Entradilla: |
La velocidad de
transición hacia la sociedad de la información
depende en gran medida del grado de desarrollo y
riqueza de los países, dado el bagaje de
capacidades, conocimientos e infraestructura
necesarios para superar con éxito tal transición.
Los países del Sur se encuentran, como
consecuencia de ello, nuevamente rezagados. El
presente artículo analiza la posibilidad de
definir una estrategia de construcción de la
sociedad de la información. |
Introducción/Descripción: |
La "sociedad de
la información" surge originariamente como un
modelo conceptual que intenta dar cuenta de las
profundas alteraciones experimentadas por la
sociedad industrial en las últimas décadas,
inducidas, fundamentalmente, por la revolución
tecnológica. De este modo, se suele considerar al
nuevo modelo informacional como la meta deseada a
la cual los países se aproximan indefectiblemente.
Sin embargo, las velocidades de transición hacia
la sociedad de la información dependen en gran
medida del grado de desarrollo y riqueza de los
países, dado el bagaje de capacidades,
conocimientos e infraestructura necesarios para
superar con éxito tal transición. Los países del
Sur se encuentran, como consecuencia de ello,
nuevamente rezagados con respecto a los más
desarrollados, que han comenzado esta transición
desde un lugar de partida aventajado.
En
este contexto surge la Cumbre Mundial sobre la
Sociedad de la Información (CMSI) como proceso
global en el que participan los principales
actores vinculados a temáticas de información y
comunicación, tales como los gobiernos, la
sociedad civil organizada, el sector privado y la
academia. El Plan de Acción aprobado en la primera
fase de la Cumbre en Ginebra ha sido objeto de
variadas críticas, fundamentalmente desde las
organizaciones de la sociedad civil. Estas
críticas abarcan desde cuestiones organizativas
(en la elaboración del mismo no se siguió el marco
de trabajo multisectorial propuesto para la
organización de la Cumbre) hasta profundos
aspectos políticos e ideológicos. Se critica, por
ejemplo, el corte tecnicista del Plan de Acción de
Ginebra, que prioriza cuestiones de acceso y
extensión de infraestructura frente a políticas de
desarrollo de capacidades; así como la carencia de
aplicabilidad frente a la altísima heterogeneidad
de situaciones registradas a nivel mundial.
Asimismo, se ha interpretado que el tipo de
asociaciones publico-privadas previstas en el plan
tiene el riesgo de minimizar la intervención
estatal y la batería de políticas públicas
necesarias, promoviendo soluciones basadas
exclusivamente en el libre mercado, que no
aseguran la consecución de los fines de desarrollo
social deseados.
A pesar de estas
limitaciones en cuanto a sus resultados concretos
y pese a la falta de visibilidad de la Cumbre
frente a otras instancias globales, ésta cumple
con el cometido de introducir la sociedad de la
información como temática dentro de las agendas
nacionales. De este modo emergen las estrategias
nacionales, ciberestrategias o estrategias-e, como
marcos de acción que sustentan la construcción de
la sociedad de la información en diferentes
regiones y naciones. A nivel global, organismos
internacionales tales como la Unión Internacional
de Telecomunicaciones (UIT), el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la UN
ICT Task Force han sentado precedentes en el
diseño y promoción de este tipo de
estrategias.
Uno de los factores
reconocibles que inciden sobre el éxito de estas
estrategias es la implementación de marcos de
trabajo multisectoriales en las fases de diseño y
aplicación, de modo de lograr perspectivas
integrales, sustentadas en las visiones comparadas
de todos los actores protagonistas del proceso
(incluyendo a la sociedad civil y el sector
privado). La participación del sector privado en
estos procesos es considerada como útil y
necesaria, siempre y cuando sea ejecutada bajo
control estatal. El "dejar hacer" al sector
privado suele tener la consecuencia indeseada de
extensión de infraestructura y conexión solamente
en aquellos espacios de mercado rentables. En este
sentido, los planes de acción para la sociedad de
la información deben lidiar también con la
liberalización del sector de las
telecomunicaciones, impuesta por las instituciones
financieras internacionales en numerosos países y
regiones, tales como América Latina. La
consecuencia directa de tales reformas ha sido la
merma en las regulaciones a la acción del sector
privado, que redunda en la desvinculación entre
políticas TIC y políticas de derechos humanos y
promoción de prácticas ciudadanas.
A esta
compleja situación se suma el hecho de que los
gobiernos de los países menos desarrollados suelen
destinar pocos recursos a la inversión en este
tipo de planes. Frente a presupuestos reducidos,
estos ocupan un segundo puesto con respecto a
prioridades como la salud y educación. Asimismo,
una buena parte de estos países carecen en sus
gobiernos de cuerpos técnicos capacitados en la
temática, lo cual impacta sobre políticas
fragmentarias y de corte alcance, y en la falta de
protagonismo en instancias globales de decisión,
como la CMSI. Urge, de este modo, la consulta e
incorporación en el diseño de políticas de
organizaciones de la sociedad civil especializadas
en temáticas de información y comunicación,
capaces de generar, desde su experiencia, aportes
valiosos al proceso.
Los planes de acción
de aproximación a la sociedad de la información
deben ser considerados como políticas de estado y
no como programas periféricos o accesorios. El
paradigma actual apunta a programas integrales, de
coordinación multisectorial, e incorporados
activamente a las agendas del desarrollo como los
más eficaces para la transición hacia la sociedad
de la información. Es necesario hacer hincapié,
también, en la conjunción regional de esfuerzos y
en las estrategias o planes regionales. |
URL:
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http://www.choike.org/nuevo/informes/3110.html
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Publicado en: |
Choike ;
Gloobalhoy nº6 |
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