LA CAPITULACIÓN DE GRANADA 

A LOS CRISTIANOS 

Jesús Martínez Villodre             (Libro Festero año 2001)

Mandó Muza cerrar las puertas de la vega, desconfiando de la defensa de los peones y ballesteros que las guardaban. Las talas y los robos de los Cristianos habían cerrado el paso a las provisiones que de las sierras solían entrar en la ciudad; así fue que se principió a notar faltas de mantenimientos. La inmensa población y muchedumbre de gente no acostumbrada a comer poco, puso en sumo cuidado al Rey y al Vazir Abul Cazín: Hubieron su consejo, y los Xeques y principales ciudadanos que asistieron manifestaron que no podían llevar los incesantes trabajos de la guerra, que ya se veía el propósito de los Cristianos, que no pensaban apartarse de allí hasta rendirlos. ¿Qué remedio nos queda, decían, sino la cierta muerte? El Rey Abdalah se acuito con esto y no pudo responder nada. Todos los del consejo se inclinaron a tratar de avenencia con el Rey de Castilla.

Solo el valiente Muzá decía que todavía era temprano, que no estaban apurados todos los recursos, ni había hecho el pueblo ningún esfuerzo, ni había tomado las armas de la desesperación, que en ocasiones valen las victorias y más cumplidas venganzas. Sin embargo se acordó que el Vazir Abul Cazín Abdelmalec saliese a proponer avenencia con los Cristianos.

Salió este noble anciano y fue bien recibido de los Reyes, y después de muchas y graves propuestas se acordó que el Rey de Granada, no siendo socorrido por mar ni por tierra en dos meses de aquel día contados, entregase las dos fortalezas de la ciudad, torres y puertas de ella: Que el Rey y sus caudillos jurarían obediencia al Rey de Castilla, y todos los moradores de Granada le tuviesen por Señor y Rey: Que se pusiesen en libertad sin rescate todos los cautivos cristianos que hubiese en la ciudad, y que entretanto que todo esto se cumplía diesen en rehenes quinientos nobles mancebos de los principales de Granada: Esto a los doce días de firmada las condiciones: Que al Rey se dejasen ciertas tasas y lugares para vivir como Rey, las que señalase de la Alpuxarra.

Que todos los Muslimes sean y queden libres en sus casas y posesiones como la presente las gozan, y eso mismo con sus armas, caballos y demás bienes que tengan, que vivan sin estorbo ni impedimento público alguno ni secreto en su ley, que tengan sus mezquitas con libertad de sus ceremonias, usos, costumbres, vestidos y lengua, que sean gobernados por sus propias leyes por Alcaides de su secta que servirán de consejeros para hacerles justicia los gobernadores que pusiesen los Cristianos, que no se les impongan mayores que los que por Sunna y Xara paguen a sus Reyes. Y que por tres años de ahora en adelante no se les pida ningún tributo:

Así se concertó esto por Abul Cazín Abdelmalec, Wazir de Granada, y Gonzalo de Córdoba, capitán del Rey de Castilla, y el Catib Fernando de Zafra, y se firmó por todos y se juró en cumplimiento a veinte y cinco de noviembre de año mil cuatrocientos noventa y uno, que convenía con el veinte y dos de la luna de Muharran del año ochocientos noventa y siete.

 

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