A
once años del atentado: más de 6000 asistentes al
acto en la calle Pasteur
AMIA: reclamos a Kirchner y a la Justicia
Las autoridades judías y los familiares de las víctimas
exigieron resultados; críticas a Carlos Menem y a Eduardo
Duhalde
Pidieron al Gobierno una ley que haga imprescriptibles las causas
por encubrimiento
Quieren que no se desactiven los pedidos de captura internacional
de iraníes
Cada
18 de julio todo el frío del invierno se concentra en la
calle Pasteur al 600, frente al nuevo edificio de la mutual judía
AMIA. Ayer, como desde hace 11 años, representantes de la
comunidad judía volvieron a reunirse allí para reclamarle
al presidente Néstor Kirchner "hechos concretos"
que permitan esclarecer el ataque terrorista que mató a 85
personas, exigirle a la Justicia resultados y criticar a los ex
presidentes Carlos Menem y Eduardo Duhalde, vistos como los artífices
del encubrimiento que impidió llegar a la verdad.
A
las 9.53, la sirena -tan lacerante como el viento helado- recordó
la hora exacta de la tragedia, que también ocurrió
un lunes. En el palco, y ante más de 6000 personas que cubrían
la calle Pasteur entre Viamonte y Lavalle, familiares de las víctimas
encendieron 85 velas, una por cada muerto, y el embajador de Gran
Bretaña, John Hughes, prendió la 86 por las víctimas
de los recientes atentados en Londres.
Los
nombres de los muertos los trajeron al presente. "Las rosas
tenían color a sangre fresca", cantaba Juan Martín
Rago y el dolor se traducía en lágrimas, inagotables,
a pesar de los años.
La
tristeza dio paso a la denuncia. Luis Grynwald, flamante presidente
de la AMIA, debutó en el palco. A dos metros de Néstor
Kirchner, mezclado entre los familiares en las primeras filas del
público, le dijo mirándolo a los ojos: "No me
alcanza, señor presidente, no tener respuestas para poder
mirar de frente a mis hijos y contarles qué fue lo que pasó
el 18 de julio de 1994. Que hay culpables en libertad, que se han
destruido pruebas y no se han considerado las existentes para condenar
a quienes actuaron impunemente". Destacó que los gestos
de este gobierno "abrieron una gran esperanza", pero le
recordó: "Necesitamos y exigimos justicia, de usted
y de los poderes del Estado depende".
En
su crítico discurso exigió a la Cámara Nacional
de Casación Penal que revise el fallo del Tribunal Oral Federal
N° 3 que absolvió a Carlos Telleldín, a Juan José
Ribelli y a otros cuatro ex policías que fueron juzgados
como partícipes de la tragedia.
Cargó
contra el fiscal Alberto Nisman, de la unidad de fiscales a cargo
de la causa, y Rodolfo Canicoba Corral, el nuevo juez del caso.
"No han exhibido resultados. Les exigimos que cumplan con su
obligación de investigar y esclarezcan el atentado contra
nuestra institución". Hubo críticas también
para Alejandro Rúa, a cargo de la unidad de investigación
del Ministerio de Justicia: "No ha aportado ni un solo elemento
de valor".
A
Kirchner le reclamó que la Cancillería haga lo necesario
para restablecer la vigencia de los 14 pedidos de captura internacional
de funcionarios y ex funcionarios de Irán, acusados de ser
los cerebros del ataque.
"Asumir
las culpas sin hallar a los culpables no alcanza", le dijo
al Presidente en alusión al decreto firmado la semana pasada
en el que formalizó el reconocimiento de responsabilidad
que hizo el Estado Argentino ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos. Grynwald le dijo a Kirchner que "compete
a este gobierno" aclarar el atentado y reclamó que una
ley consagre el atentado como un crimen de lesa humanidad, y por
lo tanto imprescriptible, para que las causas por encubrimiento
no caigan.
Le
siguió el periodista Nelson Castro, que sintetizó
los once años de impunidad, exhortó a la comunidad
judía a realizar una autocrítica y a los familiares
a unirse en su reclamo.
Sergio
Burstein, esposo de Rita Worona, se abrazó a su hija Romina,
en el palco, y descargó la bronca de los deudos. Fue enérgico
con el Gobierno y explícito con sus antecesores del menemismo.
A Kirchner le dijo que el decreto de reconocimiento de responsabilidad
del Estado fue un error político, pues puede interpretarse
"como un acto oportunista", y cargó sin nombrarlo
contra Alejandro Rúa, cuya renuncia reclamó en privado.
"Ese
Estado culpable se llama Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Carlos Corach,
Carlos Ruckauf y todo el resto de esa inmunda banda", estalló.
"¿Es necesario hablar de Menem, denunciando las infinitas
irregularidades, trampas, engaños y robos que perpetró
este sujeto y su séquito"?, dijo, y agregó: "¿Es
necesario volver a hablar de Eduardo Duhalde, cómplice y
socio de Menem? ¿O él no fue parte de este Estado
cómplice y encubridor?" Luego desgranó los nombres
de Hugo Anzorreguy, Andrés Antonietti, Hugo Franco y el juez
Juan José Galeano. Los silbidos fueron ensordecedores e incluyeron
a los agentes de la SIDE y efectivos de la Policía Federal
y la bonaerense que actuaron en el caso.
A
pesar del calor del discurso, el frío no cedió. Se
hizo más lacerante al final, cuando Pasteur quedó
desierta.
Por
Hernán Cappiello, La Nacion, 18 de julio de 2005
El Gobierno pretendió aplacar
las críticas
Por Lucas Colonna
El Gobierno procuró atenuar el fuerte impacto que,
puertas adentro, causaron los enérgicos reclamos de la comunidad
judía para que, más allá de los gestos de la
Casa Rosada, haya resultados concretos en el esclarecimiento del
ataque contra la AMIA, en 1994.
Desde el presidente Néstor Kirchner hacia abajo,
la primera línea de la administración acusó
recibo de los planteos. Optó por cuestionar el desempeño
de las gestiones anteriores y defendió lo actuado en los
dos años y dos meses que lleva en el poder.
"No sólo no se investigó sino que también
se destruyó todo", dijo el jefe del Estado, en alusión
a sus antecesores, cuando se retiraba del acto en medio de un tumulto.
El Presidente, su esposa, Cristina Fernández, y sólo
tres ministros y dos secretarios de Estado escucharon en silencio
tres requerimientos de los organizadores.
Los reclamos que más repercutieron fueron los del
presidente de la AMIA, Luis Grynwald, que pidió que se reactiven
los pedidos de captura de 14 iraníes presuntamente involucrados
en el atentado que, según dijo, están "dormidos"
en la Cancillería. Además denunció que la Unidad
de Investigaciones de la causa AMIA, que depende del Ministerio
de Justicia, "no ha aportado un solo elemento de valor".
El representante de los familiares de las víctimas, Sergio
Burstein, reclamó al Poder Ejecutivo una ley de imprescriptibilidad
del atentado.
Sus palabras fueron rescatadas por el propio Kirchner.
"El familiar que habló lo hizo con toda claridad",
dijo el Presidente. El ministro del Interior, Aníbal Fernández,
que participó del acto, dijo que el Gobierno trabajaba en
la ley. "Hay vocación de trabajar con ese proyecto,
pero no conozco el detalle, pues está en la órbita
del Ministerio de Justicia", dijo a LA NACION.
Fueron los planteos de Grynwald los que encontraron respuestas
insuficientes de la Casa Rosada. El canciller Rafael Bielsa, que
presenció la ceremonia, evitó contestar a LA NACION
sobre los pedidos de captura. Sólo por la tarde la Cancillería
informó que el 22 de marzo pasado presentó una protesta
ante Interpol para que reactive los pedidos de captura y calificó
de "arbitraria e inconsulta" su suspensión. El
ministro de Justicia, Horacio Rosatti, no participó de la
ceremonia por sufrir un broncoespasmo.
Sólo el ministro del Interior esbozó una
respuesta a los planteos. "Lo que dicen es compartido por el
Gobierno. Y la vocación del Gobierno ha sido la de contribuir
al esclarecimiento", dijo Fernández. Afirmó que
el Gobierno hace gestiones por los ciudadanos iraníes. "Hemos
hecho un esfuerzo muy grande para tratar de conseguir (en Interpol)
lo que se conoce como circulares rojas. Incluso yo envié
al jefe de la Policía Federal a Lyon para discutir este tema
y hemos conseguido de la embajada de los Estados Unidos una colaboración
muy fuerte para que esas circulares vuelvan a tener esas características,
que son las de seguimiento y búsqueda internacional",
justificó.
Kirchner llegó a AMIA dos minutos antes de que comenzaran
a sonar las sirenas. Lo esperaban allí el canciller Bielsa,
Aníbal Fernández y el ministro de Salud, Ginés
González García; el secretario general de la Presidencia,
Oscar Parrilli; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis
Duhalde; el gobernador bonaerense Felipe Solá; el jefe del
gobierno porteño, Aníbal Ibarra; el embajador de los
Estados Unidos, Lino Gutiérrez, y Juan Carlos Blumberg.
|
Debajo
del palco, el presidente Kirchner y Juan C. Blumberg |
Pidieron al Gobierno una ley que haga imprescriptibles
las causas por encubrimiento
Quieren que no se desactiven los pedidos de captura internacional
de iraníes
Cada 18 de julio todo el frío del invierno se concentra
en la calle Pasteur al 600, frente al nuevo edificio de la mutual
judía AMIA. Ayer, como desde hace 11 años, representantes
de la comunidad judía volvieron a reunirse allí para
reclamarle al presidente Néstor Kirchner "hechos concretos"
que permitan esclarecer el ataque terrorista que mató a 85
personas, exigirle a la Justicia resultados y criticar a los ex
presidentes Carlos Menem y Eduardo Duhalde, vistos como los artífices
del encubrimiento que impidió llegar a la verdad.
A las 9.53, la sirena -tan lacerante como el viento helado-
recordó la hora exacta de la tragedia, que también
ocurrió un lunes. En el palco, y ante más de 6000
personas que cubrían la calle Pasteur entre Viamonte y Lavalle,
familiares de las víctimas encendieron 85 velas, una por
cada muerto, y el embajador de Gran Bretaña, John Hughes,
prendió la 86 por las víctimas de los recientes atentados
en Londres.
Los nombres de los muertos los trajeron al presente. "Las
rosas tenían color a sangre fresca", cantaba Juan Martín
Rago y el dolor se traducía en lágrimas, inagotables,
a pesar de los años.
La tristeza dio paso a la denuncia. Luis Grynwald, flamante
presidente de la AMIA, debutó en el palco. A dos metros de
Néstor Kirchner, mezclado entre los familiares en las primeras
filas del público, le dijo mirándolo a los ojos: "No
me alcanza, señor presidente, no tener respuestas para poder
mirar de frente a mis hijos y contarles qué fue lo que pasó
el 18 de julio de 1994. Que hay culpables en libertad, que se han
destruido pruebas y no se han considerado las existentes para condenar
a quienes actuaron impunemente". Destacó que los gestos
de este gobierno "abrieron una gran esperanza", pero le
recordó: "Necesitamos y exigimos justicia, de usted
y de los poderes del Estado depende".
En su crítico discurso exigió a la Cámara
Nacional de Casación Penal que revise el fallo del Tribunal
Oral Federal N° 3 que absolvió a Carlos Telleldín,
a Juan José Ribelli y a otros cuatro ex policías que
fueron juzgados como partícipes de la tragedia.
Cargó contra el fiscal Alberto Nisman, de la unidad
de fiscales a cargo de la causa, y Rodolfo Canicoba Corral, el nuevo
juez del caso. "No han exhibido resultados. Les exigimos que
cumplan con su obligación de investigar y esclarezcan el
atentado contra nuestra institución". Hubo críticas
también para Alejandro Rúa, a cargo de la unidad de
investigación del Ministerio de Justicia: "No ha aportado
ni un solo elemento de valor".
A Kirchner le reclamó que la Cancillería
haga lo necesario para restablecer la vigencia de los 14 pedidos
de captura internacional de funcionarios y ex funcionarios de Irán,
acusados de ser los cerebros del ataque.
"Asumir las culpas sin hallar a los culpables no alcanza",
le dijo al Presidente en alusión al decreto firmado la semana
pasada en el que formalizó el reconocimiento de responsabilidad
que hizo el Estado Argentino ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos. Grynwald le dijo a Kirchner que "compete
a este gobierno" aclarar el atentado y reclamó que una
ley consagre el atentado como un crimen de lesa humanidad, y por
lo tanto imprescriptible, para que las causas por encubrimiento
no caigan.
Le siguió el periodista Nelson Castro, que sintetizó
los once años de impunidad, exhortó a la comunidad
judía a realizar una autocrítica y a los familiares
a unirse en su reclamo.
Sergio Burstein, esposo de Rita Worona, se abrazó
a su hija Romina, en el palco, y descargó la bronca de los
deudos. Fue enérgico con el Gobierno y explícito con
sus antecesores del menemismo. A Kirchner le dijo que el decreto
de reconocimiento de responsabilidad del Estado fue un error político,
pues puede interpretarse "como un acto oportunista", y
cargó sin nombrarlo contra Alejandro Rúa, cuya renuncia
reclamó en privado.
"Ese Estado culpable se llama Carlos Menem, Eduardo
Duhalde, Carlos Corach, Carlos Ruckauf y todo el resto de esa inmunda
banda", estalló. "¿Es necesario hablar de
Menem, denunciando las infinitas irregularidades, trampas, engaños
y robos que perpetró este sujeto y su séquito"?,
dijo, y agregó: "¿Es necesario volver a hablar
de Eduardo Duhalde, cómplice y socio de Menem? ¿O
él no fue parte de este Estado cómplice y encubridor?"
Luego desgranó los nombres de Hugo Anzorreguy, Andrés
Antonietti, Hugo Franco y el juez Juan José Galeano. Los
silbidos fueron ensordecedores e incluyeron a los agentes de la
SIDE y efectivos de la Policía Federal y la bonaerense que
actuaron en el caso.
A pesar del calor del discurso, el frío no cedió.
Se hizo más lacerante al final, cuando Pasteur quedó
desierta.
Por Hernán Cappiello, La Nacion,
18 de julio de 2005 |