Al Cabo de Escuadra

Como homenaje  a los Cabos de Escuadra. 

Por José Luis Tapia Valdés, 1966. (Del magnífico grupo eldense Abdalá)

Ya está la escuadra en la calle,

nervios, retoques, arreglos,

prisas y desasosiegos.

 

Escuchando los timbales,

da comienzo el bamboleo.

 

La tensión en lo más alto,

se acompasa el respirar y

los nervios quedan presos.

 

Ya caminan los guerreros

y al frente de todos ellos

un "aguerrido soldado",

que levantando su "alfanje"

manda adelante a su escuadra,

según el ritmo marcado.

 

Arrogante, brioso, presuntuoso y

altanero. Original y creativo en su

mover de brazos y cuerpo.

 

Una mirada, un gesto y

agradece los aplausos,

que sin pedir le ofrecieron.

 

Sin un feo gesto,

sin chabacano cimbreo y

sin arrodillar su cuerpo,

por no venir eso a cuento,

va desfilando ese cabo,

altanero, arrogante,

como tal guerrero fiero.

 

Mostrando con suaves gestos

a su escuadra y compañeros.

Que sin ellos no sería nadie,

pues sin soldados que mandar,

el cabo no tendría puesto.

 

Ya entrados en el desfile,

pide a sus fieles guerreros,

que la escuadra sea una tabla

y las miradas al cielo,

que se dejen de saludos,

que su papel es muy serio

y se juegan el prestigio

de las fiestas de su pueblo.

 

Así discurre el desfile.

Una curva allí a lo lejos,

pide que vayan al frente

y que el girar sea en el centro

porque la escuadra más luce,

y el giro sale perfecto.

 

Y va mandando, mandando,

con toda clase de aciertos,

¡¡Qué orgulloso va "Dios mío"!!

con que elegancia y arrestos.

 

Ya enfilan la calle abajo,

ya se divisa el final, y

se oye la voz del "cabo":

¡¡Hasta el fondo, hasta el fondo!!

"Formados hasta el final".

 

Y así termina el desfile,

cansado, dolido, y.... leso,

pero mirando hacia el cielo,

dando gracias a su Patrón,

porque Él lo había guiado,

en el logro de su intento.