Uno de los momentos más decisivos en la vida de un bonsai es su trasplante de la maceta, donde ha estado creciendo y formándose, a la bandeja de bonsai, donde será expuesto. Para ello hay que seguir unos pasos muy simples que podéis ver comentados e ilustrados a continuación:

Este es un castaño (Castanea sativa) de 8 años de edad obtenido de semilla y cultivado siempre en maceta, por lo que su crecimiento ha sido muy lento. Por un lado, supone demasiado tiempo para tan poco arbolito, pero por otro, permite mejor control sobre la forma de sus ramificaciones.
Ahora tiene 30 cms. de altura y su tronco tiene un grosor de 2 cms. Ha llegado la hora de pasarlo a bandeja para que se vaya adaptando durante la primavera.
Aunque en todos los libros que he visto suele trasplantarse el bonsai antes de podarlo y alambrarlo, personalmente, prefiero alambrar y podar los arbolitos antes de trasplantarlos porque, en primer lugar, están más firmes en la tierra y es más fácil enrollar el alambre alrededor de sus ramas y, en segundo, porque así ofrecen el aspecto definitivo a la hora de colocarlos en la bandeja de bonsai, con lo que resulta más sencillo elegir la mejor ubicación.


Se extrae el árbol de la maceta.
Es conveniente que el árbol no haya sido regado los días anteriores para que la tierra no esté apelmazada, aunque tampoco conviene que esté muy seca porque correríamos el riesgo de que se desintegrase en nuestras manos dejando al aire todas las raíces.
Es importante, antes de extraer el arbolito, tener preparado todo el material necesario para el trasplante, ya que así se desarrollará de forma más rápida y cómoda.


Con un cuchillo o una navaja bien afilada se corta aproximadamente el tercio inferior del cepellón donde, en algunos casos, dependiendo de las especies, hay una gran acumulación de raíces retorcidas.


Se desenredan las raíces quitando gran parte de la tierra del cepellón. Para ello yo utilizo un palo afilado como un lápiz, aunque hay diferentes opciones que van desde los palillos de comida chinos hasta el uso de un tenedor.
Se deja un cepellón de tierra que tenga aproximadamente la altura de la bandeja en que vamos a depositar el arbolito.


Se recortan las raíces sobrantes, sobre todo las que crecen hacia abajo, con unas tijeras que deben estar bien afiladas, aunque procuraremos no utilizar nuestras mejores tijeras para esta labor, ya que la tierra las estropeará bastante.


Se presenta el arbolito en la bandeja que hemos elegido para él, donde previamente hemos puesto una capa de sustrato, buscando una posición adecuada y comprobando que las raíces podrán desarrollarse.


Se cubre de tierra que, por medio de un palo u objeto similar, haremos que rellene los espacios entre las raíces.
Una vez asegurado que no quedan bolsas de aire entre las raíces, se presiona un poco la tierra con las yemas de los dedos, sin apelmazarla, y se retira la tierra sobrante.
En el caso concreto de especies que requieran tierra ácida (castaños, azaleas, cítricos...) suelo mezclar un par de cucharadas de posos de café con el sustrato para conseguir esa acidez necesaria.


Se cubre con musgo o el material que queramos utilizar como sotobosque


Se riega abundantemente (mi sistema preferido es pulverizando durante unos 3 minutos) y se sitúa en un lugar claro pero resguardado del sol durante la primera semana si el tiempo es caluroso