Gestión del cambio personal


contacto

No se puede gestionar bien
el cambio en las organizaciones
si no se realiza, al mismo tiempo,
una buena gestión de la
propia transformación personal

Para estar al corriente de novedades sobre gestión del cambio personal, click aquí

última actualización
29/07/2005

 

 

La gestión del cambio aparece como nueva área de conocimiento

La "gestión del cambio" ha surgido como disciplina diferenciada, en gran parte, a consecuencia de los fracasos registrados en muchas organizaciones, durante los últimos 30 años, al intentar adaptarse a a nuevas circunstancias o cuando trataron de asimilar las nuevas tecnologías o de recomponerse después de reestructuraciones, fusiones o absorciones.

Este nuevo cuerpo de conocimiento se ha empezado a desarrollar durante los años 90 y ahora, en el curso de la presente década, se encuentra en fase de consolidación, diseminación y adopción.

Aplicación a la esfera individual del conocimiento sobre gestión del cambio en las organizaciones

Pero el cambio no sólo afecta a las organizaciones sino también a cada una de las personas consideradas individualmente.

Las organizaciones están formadas por individuos y no se puede esperar que con acciones de estrategia organizacional se logre aumentar la flexibilidad, si los individuos que la integran no logran aumentar substancialmente su capacidad de cambio, al mismo tiempo.

 

 

Formas de reacción individual
frente a los cambios

La reacción individual frente a los cambios puede adoptar distintas formas, susceptibles de ser descritas como etapas de un proceso de maduración.

La diferencia que se aprecia entre esas etapas depende de:

  • a) El grado de conciencia que se tiene de los cambios en curso,
  • b) El marco conceptual que se usa para percibir y entender la mecánica interna del cambio,
  • c) La destreza emocional para afrontar las emociones producidas por el cambio,
  • d) La percepción de la posibilidad de modificarse intencionadamente a sí mismo,
  • e) El desarrollo de la capacidad para llevar a cabo esa transformación personal

La gradación de las etapas se representa aquí como una serie de plataformas que van desde la más baja, donde la conciencia del cambio es muy ténue, hasta la más alta en la que los cambios se realizan con gran energía, convicción y pericia.

Una misma persona suele actuar la mayor parte de las veces desde una de esas plataformas pero en determinados temas o momentos puede actuar desde otra platafoma adyacente, sea la inmediatamente superior o la inmediatamente inferior.

También es posible que esa persona, a lo largo de su vida, se desplaze hacia arriba o hacia abajo en esta escala. Si logra ir aumentando su capacidad de cambio se irá desplazando hacia las plataformas superiores. Pero si, con el paso del tiempo, se hace cada vez más rígida, frágil o huidiza frente a los cambios, irá descendiendo hasta las posiciones más bajas.

 

Plataforma 1

 

 

Conciencia confusa de la existencia del cambio personal

En la primera plataforma hay una fuerte predisposición a creer que nada cambia y se desea que todo permanezca igual, en la medida de lo posible.

A lo sumo, y como mucho, se está dispuesto a admitir que hay algunos procesos cíclicos, que siempre vuelven a empezar por el mismo sitio que la vez anterior o de una manera similar.

Cuando acontece un cambio radical, algo realmente nuevo que resulta imposible ignorar o desandar, las ideas de siempre no sirven de gran cosa para encontrar un sentido a lo que acontece. De esta manera no se acaba de entender bien lo que pasa y se asume como una fatalidad, como algo incomprensible contra lo que nada puede hacerse.

Lo más característico de esta primera plataforma es que, en la medida de lo posible, el cambio se niega, se ignora o se asume pasivamente y se sufre como una calamidad.

El comportamiento está muy ritualizado y se considera que las fórmulas de actuación de eficacia probada en el pasado deben repetirse una y otra vez de la misma manera, sin que importe que las circunstancias ya no sean las mismas que antes.

En consecuencia, en esta plataforma, la destreza para afrontar cambios es muy baja.

a)

Grado de percepción de los cambios que se hallan en curso


muy bajo

b)

Nivel de conocimiento sobre la mecánica de los procesos de cambio


muy bajo

c)

Destreza emocional para manejar las emociones producidas por el cambio


muy bajo

d)

Percepción de la necesidad de modificarse a uno mismo


muy bajo

e)

Capacidad para llevar a cabo esas modificaciones

muy bajo

Plataforma 2

 

 

 

 

Intentos de evitar cualquier tipo de cambio

Un poco más arriba, en la segunda plataforma, se adquiere algo más de más conciencia sobre los cambios que se hallan en curso, pero en la medida de lo posible, lo que se intenta fundamentalmente es evitarlos.

Si resultara imposible, algunos intentarán adaptarse y acomodarse a la nueva situación pero lo harán sin demasiada pericia y su respuesta será, sobre todo, defensiva y acomodaticia.

La actitud fatalista y resignada de "o ignorar o apechugar", que era lo más característico del nivel anterior, se transforma aquí en un comportamiento más activo que puede tomar tres formas:

  • evitación
  • resistencia y obstrucción, o bien
  • adaptación.

En esta plataforma todavía se anhela continuar siendo lo que se era, permanecer allí donde se estaba y seguir haciendo lo que se venía haciendo anteriormente. Cuando todo eso resulta manifiestamente imposible, entonces se trata de postergar o sortear el cambio, por todos los medios.

Este tipo respuesta está muy enraizado en el acerbo popular y queda perfectamente reflejado en la sentencia que reza "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy".

Sin embargo, en el siglo XXI, la pretensión de detener el cambio es de todas formas vana. Aquellos que logran con éxito permanecer inmutables, en el mismo cúmulo de rutinas y en el marco de una misma situación, logran la ilusión de haber estabilizado su estado, pero siguen transformándose de una forma lenta e ineluctable en algo que es cada vez menos flexible, más apoltronado, deslizándose en un proceso de decadencia personal.

a)

Grado de percepción de los cambios que se hallan en curso


bajo

b)

Nivel de conocimiento sobre la mecánica de los procesos de cambio


muy bajo

c)

Destreza emocional para manejar las emociones producidas por el cambio


muy bajo

d)

Percepción de la necesidad de modificarse a uno mismo


muy bajo

e)

Capacidad para llevar a cabo esas modificaciones

muy bajo

 

Plataforma 3

 

 

 

 

Reconocimiento y aceptación de los cambios en curso

Las personas que logran encaramerse hasta la tercera plataforma perciben los cambios en curso más fácilmente y empiezan a comprender que la vida es en realidad un proceso de cambio sin fin.

Han empezado ya a abadonar la ilusión de que todo debería permanecer tal cual está y empiezan a sospesar la idea de que se están transformando y de que, a su alrededor, todo está evolucionando constantemente.

Desde esta plataforma se empieza a entrever que nada permanece tal como estaba en el momento anterior. Incluso cuando la transformación es muy lenta o poco perceptible, se reconoce que está en marcha, que es imparable e inevitable.

Estos primeros atisbos de la conciencia del cambio no significan, sin embargo, una plena comprensión de todos los cambios en curso. Todavía se ignoran o niegan muchos y, con frecuencia, se ofrece resistencia a otros.

Con todo, se produce ahora una inflexión importante respecto a las etapas anteriores. Más allá de la mera resistencia o la negación, se empieza ahora a sentir la necesidad de saber si se puede influir sobre algunos de esos cambios y cómo debería procederse para lograrlo.

Hay por tanto tres novedades importantes en la tercera plataforma:

  • Se empiezan a reconocer y a aceptar algunos cambios
  • Se empieza a renunciar a comportamientos de resistencia y
  • Se empieza a experimentar la necesidad de encauzar y de aprender a manejar algunos resortes de la transformación

Llegar hasta aquí supone haber dado un paso qualitativo importante.

En la tercera plataforma, en ocasiones, el cambio puede incluso buscarse activamente. Eso es lo usual sobre todo entre personas que quieren prosperar, pero hay aquí un matiz que no debemos soslayar.

En esta plataforma, aun cuando haya cambios que se desean y se promueven activamente, no se ha extinguido todavía un anhelo fraguado en las etapas anteriores. El objetivo a largo plazo todavía tiene que ver con la construcción de una estabilidad.

Esos cambios que se buscan y se emprenden son un medio con el que se espera alcanzar una posición final de estabilidad. El propósito último es la construcción de un nicho vital en el que anidar para ponerse a salvo de los avatares de otros cambios e inclemencias ulteriores.

Se espera que, una vez alcanzada la meta de un "retiro" estable, se podrá aflojar el esfuerzo porque, a partir de aquel momento, se espera que solo serán necesarias algunas tareas de contención y mantenimiento.

El final de este proyecto de vida, es todavía la llegada a una posición de resistencia y de defensa. El cambio se admite provisionalmente, pero la mirada continua puesta en un horizonte de estabilidad que todavia es a donde se quiere llegar y en donde anhela permanecer.

Aunque persiste este resíduo de las etapas anteriores, en esta plataforma aparecen los primeros intentos de dar forma al cambio y de controlar mejor sus consecuencias, así como las emociones que despierta.

Si la estretagia anterior de resistencia tenía por objeto evitar esas emociones, ahora ya no se rehuyen tanto y uno se dispone a resolver cómo las vive, las afronta y las controla.

a)

Grado de percepción de los cambios que se hallan en curso


medio

b)

Nivel de conocimiento sobre la mecánica de los procesos de cambio


bajo

c)

Destreza emocional para manejar las emociones producidas por el cambio


bajo

d)

Percepción de la necesidad de modificarse a uno mismo


muy bajo

e)

Capacidad para llevar a cabo esas modificaciones


muy bajo

Plataforma 4

 

 

 

 

Hacia el aprendizaje de nuevas maneras de vivir los cambios

A partir del momento en que los cambios se admiten o se empiezan a buscar activamente, muy pronto se pone de manifiesto la dificultad de ser eficaz cuando uno se ve arrastrado por sus turbulencias. Y se comprueba que el cambio resulta tanto más árduo cuanto más intenso, rápido y produndo es.

Con todo, hay todavía en esta plataforma una fuerte inclinación a re-utilizar recetas ya conocidas.

De esta forma, se usan una y otra vez las mismas formas de pensar, los mismos marcos institucionalizados y las mismas pautas de respuesta emocional que parecen haber funcionado razonablemente bien en el pasado, cuando la intensidad del cambio era mucho menor y sus característcas eran otras.

Inflexiones que acontecen
en la cuarta plataforma

El bagaje cultural deja de ser considerado como un recurso
y empieza a ser visto como una rémora

Tan pronto como se lleva un cierto tiempo actuando desde la cuarta plataforma, se empieza a poner de manifiesto que, cuando los cambios arrecian de verdad, no sirve de mucho el equipaje de habilidades e ideas acumuladas a lo largo de la vida. Se descubre entonces que este bagaje es, a veces, insuficiente.

En las plataformas anteriores, el bagaje cultural acumulado no sólo se consideraba suficiente, sino incluso como un acerbo irrenunciable que debía mantenerse intacto y sin menoscabo.

Por el contrario, en la cuarta plataforma, este bagaje no sólo se revela insuficiente, sino que, además y en ocasiones, parece actuar como un freno o un obstáculo.

De todas formas, en este punto, el despliegue de nuevas maneras de pensar y de actuar resulta muy árduo y complicado por causa de la fuerza con la que las maneras anteriores se resisten a perder su hegemonía.

Se abandona el ideal de estabilidad y
se reemplaza por el ideal de la transformación

Si en la tercera plataforma el objetivo final de los cambios era la construcción de una madriguera final de estabilidad, en la cuarta plataforma el objetivo a largo plazo apunta hacia una dirección completamente distinta.

El destino final ya no se concibe como un retiro apacible colmado de equilibrio, como un nicho definitivo, en donde encontrar cobijo, estabilidad y protección. Lo que se empieza a vislumbrar ahora es el deseo de alimentar y sostener permanentemente un sutil estado de desequilibrio que permitirá mantener indefinidamente el proceso de la propia transformación.

De esta manera, el anhelo de felicidad empieza desligarse de la idea de un refugio plácido e inexpugnable y se plasma en otra imagen cuya apariencia se asemeja más bien a un camino serpenteante, siempre al borde del abismo, pero que conduce a regiones de cambios más intensos que son, al mismo tiempo, muy prometedores.

Esta es la otra inflexión importante que se gesta a medida que se abandona la cuarta plataforma y uno se asienta y se consolida en la quinta.

Será allí donde la conciencia del ideal de la transformación acabará de fraguase y adquirirá mayor contorno y más consistencia.

Al abandonar el ideal de equilibrio y estabilidad y empezar a acariciar el ideal de la propia transformación, se necesita naturalemente modificar también la manera de pensar, de sentir y de manejar la propia integridad.

De esta manera, cambian los conceptos últimos que se utilizan para preservar la continuidad de la existencia.

Despertar de la conciencia
de la auto-organización

Entre la plataforma cuatro y la plataforma cinco se inicia también el despliegue de la conciencia a cerca de los procesos de auto-organización.

La creación de nueva realidad ya no se concibe como el cumplimiento de un plan cerrado y pre-establecido, descrito de antemano detalladamente, sino como el resultado de un proceso jalonado de encrucijadas, a veces imprevisibles y de resultado incierto.

La aparición de este nuevo estado de conciencia tiene una importancia extrema a la hora de dilucidar, en última instancia, lo que es el cambio, en qué consiste y cual el su sentido.

Ya no se piensa en el cambio como algo que va a producir un resultado totalmente predecible y conocido de antemano, de acuerdo con lo prescrito en una planificación muy datallada.

Ahora se piensa más bien que se trata de un rosario de encrucijadas cuyas características y resultados últimos todavía no se conocen plenamente, lo cual es un atributo propio de los procesos de auto-organización.

Cuando el cambio se contempla como el resultado de un proceso de auto-organización, la previsibilidad cae y la incertidumbre crece exponencialmente.

De todas las inflexiones que acontecen en las distintas plataformas, la irrupción de la conciencia de los procesos de auto-organización es probablemente una de las más cruciales porque modifica radicalmente las maneras pensar sobre la generación del futuro.

Al introducirse y empezar a adquirir experiencia en el manejo de los procesos de auto-organización se comienza a desarrollar la capacidad para fluir, a tiempo que se reduce la vulnerabilidad frente al miedo y al temor.

A estas alturas, pronto se descubrirá que cuanto más se logra fluir, tanto mayor será la sensación de bienestar y felicidad.

(Véase las distintas formas
de construcción del futuro)

a)

Grado de percepción de los cambios que se hallan en curso


medio

b)

Nivel de conocimiento sobre la mecánica de los procesos de cambio


medio

c)

Destreza emocional para manejar las emociones producidas por el cambio


bajo

d)

Percepción de la necesidad de modificarse a uno mismo


bajo

e)

Capacidad para llevar a cabo esas modificaciones


muy bajo

Plataforma 5

 

 

 

 

Para poder seguir adelante hay que asumir que es necesario dejar de ser lo se era

En la plataforma 5, las adquisiciones más recientes empiezan a dar sus frutos:

  • Las partes más estimadas y eficaces del bagaje cultural se aprecian y se conservan, pero esto no impide que se abandonen para siempre otras partes, tal vez igualmente entrañables, pero que se consideran menos útiles o ligadas a estructuras que se desea abandonar. El pasado y la cultura heredada ya no se consideran como un todo monolítico que se acepta o se rechaza en bloque.
  • Los valores de la estabilidad también se abandonan y se reemplazan por los de la fluidez y la transformación.
  • Aunque ya no se pretende la persistencia de lo mismo de siempre, se desea salvaguar la continuidad. La identidad se modifica, pero durante el proceso nada se desconecta abruptamente del pasado más inmediato.
  • Las ideas sobre la auto-organización se perfilan más y, sobre todo, empiezan a abandonar el campo de las ideas y especulaciones teóricas y se proyectan sobre la práctica, en las situaciones reales y cotidianas.

Todo esto va a preparar el terreno para la floración de una nueva manera de ver y de vivir el cambio. Si inicialmente el cambio se veía como un suceso externo, como una alteración de las circunstancias, ahora se empieza a ver también como una transformación interior.

Cambio del sentido de uno mismo e inicio
del pilotaje de la tranformación personal

En esta quinta plataforma, cuando uno afronta un cambio, no se limita a gestionar los acontecimientos que tienen lugar a su alrededor sino que además se dispone a emprender la aventura de su propia transformación.

Este ejercicio no es fácil en absoluto y pronto se comprende que la habilidad para realizarlo al principio es muy limitada, aunque sea susceptible de ampliación y progresivo refinamiento.

Es así que, en este punto de la ascensión, se acomete la propia transformación con mucha más determinación. Y emerge entonces un creciente interés por hacerse cada vez más diestro en la navegación por el océano de la propia metamorfosis.

En la práctica contidiana, esto quiere decir que se barruntan y acomenten ciertas "reformas" de mentalidad:

  • en las convicciones,
  • en la manera de pensar y valorar las cosas,
  • en la forma de funcionar emocionalmente,
  • en el estilo de vida que se practica y, por encima de todo,
  • en la percepción del sentido de la existencia.

Estando así las cosas, lo que despunta ahora son tres cosas nuevas:

1) una nueva idea de uno mismo, no ya como algo estable y concreto sino como una entidad intrínsecamente cambiante.

Pocas cosas hay que nos sean más cercanas que las ideas que cada cual alberga a cerca de sí mismo.

Esas ideas son lo que preside todo lo que hacemos, acotan lo que nos proponemos y modulan todo aquello que sentimos.

En el centro de lo más periférico ("soy independiente", "soy sensible", soy tenaz", etc.) se halla el núcleo que contiene la idea más básica de todas. En este núcleo reside para cada uno el arquetipo individual irrepetible que puede ser entendido de dos maneras:

1

Como un arquetipo de contenido perenne (es una idea propia de las plataformas anteriores)

2

Como un arquetipo de contenido cambiante (es una nueva idea que empieza a despuntar en la quinta plataforma)

Efectivamente, de las plataformas anteriores se llega con la impresión de que, en cada momento, uno sólo es la versión contingente de una identidad individual arquetípica inmutable.

Pero ahora la identidad se empieza a asentar sobre la impresión de que, en lo más hondo, uno consiste justamente en la evolución de ese arquetipo.

De esta manera, se empieza abandonar la idea de uno mismo como una versión particular de algo inmanente que estaba definido de una vez por todas. Con esa visión, la noción del cambio permanecía recluida en el espacio angosto de unas variaciones alrededor de un núcleo estable, como algo que el crecimiento expande, el esfuerzo inteligente refina y la decadencia contrae.

En la quinta plataforma, esto se hace distinto y gana terreno la idea de la identidad en la transformación, que cavalga sobre un arquetipo cambiante.

Sus fronteras y contenidos son también contingentes y su principal seña es una transformación que se propaga en el tiempo, bajo el influjo de un gran número de condicionantes:

a) condicionantes ambientales

(el efecto de todo lo que se percibe y de todo lo demás que existe efectivamente alrededor de uno mismo, aunque escape a la conciencia)

b) condicionantes homeostáticos

(el efecto de inercia de los estados precedentes, que va desde el código genético inicial, hasta los hábitos, las rutinas y otros comportamientos y pensamientos automáticos)

c) condicionantes de la conciencia y del subconsciente

(todo lo que uno piensa, siente y proyecta, todo lo uno cree que existe o que considera factible, todo lo que uno se propone, y todas las pulsiones e inclinaciones inconscientes que afloran y actúan por su cuenta)

En la quinta plataforma, la noción de uno mismo se transmuta de algo estable que integra mal el entorno a algo inestable que está mucho más embebido en el entorno.

Desde esta cognición resulta mucho más facil reconocer que cuando cambia el entorno, uno mismo también está cambiando. Entonces empieza a perder sentido el propósito de defender o preservar la identidad precedente, enervada por el entorno anterior.

A partir de esas nuevas nociones de uno mismo, la nueva prioridad que aparece se relaciona directamente con las estrategias para ir variando la influencia de todos esos condicionantes, como la única forma efectiva de empezar a pilotar la propia transformación.

En este empeño, el manejo del tiempo se convierte en una cuestión de la máxima importancia.

2) una nueva percepción del tiempo, como un recurso de gran valor y un aliado esencial en el despliegue de uno mismo.

Hemos visto que, en las plataforma anteriores, predominaba la preocupación por defender y preservar aquello que cada uno suponía que "es".

Por lo tanto, en las anteriores plataformas, justo terminada la etapa de la juventud, el tiempo se percibía como algo que se nos escapa, como un enemigo insidioso que nos erosiona y nos disminuye inexorablemente.

Aunque desde la quinta plataforma no se ha alcanzado todavía toda la habilidad necesaria para conjurar los efectos negativos del paso del tiempo, el tiempo en si mismo ahora empieza a verse como un aliado, antes que como un enemigo.

Primera experimentación
activa con la inestabilidad

Lo que ahora se desvela es la necesidad de encontrar y mantener constantemente una cierta forma de desequilibrio, que sea exactamente aquella que facilite la transformación que se desea acometer.

En resumen, en la quinta plataforma, la conciencia de uno mismo se modifica y la atención se focaliza fundamentalmente hacia la trayectoria que se procura seguir. Uno deja entonces de ser fiel a la idea que se hacía de sí mismo y empieza a ser fiel a la trayectoria que procura mantener.

Por consiguiente, las preguntas sobre cómo debería ser esta trayectoria son cada vez más frecuentes y empiezan a ocupar un lugar preferente en el ámbito de la conciencia.

Primeras consecuencias

Este cambio de foco de la conciencia ejerce una influencia muy directa sobre la manera de experimentar la ansiedad y el temor. Mientras se consideraba que el cambio era fundamentalmente un suceso externo, la respuesta emocional se achacaba fundamentalmente a cuanto acontecía en la periferia de la persona.

Pero a partir del momento en que el cambio se percibe como algo que está aconteciendo también dentro de lo que cada uno es en sí mismo, entonces la emoción se substancia de otra manera y, al mismo tiempo, adquiere una intensidad mayor.

La incertidumbre se desplaza y ya no se refiere estrictamente a las circunstancias externas cambiantes sino que, además se inserta directamente en todo aquello en lo que uno consiste.

Ya no sólo es el mundo lo que está saliendo de pautas y está "enloqueciendo". Ahora, uno mismo también se ve arrojado al exterior de todo aquello que ha sido antes y empieza a constatar que su existencia ya no discurre plenamente por los mismos cauces por los que su vida se había estado materializando anteriormente.

En la atalaya de la quinta plataforma no sólo está claro que el cambio es algo imposible de detener, sino que , además, se empieza a ver como la parte central de la trama de cada vida.

A medida que todas estas percepciones aparecen y se afianzan, se agudiza la sensación de que cada segundo que pasa, nos estamos convirtiendo en algo que ya es un poco distinto de lo anterior.

Destreza emocional

Las personas que han ascendido hasta la quinta plataforma, han vivido ya cambios importantes en su vida y, posiblemente, están intentando ahora afrontar y asimilar otros y, entre ellos, el más importante de todos: su propia transformación.

En base a esas experiencias, saben que el cambio emociona y que no siempre es para bien.

En ciertos momentos puede ser paralizante. La persona que lo sufre puede caer presa de la desesperación al darse cuenta de que debería actuar, pero se ve inerme e incapacitada para hacerlo, maniatada por una súbita parálisis.

Sabe también que, en los distintos momentos de un proceso de cambio, puede sentirse confusa u obcecada y también que puede estar expuesta a negar la realidad, distorsionarla y cometer errores de juicio y de apreciación.

A lo largo del desenvolvimiento de un cambio, puede experimentar igualmente cólera, angustia, tristeza o depresión.
(Ver: Gestionar el cambio es gestionar emociones)

Percepción y potenciación
de la
respuesta emocional

En las plataformas anteriores:

Las emociones desencadenadas por el cambio eran mal comprendidas. Lo que simplemente podía ser un bloqueo transitorio de la capacidad de acción, un brote puntual de agresividad o un episodio depresivo temporal, solían ser interpretadas como un deterioro permanente o una pérdida irrecuperable.

 

De forma parecida:

  • la crisis de identidad,
  • el bajón en el rendimiento,
  • los sentimientos de culpa por lo que se achaca a la "pereza" o a la "irresponsabilidad",
  • el deterioro de la autoestima
  • el empobrecimiento del autoconcepto

todas estas contingencias solían valorarse desde las plataformas anteriores como un fallo personal o una pérdida neta de la vitalidad, de la inteligencia o de la capacidad para la acción.

 

La verdad es que esas percepciones eran muchas veces erróneas en el sentido de que aún siendo reales, no representaban necesariamente el comienzo de una cadena perpétua ineludible.

La incapacidad para darse cuenta de estar viviendo transtornos transitorios susceptibles de recuperación, solían tener efectos devastadores para uno mismo y para la calidad de la relación con los demás.

Pero lo peor de todo era que, al percibir las cosas de esta manera, la capacidad de recuperación resultaba seriamente comprometida y dañada.

 

 

En la quinta plataforma:

Por el contrario, desde la quinta plataforma se entiende mejor que esos retrocesos no necesariamente son irreversibles y que puede haber vías no sólo para la recuperación sino incluso para la potenciación, en un momento ulterior.

 

Esta nueva percepción mejora las posibilidades de cara a la evolución personal ulterior y denota un progreso importante en el grado de destreza emocional frente al cambio.

En la quinta plataforma, no sólo se afila la comprensión de las dificultades que ocasiona el cambio, sino que además se refinan estrategias personales para abreviar los períodos transitorios de transtorno y, más tarde, para acelerar el proceso de recuperación ulterior.

Todo esto atempera las dificultades emocionales que conlleva la travesía del cambio. Los progresos que se acumulan en esta dirección empiezan a verse como un logro que potencia la destreza emocional.

Ser algo emocionalmente más diestro no significa, sin embargo, que se sea ya un experto en cómo manejar el cambio, ni un gran estratega en el diseño del curso de la propia transformación.

No nos hallamos aquí al final sino justo al principio de un apredizaje que puede extenderse indefinidamente a lo largo de la vida.

Domesticar los cambios externos
y los cambios internos

En la quinta plataforma de distingue claramente entre los cambios que vienen impuestos por las circunstancias externas y los que acontecen en el interior de cada uno, tanto aquellos que se buscan de una forma activa y voluntaria, como aquellos otros que sobrevienen con independencia de nuestra voluntad.