Alcázar antes de Sancho IV
Jesús Martínez Villodre (Libro Festero año 2000)
Alcázar de San Juan, en el siglo
XII,
era un lugar en el Reino de Castilla. Lugar pequeño, y sin importancia,
pues había tenido la mala suerte de verse cogido en medio de las
incursiones, que las huestes cristianas llevaron a cabo por los
territorios musulmanes del sur y las que los moros hicieron para
reconquistar las tierras que habían perdido en la meseta castellana. Desde aquella primera expedición
de Sancho García en 1009 al Reino de Córdoba y hasta las
Navas de Tolosa en 1212, fueron muchas las veces que
unos y otros pasaron victoriosos o en retirada, por esta inmensa llanura
de La Mancha, que no ofrecía más seguro,
para evitar sus saqueos, que las cada vez más malparadas torres y
defensas romanas que los árabes habían reconstruido dándoles en
nombre de Al-Kasar. Al-Kasar
con sus continuas devastaciones, llega a ser un lugar en la geografía
de Castilla, tan pequeño, que en manos cristianas, cambia de dueño
repetidas veces, hasta que la Orden de San Juan se asienta en ella en 1186 y nueve años más tarde, vuelve a
caer en poder de los musulmanes, cuando estos victoriosos en Alarcos,
persiguen a los cristianos que van en retirada hacia Toledo. Victoriosas las tropas cristianas
en las Navas de Tolosa, el Comendador de Consuegra, con el
consentimiento del Gran Prior de San Juan, mandó tomar posesión
definitivamente de los territorios de la Orden dando una "carta-puebla"
a los concejos que en ellos existían, señalando un número de
pobladores que, muy probablemente serían los vecinos que en ellos
habitaban. En octubre de
1231,
Frey Rui Pérez, Comendador de Consuegra,
por mandato de D.Ferrant Ruiz,Gran Prior de Castilla, ordenó que
se poblara Al-Kasar con 362 pobladores. Este hecho no influyó
para nada en la vida de Al-Kasar
que había cristianizado
su nombre llamándose Alcázar. Tan poco influyó mucho en la vida alcazareña,
que no se registró en su historia como dato importante y solo hablaron
de él, los que pretendieron oscurecerla y
minimizarla, siendo así que lo que hacían era engrandecerla, mostrando
sin querer, la importancia que ya entonces tenía éste "Lugar de
la Orden de San Juan", al que era preciso conceder mayor número de
pobladores que a ninguno de los restantes pueblos del Priorato. |
Y que la vida de Alcázar después
de la Reconquista no comenzó en 1231 como pretendieron sus detractores, lo prueba el
hecho de que en
1226
tenía ya una parroquia Alcázar, Lugar de la Orden de San
Juan, a quien Alfonso VIII, como se dice en su Fuero, había libertado
de la esclavitud, elegido como ciudad alfonsina
y otorgado su Fuero, se vio sometida a un nuevo dueño y unida a la vida
nacional por medio de las importantes personas de los Comendadores de
San Juan. Habíase oscurecido
un poco la vida de Alcázar, ya que para los pueblos del Priorato, no
contaban sus prerrogativas particulares, ni las acciones y gestas importantes
de sus vecinos. Ahora era el Gran Prior de San Juan y sus Comendadores,
quienes obtenían honores peleando al lado de los Reyes de Castilla
(importante artículo aparecerá en la revista de Moros y Cristianos sobre
esto) o los que los repartían a sus súbditos dando encomiendas a
los caballeros que más se distinguían. Así transcurrieron los reinados de
Fernando III, el
Santo y Alfonso X el Sabio, hasta que el
hijo de éste Sancho
IV,
el Bravo, se vio forzado a volver sus ojos hacia
Alcázar y conceder a los
alcazareños y
sus sucesores ese "culmen de dignidad y prerrogativa de
libertad" que es su Fuero, echando así los fundamentos de la rápida
ascensión alcazareña. Nuestra historia, nuestra razón de
ser alcazareños se verá reflejada en los artículos del libro programa
de fiestas de los Moros y Cristianos, que por suerte nuestros queridos
paisanos me van proporcionando, gracias a D. Ángel Cartas, seguirá
publicándose más de nuestra historia, esta que se escribe arriba, es
fiel reflejo de nuestra Embajada Mora, que cada año al final del
desfile, interpretan algunos componentes de esta Asociación,
la toma de un lugar o villa por una
u otra parte, ya sean moros o cristianos, daba lugar primero a un diálogo
razonado, amparándose en las creencias religiosas
de cada bando, terminando en batalla muchas de las veces, como se indica
en este escrito de la historia de Al-Kasar. |