El valor de la calidad en la
organización
En los
últimos años el concepto de calidad ha evolucionado
notablemente. De la antigua definición que afirmaba que la
calidad es aquello que el cliente percibe como tal y está
dispuesto a pagar por ello, se ha pasado a conceptos mucho más
especializados.
Hoy en día, la calidad se ha convertido
en un elemento esencial y diferenciador para las empresas.
Esta cualidad aporta un valor añadido capaz de distinguir un
producto o servicio frente a sus competidores.
Todo
esto tiene lugar en un mercado cada vez más homogéneo, donde
las empresas buscan de forma permanente nuevas vías para
diferenciar sus productos. Por otro lado, el cliente es ahora
más profesional, sabe lo que quiere, compra en base a
criterios racionales y es mucho más sofisticado.
Así
las cosas, la única forma de sobrevivir en este mercado es
asumir un firme compromiso con la calidad y la mejora
continua, adaptando los procesos a las nuevas
expectativas.
Ahora bien, si en el pasado los esfuerzos
por mejorar la calidad se centraban principalmente en el
producto final, en la actualidad las empresas intentan
potenciar este aspecto en todas las áreas de la organización,
conscientes de eficacia de los sistemas de Calidad
Total.
Estos programas de calidad han sido implantados
en numerosas compañías y tienen como objetivo, además de
lograr la mencionada diferenciación, incrementar
sustancialmente la productividad a la vez que se reducen los
costes.
Estos modelos de
calidad se centran, entre otros, en aspectos
como:
Redefinir la filosofía de la organización para
conseguir un compromiso enérgico de todos sus profesionales,
con la mejora continua y la calidad como vía para ser más
eficaces y competitivos.
Respaldar la práctica de un
liderazgo constructivo por parte de los directivos. La misión
del líder no consiste en controlar y ordenar, sino en ayudar y
guiar a sus subordinados a conseguir mejores
resultados.
Compartir los objetivos de la organización
con todos los profesionales. El mejor camino para que los
empleados se identifiquen y se comprometan con los proyectos
de la empresa es involucrarles activamente en ellos desde el
principio.
Fomentar la comunicación dentro y fuera de
la empresa. Mantener una relación directa con los empleados
es un elemento importante de motivación y proporciona un
valioso feedback.
Buscar nuevas fuentes de información
que permitan que ésta fluya de forma rápida y directa. La
cantidad y la calidad de la información son aspectos claves en
cualquier actividad. Afortunadamente las nuevas tecnologías
facilitan su obtención.
Animar al aprendizaje continuo
a todos los profesionales de la organización. La formación es
una herramienta fundamental para lograr y mantener los
estándares calidad establecidos, especialmente en la vorágine
de cambios en la que estamos inmersos.
Atender y
satisfacer las necesidades del cliente por encima de todo. La
empresa debe identificar y definir las expectativas de sus
clientes y establecer las estrategias oportunas para
cumplirlas e incluso superarlas.
Autor/Fuente: (Gaceta de los
Negocios)
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