxis del Che Guevara Petronio Rafael Cevallos
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