Puente 

de los

Santos

2002

La noche de las ánimas
 
Comenzamos la noche preparando las calabazas, como manda la tradición. Los niños estaban nerviosos, pues sabían que a las diez y media habría algo especial en el corralón, pero no imaginaban de que se trataba. 
Luis, Roberto, Cristina, y unos cuantos más habían preparado el escenario sobre unas cajas de cerveza, colocando de fondo unas sábanas blancas. Previamente vaciaron unas calabazas enormes que nos dio Germán. Todo estaba preparado, hasta la música del "exorcista",  para pintar adecuadamente un ambiente de miedo y terror.
A eso de las ocho, los niños comenzaron a llamar a  las puertas de las casas. Unos llevaban caretas, otros la cara pintada, Sandra se había disfrazado de bruja y todos, todos, llevaban en brazos su terrorífica calabaza.
En cada una de las puertas a las que llamaron recibieron un regalo. En algunas casas les dieron chuches, en otras galletas y,  en la mayoría de los casos, también les dieron unos céntimos. Si alguien se atrevió a ser tacaño recibió un susto y bien seguro que sintió en la noche el aullido de las ánimas que penan en el purgatorio.
 
A las diez y media todo estaba preparado. Las farolas del corralón apagadas. Unas calabazas enormes sobre el escenario y otras dos junto a las paredes. Los niños, con mas juerga que miedo, se acercaban. Las madres, con mas miedo que juerga, se quedaban a unos prudentes metros de distancia.
Poco a poco se fueron sentando en el suelo, cada uno con su calabaza. 

 

Comienza el espectáculo.

 

Cuando, por fin, se hizo el silencio apareció un brujo vestido de negro, era un brujo simpático, porque lejos de dar miedo a la prole casi consiguió ser, más que asustador .... asustado.

 

Este brujo contó historias terroríficas que se desarrollaban en un pueblo similar a Ablanque. Todos suponíamos que algunos de los pequeños irían en busca de sus madres, pero nada. Estaban de juerga y se atrevían a corregir las palabras del terrible mago.

 

Únicamente sintieron miedo los menores de 5 años. Sandra se agarró a su madre y no quería despegarse de ella. José Miguel tuvo que llevarse a Margarita y algún otro peque también andaba escondiéndose entre los mayores.

 

Al cabo de un rato apareció otro brujo, más terrorífico, si cabe, que el primero. Éste andaba armado con una horca y de vez en cuando pinchaba a los más insolentes, pero, según me ha contado,  no sintió que ninguno se asustase excesivamente.

 

A continuación, los niños formaron en fila de dos y, capitaneados por los brujos y una bruja muy simpática, se dirigieron a las viejas escuelas para conocer el lugar donde se produjo una terrible tragedia, una historia que pondría los pelos de punta a cualquiera, algo así como "la matanza de Texas" en versión ablanqueña.

Para entrar en la escuela había que hacerlo de uno en uno. El gran brujo llamaba a la puerta y misteriosamente se abría sola. Aquí algunos comenzaron a mosquearse. Eran recibidos por una bruja con look de Morticia Adams, ella los acompañaba hasta el lugar donde había sido muerta la monja, les enseñaba donde habían muerto los niños, y les invitaba a escuchar los llantos y gemidos de éstos. Las sillas se movían y el brujo de la horca aparecía detrás  de los rincones golpeando el suelo o alguno de los muebles. En este momento algunos estuvieron a punto de hacerse pis jajajaja, pero claro, cuando salían había que aguantar el tipo ante los demás.

Hubo madres atrevidas, o curiosas, y bien que lo pagaron. Estas si que tuvieron miedo. Algunas gritaron y se agarraban temblando a la bruja.....como si nuestra bruja las fuese a proteger.

Esperamos que hayáis sido felices en la noche de las ánimas.

Al año que viene más.