LA PLANEACIÓN
ESTRATÉGICA
Cuauhtémoc
Molina García
Las
empresas mexicanas se enfrentan hoy en día a entornos cambiantes, riesgosos e
inciertos. La apertura comercial y la globalización han expuesto a la economía
nacional a factores externos no controlables. Los precios internacionales del
petróleo para una economía como la nuestra, cuyos ingresos fiscales están fuertemente
representados por el volumen de las exportaciones petroleras, son
definitivamente importantes. El tipo de cambio, el comportamiento de la
economía de nuestro principal socio comercial, los Estados Unidos, entre otros,
son factores que hoy en día, y dadas las condiciones de la globalización,
repercuten de una forma definitiva en el comportamiento de los grandes
agregados de la economía y consecuentemente en los ciudadanos, vistos éstos
como consumidores. Por otra parte, los patrones en el consumo, las actitudes y
los valores de la sociedad, la cultura misma, los perfiles demográficos y los
estilos de vida, las motivaciones y otros muchos factores, determinan la
silueta de los mercados y por lo tanto a las empresas. Y es precisamente en
este sentido en el que la planeación estratégica adquiere importancia radical,
puesto que ella le propone a las empresas la capacidad para identificar,
evaluar y determinar las oportunidades y las amenazas que el entorno les
plantea. En otras palabras, la planeación estratégica (PE) constituye una
herramienta de importancia vital para las organizaciones, puesto que sin ella
los administradores probablemente estarían incapacitados para definir los
factores de riesgo, las fortalezas y las oportunidades de sus organizaciones de
cara a las oportunidades y a las amenazas del ambiente. Por lo tanto, la PE
tiene que ver con la vigilancia del entorno y con el aprovechamiento del
entorno de modo que la alta dirección de las empresas este en condiciones de
asignar de la mejor manera posible los recursos de la organización a tales
oportunidades.
Será
necesario, por lo tanto, especificar de modo preciso qué es la planeación
estratégica. Diré en consecuencia que la PE es la respuesta lógica a la
necesidad de escudriñar los futuros inciertos de las organizaciones,
principalmente de aquéllos que sobrevienen como consecuencia de las condiciones
que le plantean a la sociedad mexicana la globalización. Consiguientemente, la
PE consiste en:
“Decidir
hoy lo que debe hacerse en el futuro, lo cual implica la determinación de un
futuro deseado y las decisiones que es preciso tomar para hacerlo realidad.”
James N.
Taylor sostiene que la PE es:
“El
proceso de elegir el mejor camino entre dos puntos. Los negocios de hoy son el
punto A. Los negocios de mañana el B. La planeación estratégica es el examen de
las rutas más prácticas entre estos dos puntos a fin de que se elija el curso
óptimo.”[1][1]
En
esencia, la PE es la conducción ordenada de un proceso de transición entre un
punto A y un punto B; esto es, entre lo que una organización es ahora y lo que
se desea sea en el futuro.
Recapitulando
lo hasta aquí dicho ¿qué es lo que una empresa se propone con la PE? Los
objetivos más importantes de la planeación estratégica son:
1. Diseñar el futuro que desea la
empresa e identificar el medio o la forma para lograrlo.
2. Identificar y evaluar las fortalezas
y las debilidades de la organización-
3. Identificar y evaluar las
oportunidades y las amenazas que el entorno le plantea a una organización en el
corto, mediano y largo plazos.
4. Crear y mantener una estructura de
organización que sea capaz de soportar un sistema de toma de decisiones
oportuno y eficiente.
5. Crear y mantener la competitividad
de la empresa.
6. Estar en condiciones de aprovechar
las mejores oportunidades de negocios.
Sin
embargo, la PE no es por sí misma una varita mágica que sea capaz de solucionar
de igual forma todos los problemas de las empresas. Hay algunas consideraciones
que es preciso hacer. Una de ellas, quizá la más importante, es que la PE
necesita liderazgo para poder concebirse e implantarse; por otro lado,
requiere recursos financieros para instaurarse y quizás la consideración más
relevante es que la PE no es una medida de desesperación, esto es, no sirve
para sacar de una crisis repentina a una empresa en particular; tampoco la PE
elimina los riesgos, pues es claro que solo los identifica, define cursos de
acción con el menor riesgo posible, reduciendo la incertidumbre sin tampoco
eliminarla.
NOCIONES
DE LA PLANEACIÓN ESTRATÉGICA
La
planeación estratégica supone tanto un enfoque como una metodología.
Es un enfoque porque supone una manera de «ver las cosas” y la manera en cómo una persona ve
las cosas define su conducta y sus actitudes. Un administrador o gerente
abordan la administración de una empresa a partir de lo que tienen en sus
mentes; de esta forma los paradigmas suelen ser determinantes y la
planeación estratégica es ciertamente uno de ellos. Será necesario, por lo tanto, antes de pasar a explicar los
“pasos” de la PE, definir algunos conceptos básicos presentes tanto en la
metodología como en el enfoque. Los más pertinentes son «visión», «misión», «objetivos», «estrategias».
Una visión
expresa la forma en cómo queremos ver a la empresa dentro de un periodo
determinado. ¿Qué será Chedraui dentro de 10 años? La visión expresa algo que
evidentemente no existe, es el futuro deseado de la organización. La visión es
importante porque supone la inspiración necesaria para visualizar aquello que
queremos llegar a ser en este momento. Una visión no expresa los propósitos de
la empresa, sino la configuración de la imagen deseada, la apariencia que
queremos que la empresa tenga dentro del largo plazo. De esta manera, por
ejemplo, es posible que una empresa comercial como Chedraui declare que su
visión es que “en el año 2010 la empresa deberá tener presencia en todas las
capitales importantes del país con productos de calidad ya los precios más
bajos del mercado. Seremos una cadena de tiendas de autoservicio con alto nivel
de profesionalización y con personal altamente capacitado y con habilidades de
servicio extraordinario”.
Una misión
destaca la identidad organizacional de la empresa, sus valores, sus creencias,
sus productos definidos en forma de beneficios, señalando la relación «empresa, producto, mercado». ¿Quiénes son nuestros clientes?
¿Qué beneficios esperan? ¿Qué les estamos ofreciendo? ¿Quiénes somos “nosotros”
como empresa? Estas son preguntas clave que deben ser respondidas en todo
proceso de preparación de un plan estratégico. La declaración de la misión
de la empresa es fundamental ya que señala su razón de ser en su contexto, y
además enfila a la empresa hacia el cumplimiento de la visión. Para une empresa
como Chedraui, por ejemplo, una misión podría ser definida en los términos
siguientes: “En Chedraui queremos ofrecer a nuestros clientes satisfacción
total en sus compras, otorgándoles el mejor beneficio al más bajo precio”. Para
esto existe Chedraui y por ello esta es su misión estratégica. La declaración
anterior puede –y debe-, ir acompañada de una declaración de sus principios
como empresa, definiendo su preocupación por los “otros clientes” (comunidad,
medios, etc.), sus valores, su filosofía hacia los trabajadores, empleados,
ejecutivos, etc.
De esta
forma una misión permea el ambiente total de la empresa y de la administración,
predispone las actitudes de las personas hacia los fines últimos de la
organización y establece los límites, los linderos dentro de los cuales la
empresa puede y debe actuar. Decir que “en IBM desarrollamos y ofrecemos a
nuestros clientes soluciones sin fronteras”, es un claro ejemplo de misión
estratégica, ya que enuncia los beneficios y las más amplias posibilidades
dentro de las cuales la compañía puede desenvolverse. Decir, en cambio, que IBM
“vende computadoras” constituye sin duda una perspectiva miope de la dirección.
La misión enfatiza más que nada los beneficios y no los “productos”.
Por su
parte, la filosofía de la empresa es claramente una consecuencia de la
declaración de la misión, y de hecho la filosofía se encuentra contenida dentro
de ella. Puesto que la planeación estratégica supone un tipo de actitud, esto
es, una disposición mental, hay entonces una forma de “pensar” que anima el
proceso administrativo y esta animación es ciertamente la «filosofía de la empresa». Habrá que concluir esta parte
diciendo que ninguna planeación tiene sentido estratégico sin una columna de
pensamiento trascendental y valioso que le da a la empresa “sentido” y
“orientación”.
Derivados
de la misión se obtienen los planes estratégicos. Los objetivos estratégicos
que enuncian la detonación de un plan o “estrategia” se refieren a las áreas de
desempeño de una organización y en ellas es necesario enunciar la siguiente
pregunta: ¿Qué queremos lograr? La o las respuestas posibles a esta pregunta
dan lugar a la fijación de los objetivos estratégicos y representan los fines
hacia los cuales se dirige una estrategia. Algunos de los objetivos
estratégicos más relevantes tienen que ver con:
§
Obtener una mayor participación en el mercado.
§
Acceder a mayores oportunidades de crecimiento y
desarrollo.
§
Desarrollar capacidad creciente para participar en
mercados internacionales.
§
Promover capacidad para la innovación en tecnología
para productos o para servicios.
§
Reducir costos de operación.
§
Obtener mayor calidad en los productos y servicios.
§
Incrementar la productividad del recurso humano y la
competitividad de la empresa.
§
Mejorar el posicionamiento estratégico de la compañía.
Los
objetivos son la consecuencia de los planteamientos misionales y visionales de
la empresa. De los objetivos estratégicos será necesario derivar metas, las
cuales deben ser medibles, cuantificables, concretas de modo que pueda
evaluarse su consecución y el desempeño de los ejecutivos.
Y a guisa
de ejemplificación, será necesario que la planeación estratégica detalle en
toda forma los métodos en cómo habrán de conseguirse los objetivos. En este sentido
la presupuestación financiera adquiere una relevancia fundamental, ya que los
planes deben ser capaces de traducirse en estimaciones de ventas, participación
de mercado, indicadores de penetración y/.o desarrollo, costos, gastos,
requerimientos de crédito, inversión, flujos de efectivo, utilidades, etc.
Pasaremos
ahora a describir de modo por demás esquemático el “proceso” de la PE,
enunciando de modo general y enunciativo lo que hay que hacer, los pasos que es
preciso contemplar y las decisiones que hay que tomar durante el camino.
En
términos generales, la PE se implanta en al menos ocho pasos; de éstos, los
primeros seis describen la planificación misma, su implantación, y los últimos
dos señalan la evaluación del proceso.
No
obstante, sería poco riguroso pretender indicar aquí que estos ocho pasos son
los únicos y definitivos, pues cada empresa y cada administrador, ejecutivo,
dirigente, presidente o líder, deberá diseñar los mecanismos, los instrumentos
y la metodología que considere más conveniente para el caso particular que lo
toqué manejar. No existen en administración recetas únicas ni consejos
absolutos, sino meras orientaciones, siempre obtenidas de experiencias previas
y acumuladas a lo largo del tiempo. Por lo tanto, siempre será posible sugerir,
opinar, cuestionar e incluso denostar los procesos sugeridos por los diversos
autores que sobre la materia han escrito.
El
siguiente esquema es apenas una justa orientación para ajustar la toma de
decisiones a lo largo de un proceso de planeación estratégica.
IDENTIFICAR
LA MISIÓN ACTUAL DE LA ORGANIZACIÓN, SUS OBJETIVOS Y ESTRATEGIAS
REVALORAR LA MISIÓN Y
LOS OBJETIVOS DE LA ORGANIZACIÓN FORMULAR LAS ESTRAGIAS PONER LAS ESTRATEGIAS EN PRÁCTICA EVALUAR RESULTADOS IDENTIFICAR LAS FORTALEZAS Y LAS DEBILIDADES ANALIZAR LOS RECURSOS DE LA EMPRESA ANALIZAR LAS OPORTUNIDADES Y LAS AMENZAS ANALIZAR EL ENTORNO EXTERNO
El
esquema anterior constituye un buen instrumento para consultar una empresa, o
bien para intervenir dentro de ella ejecutivamente para implantar un sistema
estratégico de planeación. Será por lo tanto necesario especificar cada uno de
los componentes del proceso.
PASO
1: Identificación de la misión actual de la organización, sus objetivos y
estrategias.
Toda
empresa u organización, así sea esta de negocios o no lucrativa, o bien del
sector público, necesita de una misión. Una misión se define como la razón de
ser de una organización en su contexto, en su entorno. El concepto de misión no
es una moda, ni reemplaza al concepto tradicional de “propósitos” o de
“objetivos”, ya que en realidad constituye un concepto estratégico para definir
la filosofía de la empresa y por lo tanto su estrategia corporativa. La
pregunta correcta que define la misión de una empresa es la siguiente: ¿Cuál es
la razón de ser del negocio? La respuesta pertinente obliga a los ejecutivos y
administradores de la empresa a definir con presión el ámbito de sus productos
o servicios como beneficios esperados por sus clientes actuales y potenciales.
Los componentes de la definición de una misión son el mercado de consumidores,
el producto, la tecnología, la preocupación por sobrevivir, la filosofía de la
empresa, el autoconcepto de la
organización y su preocupación por la imagen pública.
Una
declaración correcta de misión proporciona la clave para precisar la razón de
ser de la empresa y por lo tanto orienta todo el proceso de la planeación
estratégica.
PASO
2: El análisis del entorno externo.
El papel
que juegan las variables del entorno es vital en la planeación y en la
definición de la estrategia de la empresa. Los elementos del entorno definen
las opciones disponibles para la administración de la corporación. Una compañía
exitosa es aquélla que posea una estrategia que le permita un ajuste rápido y
oportuno a los cambios del ambiente. Un análisis ambiental le permite a los
administradores definir las oportunidades y las amenazas y, por otra parte,
precisar las fortalezas y las debilidades de la empresa. Respecto del
comportamiento de las variables del entorno (política, sociedad, economía,
legislación, tecnología, cultura, competidores, mercado, etc.) es necesario que
los administradores conozcan las tendencias y las megatendencias que tarde o
temprano puedan influir, sino es que determinar, la existencia de la firma.
PASO
TRES: Identificación de oportunidades y amenazas.
Luego de
analizar críticamente el entorno pertinente a la organización, es preciso ahora
evaluar aquéllas zonas del ambiente que pueden llegar a representar «ventanas de oportunidad», es decir, espacios dentro de los
cuales la empresa puede asignar recursos rentablemente. Sin embargo, al mismo
tiempo es preciso que los administradores tengan la mentalidad abierta para
identificar las amenazas, pues tanto unas como otras deben verse oportunamente
a fin de que la empresa esté en condiciones de tomar decisiones de modo
oportuno. El análisis de las oportunidades y amenazas sugiere un enfoque amplio
de la administración de la empresa, pues lo que para una organización
representa una oportunidad para otra es una amenaza y viceversa.
PASO
CUATRO: Análisis de los recursos de la organización.
Una mira
al exterior supone al mismo tiempo una mirada al interior de la organización,
pues las fortalezas y las debilidades, lo mismo que las oportunidades y las
amenazas, pueden ser tanto externas como internas. Entendemos por recursos todos los potenciales que la empresa
posee, y éstos se refieren tanto a los materiales (económicos, financieros y tecnológicos)
como a los humanos (habilidades, destrezas, motivación, liderazgo, capacitación
y cultura, entre otros). En este sentido, habrá que ver si la organización
cuenta con los recursos necesarios para enfrentar las oportunidades y las
amenazas, y en todo caso aprovecharlas o, en su caso, evitarlas y/o superarlas.
Algunas preguntas guía son las siguientes:
§
¿Qué habilidades tienen los ejecutivos de la compañía
§
¿Qué destrezas tienen los empleados?
§
¿Contamos con la tecnología necesaria?
§
¿Poseemos el capital de trabajo y el capital
financiero necesario y suficiente?
Estas y
muchas otras preguntas habrán de ser respondidas antes de dar un paso
definitivo y comprometer los recursos de la empresa en aventuras no medidas y
evaluadas.
PASO
CINCO: Identificación de las fortalezas y debilidades.
Una
fortaleza es cualquier actividad que la empresa realiza bien, es decir, eficaz
y eficientemente; por otro lado, también es fortaleza cualquier recurso de que
dispone en modo preferente a sus competidores. En contrasentido, las
debilidades son actividades en las que la empresa no es ni eficaz ni eficiente,
o bien recursos que necesita pero que no posee. Ahora, si la empresa cuenta con
habilidades y recursos excepcionales, mejores que los de sus competidores más
cercanos, entonces la empresa realmente cuenta con una ventaja competitiva
diferencial, ventaja que debe aprovechar antes que sus competidores, pues de
los contrario las oportunidades se extinguirían rápidamente.
PASO
SEIS: Revalorización de la misión y objetivos de la organización.
La fusión
de los pasos 3 y 5 tiene efecto en la evaluación de las oportunidades de la
empresa. El análisis cruzado de las fortaleza y debilidades en relación a las
oportunidades y amenazas se ha denominado en la literatura administrativa como «Análisis FODA». El esquema siguiente puede ser
ilustrativo de este cruzamiento analítico[2][2]:
F D
O Oof
A
En el cuadrante OF, la empresa posee fortalezas
y puede aprovechar las oportunidades que se le presenten; en el cuadrante OD la
empresa, puesto que tiene debilidades, se encuentra incapacitada para
aprovechar las oportunidades; por su parte, en el cuadrante AF la empresa tiene
fortalezas y puede enfrentar con éxito las amenazas que se le presenten; por
último, en el cuadrante AD la organización se encuentra en posición crítica,
pues se le presentan amenazas y ella se encuentra en posición de debilidad.
Un análisis de este tipo le permite a los
administradores de la empresa una posibilidad real de evaluar lo que
efectivamente pueden hacer. En consecuencia, constituye un instrumento
fundamental para analizar y revalorar los objetivos de la empresa, pero ante
todo su misión, su visión y la estrategia que de ellas se deriven. Preguntas
tales como ¿Son realistas? ¿Requieren adaptación? ¿Es preciso replantear la
misión de la empresa? Si se requieren cambios, entonces es altamente prudente
que la alta dirección de la empresa emprenda innovaciones de rumbo, en caso
contrario es preciso entonces que la empresa empiece a diseñar una estrategia
para hacer realidad los planes.
Tal vez sea necesario insistir aquí en que
regularmente el concepto de misión no ha sido entendido cabalmente
dentro del marco de pensamiento de la planeación estratégica, pues suele
tomársele como sinónimo de “propósitos” y de hecho muchos consideran que el
término «misión» es meramente una moda, un
neologismo o simplemente una nueva forma de decirle a los propósitos. Esto es
falso, pues el concepto de misión responde precisamente a una necesidad
estratégica, de tal modo que la misión sea capaz de expresar la razón de ser de
la empresa u organización en su contexto, definiendo con claridad los beneficios
que le ofrece al mercado, las necesidades de sus clientes y los valores que la
compañía posee y que constituyen su filosofía empresarial.
PASO SIETE: Formulación de estrategias.
Entre las variadas opciones estratégicas que
una compañía puede tener, seguramente algunas serán más pertinentes que otras;
la pertinencia puede venir por el lado de los costos, de la rentabilidad, de la
eficiencia o de la competitividad. Algunas opciones serán más compatibles con
la misión de la organización que otras. En todo caso, lo esencial es que la
empresa pueda capitalizar sus fortalezas y sus oportunidades de una mejor que
sus más cercanos competidores pues de esta manera logrará obtener una ventaja
competitiva. De modo que el referente más crítico para elegir la mejor
estrategia es precisamente la competitividad.
PASO OCHO: Implantación de la estrategia.
Ejecutar lo planeado es el paso determinante de
la labor ejecutiva, pues una estrategia es tan buena como su puesta en
práctica. Por mucho que la estrategia haya sido muy bien pensada, si la
ejecución no se encuentra acompañada de talento directivo y de liderazgo, la
estrategia no funcionará. Por esta razón, los administradores deberán ser muy
cuidadosos en definir no solo la estrategia primaria, esto es, la
estrategia básica o principal de la empresa, sino que deberán también precisar
la estrategia de implantación, llamada también secundaria, pues tan
importante es la una como la otra.
PASO NUEVE: Evaluación de resultados.
Todo proceso de planeación es incompleto si
carece de elementos evaluatorios. El control nace con la planeación, pues son
procesos gemelos en el sentido de que van parejos, a la par, durante el camino
de la gestión. No se concibe el uno sin el otro. Medir, comparar y evaluar los
resultados obtenidos implica necesariamente la existencia de parámetros
de referencia contra los cuales tasar, apreciar y juzgar lo obtenido. De
esta manera, preguntas tales como ¿Qué tan efectivas han sido nuestras
estrategias? ¿Qué ajustes son necesarios? Aquí podremos saber qué tan efectiva
fue la estrategia que se eligió y en estas condiciones los administradores
estarás en capacidad de tomar las mejores decisiones.
Los pasos descritos hasta aquí expresan los
momentos decisivos que los administradores de una empresa deben tomar en cuenta
cuando se enfrentan a la necesidad de pensar estratégicamente y de otorgar
planes de largo plazo para sus compañías u organizaciones. Será necesario
puntualizar que la planeación, como la organización y el control, son
ciertamente sistemáticos, es decir, “iterativos”, y esto significa que
una parte esta contenida en la otra de modo infinito. Se planea la organización
pero también se organiza la planeación. Por otra parte, toda planeación es
necesariamente dinámica, cambiante, tanto como el entorno también lo sea.
Hoy en día, las organizaciones de negocios y
las no lucrativas, entre las que se encuentra el gobierno, necesitan crear y
mantener mecanismos de permanente y eficaz ajuste que les permita responder de
modo oportuno a los cambios en las tendencias que caracterizan el ambiente en
que se desempeñan.
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