RELATO PARTICIPANTE CONCURSO CUENTOS MEDIOAMBIENTALES.
COMENTARIO DEL AUTOR:
Si en algo creo que no debo desistir, es de intentar participar en algún concurso de difusión mayor. Por supuesto que mis expectativas de triunfo son sólo un poco mayores que las que me toque algún día la lotería, pero al menos me estimulan para ir educando mi pluma. Más mal que bien, voy errando y cometiendo fallos para ir aprendiendo de los mismos. El relato a continuación sufre un poco por las restricciones de extensión que tenía el concurso. Si bien es cierto que no debiera ser excusa, es un atenuante en mi juicio del mismo... ¡qué puedo decir!, para ser un relato que debía basarse en el medio ambiente no me puedo quejar. |
No sé como pasó exactamente ni como empezó.
Vivimos en un mundo por el que pasamos de puntillas, tratando de que nos afecte
lo mínimo el entorno y las personas que nos rodean
pero cuando
apareció Gea todo cambió.
Mi caso fue como el de otros muchos. Gente que pasábamos horas y horas
pegados a la pantalla del ordenador, navegando por Internet, hablando en multitud
de chats y foros virtuales. Era la mejor manera de comunicarnos con los demás,
pero sin perder nuestro aislamiento. Un día, decidí leer un extraño
mensaje que vi puesto en varios foros. Decía algo acerca de un gran secreto
que el hombre había olvidado con el paso de los siglos. Algo de un lenguaje
oculto que estaba reclamando volver a ser oído. La firmante de tal escrito
se hacia llamar "Gea". Pronto surgieron respuestas de otros internautas
que trataban de adivinar qué era realmente lo que quería decir.
Había de todo tipo y parecía que, ciertamente, sentían
la necesidad de entender aquello que Gea nos advertía que estábamos
perdiendo.
En Internet se corrió la voz del misterio y no encontré lugar
en la red donde no se reprodujese las palabras del extraño mensaje.
Sin embargo, su creadora no volvió a contestar. Sé que no fui
el único que la buscó durante mucho tiempo, tratando de leer algún
mensaje más de Gea... todo fue inútil.
Meses más tarde, cuando ya casi la empezaba a olvidar, recibí
un email directamente de ella. Era un correo electrónico con una sola
frase: "Si quieres descubrir el lenguaje secreto, deja que tus acciones
hablen por ti". No comprendía realmente lo que quería decir
y me pasé el resto de la tarde, tumbado sobre la cama, tratando de resolver
el enigma
Al abrir los ojos vi algo que me hizo chillar del susto. Mirándome
con aire curioso, tenía delante mía lo que parecía ser
un pequeño duende. Mediría medio metro escaso, era de color verde,
y poseía una nariz y orejas muy grandes. Pero la sorpresa fue mayor al
verme en medio de un bosque, tumbado sobre la hierba. ¿Cómo había
llegado hasta aquí?¿y quién era ese "bicho"?.
El duende, ágil como una ardilla, trepó a un arbol cercano y dijo:
-No me juzgues por mi aspecto, sino por mi corazón. No tengas miedo,
pues Gea me ha enviado a mostrarte algo.
-¿Gea?- respondí - ¿La conoces? - Mi incertidumbre dio
paso a una gran expectación, pues aquel ser parecía tener algunas
respuestas que me traían de cabeza desde hacia tiempo.
El duende rió con entusiasmo y, colgándose boca debajo de una
rama señaló al suelo.
-Mete los dedos en esta verde tierra que tienes ante ti.-
Me costó un poco entenderle, pero finalmente introduje mis manos hasta
sentir como mis dedos se llenaban de hierba y arena. Cuando iba a opinar sobre
lo ridícula de la situación, el duende mandó callar con
un gesto imperativo.
-¡Chisst!, escucha
.
-¿El qué?- pregunté
-Escucha la vida que corre por tus manos y la que hay alrededor tuya
Al principio no noté nada pero, poco a poco, un hormigueo recorrió
mi cuerpo. Estaba sintiendo como las hojas de la hierba, y arbustos de alrededor,
se movían ligeramente tratando de acompasar al viento. Después
vino las vibraciones en el suelo que producían los animales al correr
en su lucha diaria por la supervivencia, los cánticos de las aves no
eran sino conversaciones entre seres vivos que se aman y buscan su lugar. Los
árboles, tranquilos en apariencia, rugían por dentro al transportar
la sabia vigorosa que producirían sus sabrosos frutos hasta en las ramas
más altas. Una sinfonía de sonidos, sensaciones y cúmulos
de sorpresas pareció inundar mi cabeza hasta que alcé mis manos
para llevármelas a la cara, de la cual, dos sendas lágrimas delataban
mi emoción.
-Nunca imaginé
no sospeché siquiera- pude decir entre sollozos.
-es hermosa ¿verdad?. La madre naturaleza es todo un espectáculo-
dijo el duende- este era el lenguaje que los hombres sabían escuchar
hace cientos de años. Cuando el hombre convivía en armonía
con su alrededor.
-¿Cómo fuimos capaces de olvidar algo así?
-Con egoísmo. Trataron de mejorar sus vidas sin importarles los métodos
o el precio a pagar por ello.
-Pero es que el progreso siempre ha sido necesario para nosotros- respondí
un poco molesto por la acusación.
-Y nadie os lo niega, pero no se preocuparon de buscar las maneras de evolucionar
que estuviesen en armonía con el planeta. Por eso olvidaron el lenguaje
secreto de la vida, para evitar los remordimientos.
Guardé silencio, la culpa no me dejaba hablar, pues me vi incluido en
ese grupo de personas. Jamás pensé en las graves consecuencias
de nuestros actos irresponsables.
-Ahora
- continuó el duende mientras subía por las ramas
del árbol hasta perderse de vista-
ahora la naturaleza trata de
haceros recordar desesperadamente. Los cambios climáticos son sólo
llamadas a voces para despertar vuestras conciencias. Aún estáis
a tiempo de convivir en armonía con el resto de la vida de este mundo
-¡¿Pero qué puedo hacer yo para ayudar?!- grité tratando
de verle entre las ramas - ¡Tan sólo soy un chaval!
-Mucho- dijo el duende en la lejanía- Empieza por cambiar tus hábitos,
tus costumbres. Y cuando menos te lo esperes
Desperté en mi cama con la alarma del reloj. Me había quedado
dormido toda la noche. Fui al ordenador y busqué de nuevo el correo de
Gea
. Ya no estaba. ¿Un sueño? ¿fue realidad? Nunca
estaré seguro. Lo que si sé es que, desde entonces, procuro que
mis acciones cotidianas hablen por mí en el día a día por
lograr dañar lo menos posible el mundo donde vivimos. Ahora uso el reciclaje
de mi ciudad. Procuro no malgastar el agua o la luz en casa, y soy respetuoso
con la naturaleza. Pronto entendí que la gente de mi entorno alababa
mi conducta y, poco a poco, muchos de ellos empezaron a imitarla
. Quizás,
algún día, podrán también oír el lenguaje
secreto de la naturaleza.
Relato participante en el concurso de CUENTOS MEDIOAMBIENTALES.
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Autor: Ambrosio Sánchez
ambrosio1975@yahoo.com