E l concepto de estrategia está siendo uno de los
grandes afectados por los grandes cambios que se están
produciendo en el comportamiento del consumidor, la aparición del
concepto de globalización, la fuerte irrupción de nuevas tecnologías
de manera constante, el "fenómeno" Internet, etc.
El concepto "tradicional" de estrategia se basa en
emplear herramientas de análisis, consiguiendo "ver el futuro" con
la claridad suficiente para poder definir una serie de acciones
claramente definidas que llevan a un óptimo posicionamiento.
Actualmente, esto no es así en muchos casos.
Pongamos algunos ejemplos: ¿era previsible el
11 de septiembre y el impacto que iba a tener sobre la economía
mundial? ¿era predecible la crisis argentina para las empresas que
participan en ese mercado? ¿y el caso Enron? ¿por qué la industria
de la automoción americana no vió la llegada de los competidores
japoneses? ¿cómo iba a identificar Barnes & Noble la entrada de
Amazon.com como competidor en la venta de libros?. No todos estos
cambios eran impredecibles. Algunos eran predecibles, otros eran
"parcialmente" predecibles y otros eran totalmente impredecibles,
pero cualquiera de los casos llevan a situaciones
complejas.
De hecho, en sectores poco maduros, en empresas
altamente innovadoras o en empresas de reciente creación, la
incertidumbre es la norma. Obviamente, en estos casos, el
desarrollo de la estrategia es mucho más complejo y además ha de ser
mucho más flexible.
Todo esto hace pensar a muchos directivos que "la
estrategia ha muerto" argumentando que es imposible predecir el
futuro y por tanto actuar en consecuencia. Esta afirmación es cierta
si se ve la estrategia como un proceso en el que se define un plan
estratégico para una ventana entre 3 y 5 años con revisiones anuales
contemplando los posibles cambios "imprevisibles". De esta
manera, la estrategia está obsoleta casi antes de su
formulación.
Pero la estrategia no está muerta si se ve como
un proceso continuo, una forma de "ver los negocios" y no como un
proceso con un inicio y un fin. La estrategia no debe ser algo
rígido y ha de ser considerada como un elemento indispensable para
encontrarle sentido a cada una de las acciones que se desarrollan en
el día a día.
¿Qué hacer?
En este contexto, la mejor recomendación es insistir
en la flexibilidad de la estrategia unida a un alto grado de
reflexión y participación. Es habitual encontrarse estrategias
erróneas debido a que no estaban bien desarrolladas y luego culpar
al entorno en acontecimientos que eran bastante predecibles.
Para estos entornos cambiantes, se han ido
desarrollando herramientas de análisis y basadas en
escenarios, considerando distintos escenarios y analizando
continuamente una serie de parámetros para observar hacia cuales de
los escenarios tiende el futuro.
Como conclusión, la estrategia es una herramienta
indispensable en las organizaciones, pero los constantes cambios
en el entorno hacen que el proceso de reflexión estratégica cambie
hacia una línea más participativa y constante, empleando líneas
mucho más flexibles. |