Mujeres
con historia: Felicitas
Guerrero de Alzaga
Corría
el mes de enero 1872 y Buenos Aires amaneció sacudida por una
espantosa noticia: habían asesinado a una de las mujeres más hermosas
de la ciudad, Felicitas Guerrero de Alzaga. Qué era lo que había
sucedido?
Hacia
la década de los ‘70 en el siglo pasado, Buenos Aires era
una apacible ciudad con ritmo de "Gran Aldea", si nos guiamos
por la descripción que de ella nos hace Lucio V. Mansilla.
Era la capital de un país que se estaba formando, y gracias
una ley de la época de Mitre el gobierno nacional "alquilaba"el
territorio de la ciudad de Buenos Aires para usarlo de sede.
Desde 1868 el presidente era Sarmiento, que desarrollaba una
firme acción de gobierno.
Su
lento avance urbano había sufrido los embates de la epidemia
de fiebre amarilla que en 1871 azotó la ciudad, obligando
a las familias ricas de comerciantes y hacendados, asentadas
desde casi el inicio de nuestra historia en el barrio sur,
lo que conocemos como San Telmo y Monserrat, a emigrar hacia
el norte, más allá de las "Cinco esquinas"(hoy Quintana y
Libertad).
Esto
era toda una aventura si tenemos en cuenta que la ciudad no
se extendía al oeste más de la calle de las Dunas (hoy Callao).
Al sur, se extendía una zona baja y anegadiza, separada del
casco histórico de la ciudad por innumerables arroyos que
se desbordaban con las lluvias, copiosas según cuentan los
cronistas, y que eran la vía natural de desagüe de la pampa
en su camino hacia el Río de la Plata y el Riachuelo.
Esta
zona era el lugar de las quintas que desde habían rodeado
el núcleo urbano, tanto al sur como al norte y al oeste, sirviendo
como lugares de abastecimiento para los pobladores ciudadanos,
y de esparcimiento en los largos y calurosos veraneos.
Ese
sur pantanoso, lleno de pajonales, inundable, que miraba al
río y que tenía al Riachuelo como puerto de abrigo, fue el
escenario de la tragedia que enlutó a Buenos Aires aquel enero
de 1872. Allí, en la intersección de las calles Montes de
Oca y Pinzón se ubicaba la quinta de los Alzaga, donde en
1862 se habían radicado Martín de Alzaga, rico comerciante
de edad avanzada, y su joven esposa, Felicitas Guerrero (nacida
en 1846).
La
feliz pareja llevó una tranquila vida por un largo tiempo;
tuvieron un hijo, Félix, y los tres disfrutaron de la familia
que habían formado. Pero la desgracia rondaba a Felicitas.
Ni toda su belleza, mencionada por los caballeros de la época,
ni toda su fortuna, pudieron protegerla. En 1869, muere Félix
muy pequeño; poco después, en 1870, su esposo Martín. Felicitas
queda viuda y con una enorme fortuna con tan sólo 26 años.
Famosa por su dulzura y buen carácter, como por su inigualable
belleza, comienza a ser pretendida por varios enamorados que
la cortejan incesantemente.
|
imagen
del documental de Alexis Puig sobre la historia de amor
de Felicitas |
Ella,
coqueta, no se decide abiertamente por ninguno, provocando
los celos de más de uno de ellos.Pasan los años, y en enero
de 1872 Felicitas organiza en su estancia "La postrera"a orillas
del río Salado, una gran fiesta con motivo de la inauguración
de un puente, fiesta que iba a contar con la presencia del
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Emilio Mitre.
Atareada con los preparativos, el 29 de enero se dirige a
Buenos Aires para realizar algunas compras para la ocasión.
Al regresar a su quinta de Barracas por la noche, se encuentra
con que uno de sus enamorados, Enrique Ocampo la estaba esperando.
Qué
era lo que buscaba? Cegado por los celos al enterarse que
no era él el elegido por el corazón de Felicitas, fue a exigirle
explicaciones. No sabemos cómo se desarrolló la discusión
entre los dos jóvenes, pero si sabemos cómo finalizó. El enamorado
en un arrebato le disparó por la espalda a la hermosa Felicitas,
y al darse cuenta de lo que había hecho, se suicidó muriendo
en el acto. La jóven gravemente herida, agonizó durante toda
la noche, y en la mañana del día 30 murió en los brazos de
sus padres.
Ante
tamaña desgracia, don Carlos Guerrero y Felicitas Cueto decidieron
que la mejor manera de recordar a su hija era donando sus
bienes para erigir una suntuosa capilla. Y con esa idea hicieron
construir la iglesia de Santa Felicitas en lo que fuera la
quinta de su tan amada hija, colocando una placa, en la que
aún hoy puede leerse "Capilla de Santa Felicitas. Fundada
el 30 de enero de 1879 por Carlos J. Guerrero y Felicitas
C. de Guerrero en memoria de su hija Felicitas G. de Alzaga".
|