Pedro Campos
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Cuba: Cada cosa, tiene su “cosa”
El responsable del
despilfarro es el sistema burocrático sustentado en el fetichismo de la
propiedad estatal, en el trabajo asalariado y en la centralización de
recursos y decisiones
Un editorial del Director
de /Granma/, el compañero Lázaro Barredo del 22 de mayo, señala: “ahorro o
muerte”, basándose en una frase del ex Presidente del Banco Nacional de
Cuba, compañero Francisco Soberón. Dada la situación económica, no parece
una consigna vacía.
Lázaro Barredo tiene razón: los trabajadores y la burocracia derrochan, no
se aprovecha la jornada laboral, la burocracia se guía por consignas del
momentos, es difícil lograr con trabajo ideológico solamente que los
trabajadores se sientan dueños de los medios de producción, burócratas y
tecnócratas no son verdaderos administradores y a esta lista por él
mencionada, pudiera agregarse otra cantidad interminable de deficiencias que
llevan todas al despilfarro.
Pero en verdad, no es culpa de ninguno de ellos, no se trata de personas, el
responsable es el sistema burocrático sustentado en el fetichismo de la
propiedad estatal, la centralización de los recursos y las decisiones y en
el trabajo asalariado que tipifica al capitalismo y que nada tiene que ver
con el socialismo.
Mientras sigamos buscando soluciones en la actitud de las personas, si con
buenas o malas intenciones, en la “conciencia del ahorro”, en la capacidad
de dirección de los cuadros, y otros aspectos de la conciencia social y la
superestructura y no acabemos de dar un enfoque sistémico a los problemas,
en la base, en las relaciones de producción, no vamos a encontrar soluciones
duraderas y sustentables. El gato, no importa el color, siempre caza
ratones, dicen los pragmáticos, pero el socialismo no es cuestión de gatos,
sino de personas organizadas para trabajar, producir y vivir en una forma
distinta a los gatos.
Será necesario que la “dirección histórica”, la que en definitiva toma las
decisiones principales, comprenda la necesidad de avanzar a la fase de
socialización de la revolución. Todo__ apunta a que por allí andan las
trabas. Ellos, por sus méritos históricos y lo mucho de bueno que han hecho
por este pueblo, merecen reconocimiento; la forma en que actualmente dirigen
el país, el Partido y la economía, no. Buenos resultados en la salud y la
educación, son insuficientes para el bienestar del pueblo cubano. Es
comprensible que otros se conformen con lograr eso algún día.
El capitalismo está llamado al fracaso precisamente porque su único interés
es obtener ganancias y para nada le preocupa el ahorro como sistema. El
capitalismo no puede ahorrar aunque quiera: necesita constantemente gastar.
Si los capitalistas detienen la producción, como hacen ahora por la crisis
de superproducción, no reparan en destruir mercancías y fuerzas productivas,
algo peor que no ahorrar, hasta volver a recuperar los precios que permiten
la rentabilidad.
El capitalismo monopolista de estado fue concebido e introducido por el
socialismo soviético como un primer paso para la concentración de la
propiedad por el estado en manos de clase obrera, que se abrió en parte al
capitalismo privado cuando se instauró la NEP__ como un proyecto provisional
para salir del “comunismo de guerra”. Tempranamente, la NEP__ fue
identificada por Preobrazhenski (Stalin previno la restauración capitalista)
como precursora de la restauración capitalista; pero Stalin la “perfeccionó”
a partir de 1929 eliminando sus “aristas” privadas y estatizando todos los
medios de producción, excepto la tierra de los pequeños campesinos que
fueron forzados a organizarse en “cooperativas” —koljozes—, “en cumplimiento
del legado de Lenin y su llamado a la cooperativización”, que para Stalin y
la mayoría de los otros bolcheviques era referida sólo a las tierras de los
campesinos. Razonamiento que demuestra hasta que punto el estalinismo
despreciaba el cooperativismo leninista y marxista, ése era “para aplicar a
los pequeños campesinos a los que Stalin siempre confesó querer acabar, no
para aplicar a la propiedad y recursos del estado”.
La esencia de esa idea del socialismo, como un capitalismo monopolista de
Estado manejado por el Partido Comunista, es la que también se ha
desarrollado en Cuba —razones aparte—, y nos guste o no, está regida por las
mismas leyes de la producción capitalista, especialmente la obtención de
ganancias, por la sencilla razón de que está sujeta a la misma organización
asalariada de la producción y el trabajo y, bien vistas las cosas, en Cuba
ha venido provocando los mismos efectos derrochadores del capitalismo
privado que produce para un mercado de ganancias. Veamos algunos ejemplos:
1-La industria azucarera cubana cayó en desgracia cuando los precios del
petróleo aumentaron tanto que no era “rentable” producir azúcar en la forma
y con los métodos en que lo hacía el estado. Los centrales, que hubieran
podido ser reconvertidos para otras producciones alternativas si se hubieran
entregado a la iniciativa de los colectivos de trabajadores, fueron
desmantelados, vendidos unos, deshuesados para piezas de repuesto otros. Se
dejó de cultivar mucha caña que se hubiera podido utilizar con fines
distintos a la producción de azúcar. Como mismo hace el capitalismo, los
trabajadores se quedaron sin trabajo, solo que aquí se les siguió pagando un
“salario” y fueron mandados a estudiar para luego jubilarse muchos.
2-Por ser “más rentable” comprar pollo, arroz, granos, aceite y huevos en
EE.UU., que encargarlo a los campesinos cubanos y desarrollar el campo, el
gobierno capitalista de estado cubano, prefirió invertir varios cientos de
millones de dólares en el mercado norteamericano y “realizarlos” en las
tiendas de divisa y el turismo, dejando una parte para el consumo normado,
antes que estimular la producción campesina en Cuba. Las tierras se llenaron
de marabú, no había estímulo a la producción. Se__ arruinó el factor
productivo más importante después del hombre: la tierra, por “buscar
ganancias en el mercado” y tratar de evitar “el enriquecimiento de los
guajiros”. Con ello también se pretendía romper el bloqueo.
3-Como el turismo, la biotecnología y la exportación de servicios médicos y
de otros profesionales, ofrecían “rentabilidad” al estado, los esfuerzos del
“capital” cubano concentrado en el estado se dirigieron monopólicamente a
esos sectores y, el resto dejó de recibir inyecciones de recursos porque no
era “rentable”. La industria alimenticia, la agricultura, la vivienda, la
producción de electrodomésticos, de muebles y medios de transporte, por
poner ejemplos muy claros fueron abandonados a su suerte. Se logró así el
“desarrollo desigual”, como mismo pasa al capitalismo privado que se
concentra en las ramas más productivas del momento.
4-En artículo del 31 de mayo, /Juventud Rebelde/ informaba de la enorme
cantidad de productos del agro que se pierden en el campo y ya cosechadas,
porque no hay envases y el aparato burocrático centralizado del transporte,
acopio y distribución no puede recogerlos pues los camiones “no pueden
viajar vacíos una parte del trayecto”. También relataba el abandono de
maquinarias empacadoras costosas, por falta de pequeñas inversiones, pues ya
no producen para el mercado en divisa, que es el que le interesa al estado.
En el artículo continuación de este, del domingo 7 de junio, /JR/ volvía
sobre el tema e informaba del “reordenamiento” del acopio, transporte y
distribución de los productos del agro, toda una estructura mediando, con
más empresas estatales y su burocracia “descentralizada con autonomía” que
complica y encarece más la gestión, cuanto todos sabemos, por la propia
experiencia cubana, que la autonomía buro-tecnócrata sin control obrero trae
más corrupción.
La Agricultura “se limpió” porque su papel no es acopiar ni distribuir,
Acopio “se limpió” porque no tenía transporte y Transporte “se limpió”
porque tenían la orden de que los camiones no podían circular vacíos una
parte del trayecto o porque no les avisaron por el celular. “Pero ahora sí
nos vamos a poner de acuerdo los tres; fue un problema de mala
coordinación”. Esas cosas suelen ocurrir en los combates militares cuando la
Marina, las Fuerzas de Tierra y la Fuerza Aérea__ actúan cada una por su
lado, sin coordinación; pero cuando se ponen de acuerdo son muy efectivas.
Pero, desde luego estos no asuntos militares, sino relativos a la economía
política del socialismo. Cada cosa tienes su “cosa”.
Todos los cubanos sabemos
que el precio que paga Acopio al productor es mínimo en comparación con los
altos precios al por menor en los agro-mercados del estado. ¿Quién se guarda
esa gran ganancia mercantil intermediaria? ¿Por qué los mercados tienen que
seguir vendiendo al precio que le impone el MINCIN, no importan las
pérdidas? ¿Por qué se pudre tanto alimento en su vía crucis de la tierra al
plato? ¿No se dan cuenta de que esos aparatos intermediarios encarecen el
producto, que mucho del mismo después se echa a perder en sus almacenes y
que son fuentes de corrupción? ¿Quién paga por ese encarecimiento, sino el
pueblo? ¿No sería mejor que las cooperativas y grandes productores tengan su
propio transporte o lo contraten a particulares o al estado y comercialicen
ellos mismos lo que puedan directamente, sin intermediarios estatales, ni
particulares?
Mucho que se ha criticado a los intermediarios ¿los del estado son
distintos, son más eficientes? ¿Qué impide que las cooperativas unan sus
transportes o se presten servicios unas a otras y a los agricultores
particulares cercanos? ¿Por qué no se hacen cooperativas de transportistas?
¿Por qué ir de nuevo a la centralización del transporte y a crear
intermediarios estatales, nuevas versiones de los fracasados mercados
concentradores?
Queda evidenciado que la estato-centralización monopólica sistémica del
acopio, el transporte y la comercialización sirve al estado para “controlar
toda la ganancia mercantil” de lo que producen los campesinos, pero es
incapaz de resolver el problema y entre sus resultados tuvimos: incalculable
destrucción de productos agrícolas que no fueron al consumo popular ni a la
industrialización, los precios al por menor se mantuvieron altísimos con
perjuicio para el pueblo y muchos campesinos perdieron los esfuerzos hechos
en sus producciones.
Estos cuatro ejemplos son elocuentes, el capital del estado ha sido
invertido donde más ganancias podrían producirle a él, según su estrecha
visión burocrática y por razones de supervivencia a corto plazo, en función
de intereses inmediatos, superficialmente evaluadas. La inversión no ha
estado en función de las necesidades concretas de los trabajadores, sus
colectivos laborales y el pueblo, en función de sus demandas, sino en
dependencia de las “ganancias para el estado”.
No faltará el ilustrado burócrata con el docto argumento: “la centralización
de la apropiación —de la propiedad y el plustrabajo todo— tiene un fin
social, hacer una mejor distribución, se hace para fortalecer el “estado
socialista”, alimentar sus necesidades (las de sus aparatos burocráticos) y
garantizar al pueblo “los logros básicos de la revolución”: un mínimo de
alimentos a bajos precios, una precaria seguridad social, pero garantizando
educación, preparación técnica y un buen sistema de salud para que los
asalariados sean productivos y no falten al trabajo”.
Una vez más método y fin en
contraposición, sin correspondencia. El pragmático del “gato que caza ratones”,
termina dominado por el método de caza y nunca pasará de gato. El fin no
justifica los medios, los determina. El fin socialista precisa de medios y
métodos socialistas, propios. Nunca será posible conseguir una sociedad
socialistas con métodos propios del capitalismo como el trabajo asalariado, la
concentración de la apropiación y la búsqueda de ganancias a costa de la
explotación a otros. ¿Será necesario recordar al El Che y las armas melladas...?
Nuestro capitalismo
monopolista de estado que ha mostrado sus más bajos sentimientos usureros y
crematísticos (ánimo de lucro en el mercado) con el monopolio del mercado
interno de todo tipo de productos, ha terminado por derrochar y malgastar
muchas fuerzas productivas, maquinarias, plantas enteras, proyectos que
nunca se terminaron porque no fueron bien “planificados”; ha desaprovechado
recursos en la preparación de muchos profesionales que después, aún siendo
necesarios, no ejercieron lo que estudiaron y fueron a realizar labores más
“rentables” o se fueron del país, y otros por el estilo.
No se trata de criticar por
criticar, el hipercriticismo que aprecian en todo análisis objetivo los que
quieren “cambiar todo sin cambiar nada”; sino de dejar las ramas para ir a
la raíz de los problemas y presentar soluciones socialistas duraderas para
poder resolverlos: “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la critica
es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente”, dijo el apóstol. Y
quien tiene a Cuba en el pecho y al socialismo en la cabeza, deberá entender
que pretender ahorrar sin cambiar el “mellado” sistema asalariado que
tipifica la organización de la producción del capitalismo, sería como querer
producir energía eléctrica (eólica) con los antiguos molinos de viento.
Si realmente queremos economizar sin que esto se revierta en un obstáculo
mayor a la producción y convertir el ahorro en una tarea de masas, es
necesario conseguir que todos los que intervienen en la producción reciban
directamente en sus bolsillos los beneficios de tal política y no solo los
perjuicios como se proyecta ahora la campaña, con la sistemática amenaza de
que “habrá apagones si no ahorramos”, usando un mensaje negativo, propio de
métodos coercitivos, de ordeno y mando, con criminalización de las personas
que serían las “responsables” de los apagones por no cumplir ellos con las
políticas estatales de ahorro. Esto podría bien llamarse “terrorismo
mediático”. Así no se “funda” un pueblo. La economía se logra con métodos
económicos afines
Una verdadera, sensata,
sostenida y constructiva política de ahorro sería posible si lográramos avanzar
de este capitalismo monopolista de estado, que han llamado “socialismo” para
desgracia de este vocablo, al verdadero socialismo, donde cambien las relaciones
asalariadas de producción por las asociadas, no sea un centro burocrático quien
decida cómo usar todo el dinero disponible para las inversiones, sino que los
recursos estén repartidos entre quienes lo producen para garantizar la
reproducción ampliada de todas las ramas; los trabajadores todos —manuales e
intelectuales— se sientan de verdad estimulados y responsables de lo que se
gasta porque ello se revierta directamente a favor o en contra de sus entradas y
no sea una burocracia designada y despilfarradora la que dirija y gestione
directamente la administración de las entidades productivas, sino los
trabajadores mismos. Si no lo desean, una vez más no nos oigan, pero nunca será
tarde.
Con más de lo mismo, seguiremos de mal en peor. Los obcecados creen que el poder
radica en el control de las armas, el dinero o las instituciones. El verdadero
poder está en los corazones del pueblo que, con tales métodos solo logran
dispersar y hacer volar, en busca de otros aires.
Socialismo por la vida.
La Habana__, 17 de junio de 2009
perucho1949@yahoo.es
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