Cartas letales Nuevos ataques con ántrax y numerosas alarmas falsas disparan los nervios de los ciudadanos estadounidenses 17 de octubre, 2001 Actualizado: 6:11 PM hora de Nueva York Por MICHAEL D. LEMONICK (TIME) -- Durante la mayor parte de la semana pasada parecía que el brote de ántrax iba a quedar restringido al sur de Florida, incluso a un único edificio. La zona crítica, la sede de la editorial sensacionalista American Media, Inc., en Boca Raton, ya había sido clausurada y sus empleados y sus familias estaban sometiéndose a análisis para detectar la temible bacteria. A mediados de semana se había registrado un muerto y dos infectados, al parecer, las únicas víctimas. A pesar de falsas alarmas en Ohio, el estado de Nueva York y Hawai, parecía que ya había pasado lo peor. Pero el viernes día 12 todo cambió. Alrededor del mediodía las autoridades informaron de que una de las ayudantes del presentador Tom Brokaw, del programa informativo Nightly News de la cadena NBC, en Nueva York, había desarrollado también una forma de ántrax, probablemente debido a un polvo misterioso contenido en el correo unas semanas antes. Mientras los funcionarios federales y del ayuntamiento de Nueva York acudían a la televisión para pedir calma a la población, empezó a correr el rumor de que habían evacuado la redacción del tercer piso del diario New York Times, a pocas cuadras de los estudios de la NBC. La evacuación se debía a que una de sus reporteras había abierto un sobre aquella mañana y al sacar una "carta amenazadora", según sus palabras, vio como una nube de polvo blanco se dispersaba en el aire. En el diario Columbus Dispatch, de Ohio, se llevaron un susto similar, y también en la publicación rural quincenal Dickson Herald, en Tennessee. La cadena Fox News de Nueva York, informó que una carta dirigida a su presidente, Roger Ailes y abierta por un ayudante, como en el caso de Brokaw, contenía un misterioso polvo blanco. Y en Reno (Nevada) se informó de que una carta devuelta a una oficina de Microsoft desde Malasia -aparentemente el sobre había sido manipulado- había dado positivo en un análisis para detectar el ántrax. En momentos como éste suelen aparecer imitadores hasta debajo de las piedras y todavía no se han encontrado pruebas que relacionen estos casos de ántrax con la tragedia del 11 de septiembre. La investigación abierta recientemente por el FBI sobre el incidente de la NBC es independiente, hasta ahora, de la que se lleva a cabo en Boca Raton. Pero al menos dos de los incidentes parecen estar relacionados: las cartas al New York Times y una de las enviadas a la cadena NBC tenían ambas matasellos de St. Petesburg (Florida) y la dirección de las dos estaba escrita con una letra similar. A pesar de ello, parece ser que el ántrax descubierto en la NBC proviene de otra carta con matasellos de Trenton (Nueva Jersey). Tras haber golpeado el poder financiero y militar norteamericano el 11 de septiembre, un terrorista como Osama Bin Laden bien podría verse tentado a atacar a los medios de comunicación del país, que encarnan tanto la libertad como el exceso decadente. ¿Estará Al-Qaeda intentando aterrorizar a los periodistas norteamericanos para que hagan el trabajo por ellos, para que propaguen el terror que ahora les alcanzó en su lugar de trabajo? El vicepresidente Dick Cheney declaró el viernes pasado: "Puede ser sólo una coincidencia. Pero hay que ser desconfiados". Sin embargo, si ha sido un ataque terrorista coordinado, podría pasar a la historia como el menos efectivo. Teniendo en cuenta el potencial mortífero del ántrax, un ataque que ha causado un muerto y tres infecciones no mortales es como si los terroristas del 11 de septiembre hubieran secuestrado una motocicleta y la hubiesen estrellado contra una cabina telefónica. "Déjese de tonterías", dice un fotógrafo que trabaja para la prensa sensacionalista. "Si hubiera sido un incidente terrorista lo habrían puesto en el sistema de ventilación y ahora mismo habría 400 personas con ántrax". Pero no todo el mundo le está dando tan poca importancia al asunto. El público, sensibilizado ante los horrores del bioterrorismo tras semanas de advertencias del Gobierno e informes de los medios estaba dispuesto a asumir lo peor. Aunque se considera poco probable un ataque masivo, y el ántrax no se contagia por contacto personal, los médicos del sur de Florida y Nueva York han sufrido una avalancha de pedidos de Ciproflaxin, o Cipro, el único antibiótico aprobado por las autoridades federales norteamericanas para tratar el ántrax. La policía de todo el país ha recibido centenares de llamadas informando de sustancias sospechosas; el viernes, un solo precinto policial en Nueva York respondió a tres alertas y puso en cuarentena un edificio de Manhattan durante dos horas. Los servicios de emergencia de los hospitales de la ciudad se han visto saturados. "Hay mucha ansiedad", dice el Dr. Marc Stoller, del Centro Médico Beth Israel. Como dos de las víctimas de Florida trabajaban en la sala de correo de American Media, los trabajadores postales que clasificaron el correo y lo entregaron al edificio también han sido analizados. Los empleados del Servicio Postal de Boca Raton han exigido que se hagan análisis a todos. Ahora, tras los sucesos del viernes, las compañías de medios de comunicación de todo el país han cerrado temporalmente sus salas de correo mientras se esfuerzan por mejorar la seguridad. El Servicio Postal ha divulgado directrices sobre cómo hacerlo (por ejemplo, no abrir ninguna carta donde el matasellos y el remite no coincidan; no abrir correo inesperado de desconocidos, especialmente si la dirección está escrita a mano). Mientras tanto, el FBI y los Centros Federales de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) intentan captar el alcance del problema y averiguar de dónde llegó la bacteria del ántrax. Cuando se produjo la primera infección, las autoridades asumieron que probablemente se trataba de un caso de contagio natural, de los que ocurren esporádicamente. Robert Stevens, editor de fotografía del diario The Sun, era un gran excursionista y el ántrax se encuentra endémico en los animales salvajes. Es verdad que Stevens había contraído la infección por inhalación, una forma tan poco frecuente de transmisión que no se había registrado ningún caso en los últimos veinticinco años (en cambio, cada año se dan varios casos de peste en Estados Unidos). Pero el 5 de octubre, el día que Stevens sucumbió a la enfermedad, los funcionarios que se reunieron con trabajadores de American Media seguían con la teoría de que se había infectado de forma casual y que sus compañeros no tenían nada que temer. Aún así sus colegas, muchos de ellos periodistas experimentados, no estaban convencidos. Sabían que el ántrax es tan poco frecuente como letal, y que Bob vivía en Lantana, a menos de una hora en auto de Delray Beach, donde los secuestradores del 11 de septiembre perfeccionaron sus habilidades de vuelo. ¿No sería mejor clausurar el edificio un par de días y buscar restos, por si acaso? "Nos dio la sensación", dice un colega de Stevens, "de que si el edificio hubiera estado en Nueva York o Washington nos hubieran prestado más atención". Pero la complacencia oficial no duraría mucho. En cuestión de días, los análisis revelaron la presencia de esporas de ántrax en el teclado de la computadora de Stevens y en las cavidades nasales de dos empleados de la sala de correo de American Media. Fueron tratados con antibióticos y ninguno de los dos desarrolló la enfermedad. Pero quedó claro que Stevens no se había contagiado de ántrax durante un paseo por los pantanos de Florida. La cantidad de ántrax y el hecho de que había sido inhalado convencieron a las autoridades de que alguien había usado la bacteria "como arma", es decir, había cultivado las esporas secas para producir una cantidad significativa, y luego las había convertido en polvo. Todavía sigue siendo un enigma cómo llegaron hasta los pulmones de Stevens. Según una hipótesis, fue por medio de una excéntrica "carta de amor" enviada a la actriz Jennifer Lopez a la atención del The Sun. Empleados del diario creen que Stevens estaba presente cuando se abrió la carta, que contenía una sustancia en polvo ("algún tipo de afrodisíaco", bromeó alguien entonces) y un amuleto que parecía una estrella de David. La carta aparentemente fue desechada. En cuanto a quiénes pueden ser los responsables, el FBI y los CDC esperan que la propia bacteria les proporcione una pista: cada cepa de ántrax tiene su propia huella dactilar genética, y el ADN de muchas de las 1.200 líneas aisladas y estudiadas en los Estados Unidos han sido analizadas y registradas. Hasta ahora no ha habido suerte. La bacteria de American Media es similar a cepas aisladas en la década de 1950 en lugares tan distantes como Haití y la Universidad del Estado de Iowa, pero no es idéntica a ninguna de ellas. Este hecho ha alentado la preocupación de que el microbio pueda proceder del extranjero, tal vez de Irak o de algún científico descarriado de un país de la antigua Unión Soviética. Si hay algún tipo de conexión terrorista, el caso de la NBC podría ayudar a demostrarlo. A mediados de septiembre Erin O'Connor, la asistente de 38 años que trabaja para Tom Brokaw en el programa Nightly News tuvo en sus manos dos sobres claves en este caso. Uno contenía una sustancia parecida a la arena y una carta con amenazas. La mujer que abrió el sobre echó la "arena" a la basura y le pasó la carta a O'Connor, quien la archivó, La segunda carta, con matasellos de St. Petersburg (Florida), contenía un polvo blanco. Pero el FBI no llevó a cabo ninguna prueba hasta que la mujer desarrolló un sarpullido y fiebre. El médico que la atendió practicó una biopsia, que dio negativo, pero cuando a O'Connor le salió una macha oscura en el pecho pocos días después, acudió a un especialista en enfermedades infecciosas, quien envió una muestra de la biopsia al CDC que dio positivo por ántrax. Afortunadamente, la enfermedad es mucho menos peligrosa en la piel que en los pulmones; la mujer no fue contagiosa en ningún momento y se espera su total recuperación. De todas formas, la NBC y las autoridades locales y federales no quieren correr ningún riesgo. Secciones de los dos pisos donde se encuentran las oficinas de Nightly News fueron evacuadas. Se están realizando pruebas a todos los que trabajan allí, incluyendo a la mujer que abrió el sobre con la "arena". El susto en el New York Times comenzó precisamente cuando se hizo público el resultado del análisis de la NBC. La reportera Judith Miller, que cubre Oriente Medio y es coautora de un libro sobre el bioterrorismo, estaba en su mesa de la redacción del tercer piso en la calle West 43 cuando recibió una carta por el sistema de correo interno. Cuando Miller abrió el sobre, un polvo blanco cayó sobre ella, su mesa y el teclado de su computadora. Gran parte del mismo quedó en el aire también. Poco después de informar del incidente, Miller y las personas que trabajaban cerca de ella fueron trasladados a otro lugar para trabajar. Media hora más tarde la redacción fue sellada y los reporteros fueron evacuados a la entrada del edificio, desde donde agentes vestidos con trajes protectores contra materiales peligrosos se dirigieron al tercer piso. No fue hasta el sábado que los empleados supieron que el polvo no contenía ántrax. Si la ola de ataques y falsas alarmas de esta semana resulta ser el final de los envíos de ántrax, los norteamericanos pueden considerarse afortunados. La bacteria es desde hace tiempo el germen preferido por todo aquel interesado en la guerra biológica. Estados Unidos y la Unión Soviética perfeccionaron el cultivo del ántrax durante la guerra fría. Hoy día se calcula que 17 países tienen programas de guerra biológica, muchos de los cuales incluyen el ántrax. Hasta la fecha nadie ha utilizado las esporas en combate, pero un accidente soviético en Sverdlovsk en 1979 puede dar una idea de qué podría pasar. El Dr. David Walker, jefe del departamento de Patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas en Galveston, formó parte de un equipo norteamericano que visitó Rusia en 1992, justo antes de que Boris Yeltsin reconociera finalmente el escape de ántrax de una fábrica de armas biológicas. Ante la evidencia de 77 infecciones y 64 muertes, Walker y los demás se dedicaron a estudiar la biología del ántrax, y cómo podrían enfrentarse a un brote epidémico. Cuando el bacilus anthracis sale de las esporas inhaladas crece, se multiplica y empieza a secretar una toxina muy potente que se abre paso por los tejidos hasta penetrar en el torrente sanguíneo. Desde allí, el veneno se propaga por el organismo para atacar a los órganos internos. Mientras tanto, los nódulos linfáticos, saturados de células del sistema inmunológico que han sido llamadas para luchar contra el invasor, empiezan a presionar los órganos vitales y a interferir con sus funciones. Según Walker, esto sugería que los médicos deben encontrar mejores formas de drenar el líquido linfático alrededor de los órganos para aliviar la presión. También es necesario desarrollar una antitoxina, pues aunque los antibióticos eliminaran la bacteria, el veneno que esta emite todavía puede matar al paciente. También existe una vacuna contra el ántrax, fabricada en exclusiva para el Gobierno norteamericano por un fabricante privado llamado BioPort, en Lansing (Michigan). Pero en 1999 la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos paró los envíos de BioPort hasta que instituyera medidas de control de calidad más eficaces. En cualquier caso, los efectos secundarios pueden ser tan desagradables que algunos soldados de la guerra del golfo prefirieron arriesgarse a un consejo de guerra antes que ponerse la vacuna. Sin embargo, mientras se perfeccionan estas curas y sistemas de prevención, el único tratamiento fiable son los antibióticos, y sólo funcionan si se aplican al poco tiempo de la infección. Por esa razón, las autoridades confían en que las dificultades que conlleva el cultivo de esporas de ántrax en grandes cantidades, convertirlas en armas y luego lanzarlas sobre una multitud evitará un ataque a gran escala. Esto no descarta que algún terrorista con visión de futuro se hubiera abastecido con tiempo. Pero de todas formas sigue siendo un problema producir en masa. En ese aspecto, resulta instructiva la experiencia de la secta japonesa Aum Shinriko. El grupo, que llevó a cabo el famoso ataque al metro de Tokio con gas sarín en 1995, había intentado elaborar anteriormente un arma con ántrax. Aum tenía muchos fondos, había reclutado científicos y universitarios y se había relacionado con expertos en guerra biológica de la antigua Unión Soviética. Pero al final no consiguieron tener la capacidad para realizar un ataque con ántrax. Los expertos en terrorismo piensan que Al-Qaeda podría tener problemas similares; incluso si consiguieran el material de alguien como Saddam Hussein, tendrían que encontrar alguna forma de distribuirlo. Eso podría explicar el interés de Mohamed Atta por las avionetas fumigadoras justo antes de los ataques del 11 de septiembre. El propietario de una farmacia de Delray Beach (Florida) dice que un hombre que se parecía a Atta apareció en su establecimiento a finales de agosto buscando tratamiento para la quemazón que sentía en sus manos, que mostraban un color rojizo anormal. Pero nada de esto es definitivo. Si bien los incidentes de la semana pasada lograron uno de los objetivos que buscan los terroristas, esto es, sembrar el temor y la incertidumbre, también sirvieron para aumentar el conocimiento del público sobre el ántrax. Paradógicamente -y lamentablemente, todo hay que decir- el público ahora está más informado de lo que estaba hace pocas semanas. Igual que es mucho más difícil secuestrar un avión hoy que hace un mes, ahora va a ser mucho más difícil sorprender a los norteamericanos con sobres llenos de polvo. Si esto ha sido otro ataque inspirado por Bin Laden, es posible que Estados Unidos esté más seguro de lo que nos tememos. -Informes de Alice Park y Amanda Ripley/Nueva York; Tim Padgett y Kathie Klarreich/Boca Raton; y Jeffrey Ressner/Los Angeles con otras oficinas ------------------------------ ANTRAX - SUPLEMENTO ESPECIAL DIARIO ACCION - GENERAL RODRIGUEZ |
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