El
año, 1931. El lugar, Nueva York. Estados Unidos recién
sale de la Gran Crisis y lo único que quiere es olvidarla. Macoco
Alzaga, que no venía precisamente de una crisis, sino de vivir
y conocer como nadie los secretos de la noche europea, decide trasladar
la movida de París y Biarritz a Nueva York.
Asociado
a un ítalo-estadounidense de origen humilde -John Perona-, elige
un lugar en el East River y resuelve poner un night-club: El Morocco,
en la calle 54 Este 154. No sabía que acababa de crear una leyenda.
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Tyrone
Power y Sonia Heine, reina del hielo |
Con
sus tapizados de cebra, sus ríos de champagne y sus tres orquestas
-una tropical, una de tango y otra de jazz- el Morocco fue el punto
infalible de reunión de toda la alta sociedad neoyorquina y de
todos los artistas de Hollywood de los años '30.
El
techo era azul, con estrellas titilantes, que no podían competir
con las otras estrellas, las que visitaban el lugar: Clark Gable, Ginger
Rogers, Marlene Dietrich, Los Hearst, los Astor y cuanto personaje llegara
a la ciudad, que no existía si no pasaba una noche por el Morocco.
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Marlene
Dietrich, el glamour personificado... |
El
esplendor del lugar siguió durante 32 años, y aunque Macoco
fue su dueño sólo los tres primeros -vendió su
parte a Perona porque al no renunciar a la nacionalidad argentina los
impuestos le comían las ganancias- tuvo siempre su mesa reservada
y jamás le permitieron pagar un trago.
Es
que, aquel que para el N.Y.Times fue el 'argentine lover' de su época,
era el espíritu mentor de Morocco, y para el lugar y la gente,
su presencia fue siempre más importante que sus billetes.
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Macoco
Alzaga con E. Haworth, en Morocco |
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