LA RED COMO MEDIO DE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE EN LA
EDUCACIÓN SUPERIOR
Octavio Henao Álvarez Ph.D. - Profesor Universidad de
Antioquia
TABLA DE
CONTENIDO
(16) EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN VIRTUAL
Según Miller y Miller (2000), se pueden identificar cuatro
factores que juegan un papel crucial en el futuro de la
educación virtual: la investigación sobre su efectividad, los
avances tecnológicos, los costos y la competencia del mercado,
y la respuesta a las influencias del mercado.
Los resultados que vayan arrojando las investigaciones
sobre la eficacia de los cursos virtuales como medio de
enseñanza y aprendizaje determinarán su lugar y vigencia en el
porvenir. A pesar de la inmensa acogida que ha tenido en el
mundo la enseñanza en-línea, sus ventajas no han sido
constatadas de manera concluyente. Los avances tecnológicos en
equipos y programas para la comunicación en red ofrecerán
nuevas herramientas para la educación virtual.
Los exploradores de Internet tendrán opciones más
sofisticadas para controlar diversos medios audiovisuales, y
los proveedores de conexión a la Red ofrecerán servicios cada
vez más complejos y potentes, que simplificarán el intercambio
de información y el trabajo colaborativo, la distribución y
acceso a cursos con estructuras hipermediales y un alto nivel
de interactividad (Miller y Miller, 2000).
La enseñanza en-línea está todavía en su infancia. Según el
Departamento de Educación de los Estados Unidos, en 1978 el
número de cursos universitarios a distancia era de 52.270, y
la población atendida alcanzaba unos 710.000 alumnos, lo que
equivalía a un 5% del total de alumnos matriculados en
programas presenciales de pregrado en ese país. Cabe señalar
que estos cursos se apoyaban en diversos medios como el correo
postal, el correo electrónico y las listas de destinatarios;
unos pocos utilizaban aplicaciones informáticas,
audioconferencias o videoconferencias. Actualmente, según
datos de la Internacional Data Corporation, el número de
alumnos que están tomando cursos en-línea puede llegar a 2.23
millones, cifra equivalente a un 15% de la población
estudiantil universitaria (Ko y Rossen, 2001).
La enseñanza en-línea ha utilizado principalmente
herramientas de comunicación basadas en textos, así se trate
de tableros, carteleras, chats o páginas de la Red, debido a
las limitaciones de transmisión de información a través de
modems. Un texto se transmite más fácil y rápidamente que un
documento multimedial, pero si estas restricciones en la
velocidad de la comunicación desaparecen, un docente puede
tener una conversación en tiempo real con un estudiante o con
toda una clase, utilizando los recursos vocales y gestuales
propios de la interacción personal. Es razonable suponer que
el volumen creciente servicios de capacitación e información,
ventas, y transacciones financieras que se están realizando en
la Red incentivarán cuantiosas inversiones en una mejor
infraestructura de comunicación. Con un ancho de banda mayor,
la enseñanza virtual podrá apoyarse más en estrategias
sincrónicas; así, en vez de participar en una sesión de chat
tecleando comentarios, el docente y los alumnos pueden
utilizar audio y video para hablar directamente entre ellos,
hacer exposiciones, y cooperar en tareas o proyectos. Las
horas de oficina virtual serán más usuales, apoyadas en
plataformas informáticas que permiten la comunicación
audiovisual entre docentes y alumnos, la utilización conjunta
de un programa, el examen y discusión de documentos en un
tablero electrónico (Ko y Rossen, 2001).
Las conexiones de alta velocidad influyen igualmente en las
formas de trabajo asincrónico, que también pueden incorporar
video, audio, o animaciones tridimensionales. Hasta hace muy
poco tiempo la mayoría de los productos multimediales eran
desarrollados por programadores y diseñadores profesionales;
los docentes desempeñaban un discreto rol como expertos en
contenidos. En ambientes de comunicación de banda ancha, donde
la interacción alumno-docente es más directa y fluida, los
docentes tienen la oportunidad de crear y suministrar ellos
mismos los contenidos, y controlar mejor el desarrollo de los
cursos, lo que influye significativamente en la calidad e
impacto de la enseñanza (Ko y Rossen, 2001).
Las plataformas de administración de cursos, como WebCT,
Blackboard, e-College, o Learning Space son fundamentalmente
sistemas asincrónicos. Aunque incluyen la opción del chat, una
herramienta sincrónica, asumen que los alumnos se conectan a
una hora de su elección, examinan el material disponible en el
sitio y realizan la mayor parte del trabajo sin estar
conectados a la Red. No obstante, en ambientes con conexiones
de alta velocidad y comunicación sincrónica se vive la
experiencia de asistir a una clase virtual, es decir, entrar a
una hora determinada e interactuar con el docente y los
compañeros utilizando herramientas que soportan el flujo de
información de doble vía. Este tipo de plataformas permiten
que el profesor exponga en vivo la clase, los estudiantes
pregunten, hagan discusiones, observen un video y lo analicen
colectivamente, y respondan las preguntas de un examen. El
docente tiene pleno control de todas estas actividades, por
ejemplo puede interrumpir una discusión para exhibir una
fotografía o un gráfico, presentar un documento, una serie de
diapositivas, o un video.
La educación virtual puede ser una alternativa
considerablemente más barata que la enseñanza presencial. Se
necesitan menos instructores, menos aulas de clase, y menos
personal administrativo para atender un mayor número de
alumnos. Esta reducción en los costos está estimulando la
oferta de cursos virtuales en un número creciente de
instituciones. A medida que la universidades ofrezcan más
cursos y programas en-línea aumentará la competencia por
atraer estudiantes. Esta competencia, sumada a unos costos
menores, puede producir una caída dramática en el número de
alumnos matriculados en los programas presenciales. A la luz
de estas circunstancias, la educación superior sufrirá
transformaciones profundas en su filosofía y organización
(Miller y Miller, 2000).
Aunque los medios, los gobiernos, o las instituciones
académicas sostengan que las nuevas tecnologías de la
comunicación y la información son herramientas esenciales para
la educación actual, la fuerza que jalona estos cambios es el
mercado. A medida que la enseñanza virtual vaya penetrando la
educación superior, las universidades se verán obligadas a
introducir reformas que les permitan sobrevivir en un mercado
global, tales como: disminuir su planta de docentes, reducir
su infraestructura física, disminuir los costos de la
investigación y cobrar muchos servicios de apoyo, eliminar la
estabilidad de los docentes, y evaluar su desempeño con
criterios económicos. Estas fuerzas podrían alejar la
educación superior de sus más caros ideales de democracia,
formación liberal e investigación (Miller y Miller,
2000).
Las mejores teorías y estrategias, modelos o prácticas de
enseñanza virtual no han sido aún definidas. Una alta demanda
y un conocimiento limitado han generado métodos sin mayor
fundamento teórico y de valor cuestionable. Sólo a través de
estudios bien diseñados, que incorporen preguntas
significativas de investigación y metodologías rigurosas, será
posible lograr diseños de instrucción óptimos. Los diseñadores
de cursos virtuales deben mantenerse al tanto de las
investigaciones sobre la eficacia de los enfoques teóricos y
los modelos de enseñanza.
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