GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES - SECRETARIA DE CULTURA PALACIO SAN MARTÍN
El Palacio Anchorena, ubicado sobre la Plaza San Martín, se destaca entre los mejores edificios de la ciudad por su originalidad y valores arquitectónicos. Este gran exponente de una tendencia estética que podría denominarse "Clasicismo Belle Époque" fue la residencia de una de las más acaudaladas ramas de la familia Anchorena, apellido que en la Argentina evoca la misma y legendaria riqueza que Rothschild en Europa o Vanderbilt en Estados Unidos. |
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El
edificio que se construye entre 1905 y 1909 sobre el terreno limitado por
las calles Basavilbaso, Arenales y Esmeralda es encomendado por Mercedes Castellanos
de Anchorena. Hija de Aarón Castellanos, uno de los pioneros de la
colonización agraria y del fomento de la inmigración europea
en la Argentina, Mercedes se casó en 1863 con Nicolás Hugo Anchorena
(1823-1884), nieto de Juan Esteban Anchorena, el fundador de la dinastía
argentina que llegara de España a Buenos Aires en 1751. Mercedes -dueña
de una de las fortunas argentinas más importantes de su época
que incluía al morir su marido veinte establecimientos ganaderos con
más de doscientas setenta mil hectáreas- fue una personalidad
fuerte y decidida tanto en su vida privada como en las actividades sociales
y religiosas que la tuvieron como protagonista. Incansable promotora de obras
de caridad y religiosas a las cuales se dedicaba con gran tenacidad y aportando
fabulosas sumas de dinero, que excedían el tradicional diezmo o los
porcentajes acostumbrados a donarse por ese tiempo.
La
instalación de los padres sacramentinos en la Argentina se debió
a sus gestiones como así también la construcción del
seminario de Villa Devoto o la basílica del Santísimo Sacramento,
proyectada en Paris por los arquitectectos Coulomb y Chauvet y considerada
una de las iglesias más lujosas de Buenos Aires. Este empeño
y generosidad fueron recompensados con títulos honoríficos como
el de Condesa Pontificia o el Dama de la Rosa de Oro. Apasionado de la aviación, junto a sus amigos los hermanos Jorge y Eduardo Newbery realizó los primeros vuelos en globo en la Argentina y fue fundador y presidente del Aeroclub Argentino. Su interés por la naútica, que practicaba en el Río de la Plata con su yate "el Pampa", lo llevó a adquirir un campo en la orilla opuesta de Buenos Aires junto a la Barra del río San Juan, que le servía de fondeadero. En esa estancia que legara al Gobierno del Uruguay realizó grandes plantaciones de árboles, erigió una gran casa en estilo normando y construyó una cancha de golf. Enrique
Anchorena (1879), casado en 1901 con Hercilia Cabral Hunter con la cual tuvo
cinco hijos, ocupó el cuerpo central del palacio. Se destacó
por su interés en la arboricultura que puso en práctica en sus
establecimientos de campo como el caso del espléndido parque de su
estancia "El Boquerón" cerca de Mar del Plata. vista de la entrada principal y el patio de honor del palacio proyectado por Christophersen La predilección de Mercedes Castellanos de Anchorena por los grandes edificios también se extendió a sus hijas mujeres que no vivieron con ella en el Palacio de la Plaza San Martín. Matilde (1875) casada con Carlos Ortiz Basualdo y en segundas nupcias con Pedro Verstraeten en 1916, habitó otra gran residencia, el denominado Palacio Ortiz Basualdo, diseñado hacia 1900 por Julio Dormal y situada al lado de la residencia de su madre y hermanos, en el terreno limitado por las calles Basavilbaso, Arenales y Maipú. Josefina (1876) se casó con el escritor Enrique Rodriguez Larreta, autor del famoso libro "La Gloria de Don Ramiro". e inspirador del estilo neocolonial de las casas que habitaran en la ciudad y en el campo: la residencia del barrio de Belgrano que hoy alberga el Museo Larreta y el casco de la estancia "Acelain", ambas proyectadas por el arquitecto Martín Noel. El arquitecto responsable del diseño del Palacio Anchorena fue Alejandro Christophersen (1866-1946) una de las principales figuras de la arquitectura argentina del período. Formado en la Academia de Bellas Artes de Amberes, completó su formación en el prestigioso Atelier Pascal de La École des Beaux Arts de Paris. Entre sus obras se cuentan innume-ables casas y residencias particulares, como la que alberga el Círculo Italiano en la calle Libertad; iglesias como Santa Rosa de Lima, sobre la avenida Belgrano, y edificios públicos como la sede de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Christophersen, ecléctico cabal, adscribió a diversas corrientes arquitectónicas a lo largo de su carrera. Hacia la primera década del siglo siguió el gusto dominante entre clientes y profesionales, que preferían un estilo inspirado en la arquitectura francesa del siglo XVIII. Esta tendencia fue verdaderamente internacional y se consagró definitiva-ente a través de dos obras culminantes como el "Grand Palais" y el "Petit Palais" construídos para la Exposición Universal de 1900 en Paris. En el Palacio Anchorena se reconocen varias fuentes de inspiración, las más remotas son modelos de residencias parisinas del período señalado, como el Hôtel de Condé (J.M.Peyre, 1765). Otra referencia insoslayable es el proyecto "Hôtel à Paris pour un riche Banquier", con el cual Jean Louis Pascal, maestro de Christophersen, gana el "Grand Prix de Rome" -máximo galardón de la arquitectura de la época- en 1866. A semejanza de este último antecedente, el edificio es en realidad un conjunto de tres residencias alrededor de un patio de honor, disposición que se completa con dos jardines laterales y posteriores. El
resultado es una obra de inusual riqueza volumétrica y espacial, que
ocupa y libera alternativamente los seis sectores equivalentes en que se divide
el terreno donde se erige. Los dos vértices que unen, a manera de bisagras,
los tres cuerpos construídos -especie de torreones rematados por sendas
cúpulas- sirven también de engarce espacial de los tres patios,
a través de recintos circulares con amplios ventanales. El vigoroso
modelado del edificio no se limita solamente al planteo general de masas y
vacíos. las fachadas presentan un tratamiento casi escultórico
en las mansardas convexas, salpicadas de chimeneas y ojos de buey; en las
columnas y pilastras de orden compuesto que abarcan los dos pisos principales;
en los balcones soportados por potentes ménsulas, y en el sorprendente
volumen del jardín de invierno, adosado a la fachada lateral que da
a la calle Basavilbaso. El patio de honor, de planta ovalada y separado de
la calle por una monumental pantalla en forma de arco triunfal, encierra un
espacio de aceratadas proporciones. La organización de los interiores del Palacio responde a la habitual disposición en este tipo de residencias. Cada pabellón de cuatro pisos, tiene locales de depósito e instalaciones en planta baja, salones de recepción en el primer piso, habitaciones privadas en el segundo nivel y dependencias de servicio en el piso coincidente con la mansarda. Los espacios protagónicos albergan el hall principal o la escalera de honor en las tres residencias del conjunto. Particularmente destacado es el gran Hall del pabellón ubicado sobre Arenales y Basavilbaso, rodeado por una galería superior sostenida por columnas e iluminada cenitalmente a través de una claraboya. el tratamiento y la decoración de todos los ambientes principales reflejan el alto nivel y la calidad artesanal de la construcción de la época. Esta notable habilidad se manifiesta en los estucos e imitación de materiales nobles, en los revestimientos de madera de paredes y pisos o en la excelente factura de la herrería artística, rubros todos ejecutados por artesanos o firmas radicadas en la Argentina. El denominado "Salón Dorado", en la casa que habitaron Mercedes Castellanos de Anchorena y su hijo Aarón, resulta el ámbito más característico del despliegue decorativo -opulento y ceremonial- presente en todo el edificio. Esta atmósfera se veía enriquecida por el mobiliario original que los dueños habían comprado en Francia e Inglaterra y que incluía grandes biombos Coromandel, imponentes objetos de metal y porcelana orientales, muebles de estilo francés provistos por la casa Jansen, tapices, y esculturas y pinturas de distintas procedencias fundamentalmente de estilo "pompier". El inconfundible espíritu "Belle Époque" del Palacio Anchorena se ve reforzado por el influjo art nouveau que se manifiesta más allá de aspectos decorativos o formales. Este aporte se incorpora en variables más trascendentes de la composición, como la fluidez de espacios y masas, las transparencias y continuidades entre recintos, el gran uso de convexidades y concavidades, o el aligeramiento de ciertos sectores del basamento y la mansarda a través del uso del hierro. Un análisis detallado de este gran edificio y las circunstancias en que fue construído, así como ciertos desajustes en la resolución definitiva respecto del planteo original, parecería señalar que el Palacio Anchorena ha sido resultado de una reelaboración de un proyecto de mayores dimensiones originalmente diseñado en Francia. Este
tipo de adaptaciones fue algo común por la época, y el propio
arquitecto Christophersen encaró varios otros proyectos asociado con
otros profesionales franceses como Charles F. Méwès, cotizado
autor de los hoteles de la cadena "Ritz" en Europa. Más allá
de cierta incertidumbre respecto del diseño original, puede considerarse
al Palacio Anchorena, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
desde 1938, como una de las mejores ejemplos, quizá la residencia más
original del "Clasicismo Internacional 1900" |
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