Al Cabo de Escuadra Como homenaje a los Cabos de Escuadra. Por José Luis Tapia Valdés, 1966. (Del magnífico grupo eldense Abdalá) |
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Ya está la escuadra en la calle, nervios, retoques, arreglos, prisas y desasosiegos.
Escuchando los timbales, da comienzo el bamboleo.
La tensión en lo más alto, se acompasa el respirar y los nervios quedan presos.
Ya caminan los guerreros y al frente de todos ellos un "aguerrido soldado", que levantando su "alfanje" manda adelante a su escuadra, según el ritmo marcado.
Arrogante, brioso, presuntuoso y altanero. Original y creativo en su mover de brazos y cuerpo.
Una mirada, un gesto y agradece los aplausos, que sin pedir le ofrecieron.
Sin un feo gesto, sin chabacano cimbreo y sin arrodillar su cuerpo, por no venir eso a cuento, va desfilando ese cabo, altanero, arrogante, como tal guerrero fiero.
Mostrando con suaves gestos a su escuadra y compañeros. Que sin ellos no sería nadie, pues sin soldados que mandar, el cabo no tendría puesto.
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Ya entrados en el desfile, pide a sus fieles guerreros, que la escuadra sea una tabla y las miradas al cielo, que se dejen de saludos, que su papel es muy serio y se juegan el prestigio de las fiestas de su pueblo.
Así discurre el desfile. Una curva allí a lo lejos, pide que vayan al frente y que el girar sea en el centro porque la escuadra más luce, y el giro sale perfecto.
Y va mandando, mandando, con toda clase de aciertos, ¡¡Qué orgulloso va "Dios mío"!! con que elegancia y arrestos.
Ya enfilan la calle abajo, ya se divisa el final, y se oye la voz del "cabo": ¡¡Hasta el fondo, hasta el fondo!! "Formados hasta el final".
Y así termina el desfile, cansado, dolido, y.... leso, pero mirando hacia el cielo, dando gracias a su Patrón, porque Él lo había guiado, en el logro de su intento.
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