Según
informaron las autoridades locales, el 80% de Nueva Orleáns,
una ciudad de 1,4 millones de habitantes, construida en
gran parte bajo el nivel del mar, estaba sumergida, en algunas
partes incluso bajo siete metros de agua. Por la madrugada,
la rotura de dos diques de un canal obligó a los
socorristas a mirar, impotentes, cómo las aguas del
lago Pontchartrain inundaban las calles de la ciudad; anoche
aún continuaban luchando para detener su implacable
avance.
En
las calles inundadas, donde flotaban las líneas eléctricas,
conductos de gas y numerosos escombros, los equipos de rescate
apelaban a los helicópteros al no poder utilizar
botes. Varios hospitales, cuyos generadores eléctricos
de urgencia habían sucumbido por efecto del agua,
comenzaron a evacuar a sus pacientes por el techo.
El
alcalde de Nueva Orleáns, Ray Nagin, señaló
que había cadáveres que flotaban en las aguas
desbordadas.
La
Nacion, Miercoles 31 de agosto