DALES ACCIÓN
La lluvia caía a jarros. Andábamos deprisa, con las manos metidas en los bolsillos.
-Tomamos
algo en este bar o qué.
-Mejor
dentro de la sala, que ya son las diez pasadas.
Se suponía
que el concierto comenzaba a las diez. Normalmente tardan un rato en empezar,
así que nos tomamos con tranquilidad lo del guardarropa. Tras esto, fuimos a
repostar combustible a la barra. Desde allí, el escenario no es visible, y la
música que sonaba nos hizo dudar unos momentos. Los Barri ya estaban tocando.
Cagüen. Alguien nos dijo que ya iban por la tercera.
-Menos
mal que no la tomamos fuera.
Aquella
fue la primera vez en mi vida que me alegré de no haber apoyado el codo en
barra. Un concierto puede ser un buen sitio para reencontrarse con gente que
hace tiempo no ves. También para conocer gente nueva. Vale, la verdad es que
cualquier sitio es bueno para estas cosas. El caso es que allí nos sucedieron
ambas.
-Qué
sed. Pilla unas birras.
Sanmiguel
de botellín en vaso de cartón quizá no sea la mejor manera de disfrutar de una
cerveza . Seguramente no lo es en absoluto, pero en la sala Arena no hay
alternativa, a no ser que vayas provisto de una oportuna petaca llena de guaro.
Tan sólo tres meses de euro y ya forma parte de nosotros de una forma
totalmente inconsciente. A los doce euros que me pedía la camarera yo respondí
con un billete de diez. En realidad no la había oído. Estaba más pendiente de
lo que el Boni cantaba:
Arrastrando
el cuerpo por la calle
como
una cadena de presidiario
su
sombra, en el suelo, siempre cerca de él
una
botella en la mano, ceniza en el jersey
-Doce
-me repitió. Yo rebusqué en mi cartera yy le mostré una moneda de dos euros
medio escondida entre mis dedos. Ella asintió con la cabeza, pescó la moneda y
se zanjó la compra. Yo en ningún momento pensé en pesetas, y ella reconoció la
moneda instantáneamente. El euro ya es parte de la Historia, de nuestras
historias con minúscula.
¿Y
cómo era la gente de aquél público? ¿Tendrían el mismo aspecto que los amigos
con los que escuchaba Barricada allá por el 87? Sí y no. Desde tipos de mi edad
disfrazados de rockero urbano como cuando yo tenía quince, hasta parejas
cercanas a los cuarenta que se desgañitaban con cada canción. Desde chavales
menores de edad con gorra de béisbol y pendiente aparatoso hasta veinteañeras
bailando como posesas. Es emocionante comprobar que compartes cosas que crees
tan íntimas con gente tan dispar y desconocida. Barricada es el único grupo
musical que he llevado en una camiseta. Ningún otro sentí nunca merecedor de
ocupar mi pechera adolescente. Recuerdo que cualquier situación cotidiana que
nos ocurriera era resumible o explicable por alguna frase de una canción suya:
La
cartelera del cine
más
aburrida que nunca
el
cigarro entre los dedos
arrugados
de esperar
Se
notaba que las canciones nuevas eran menos conocidas que las antiguas. Cuando
tocaban algún tema de los primeros discos, la gente cantaba tanto y tan fuerte que
el grupo se limitaba a escuchar. Incluso en trozos instrumentales donde el
estribillo no existía, éste seguía sonando como un clamor de voces. Entre
ellas, desde luego, la mía. Hay conciertos en los que te hinchas a dar patadas
y codazos. En otros, como éste, te hinchas a gritar y saltar.
su
lengua violenta tu boca
invisible
caricia
déjate
arrastrar por la noche
No
hablaban con la gente entre canciones. Al terminar los temas, “el drogas”,
bajista, cantante y tipo carismático donde los haya, soltaba, con tono
sarcástico, algún que otro aforismo más o menos improvisado, como “Sal
corriendo, pero no por cualquier cosa”, “Disfrútalo, tú que puedes”, o “Aúpa
Osasuna”. Hace tiempo, le preguntaron sobre el conflicto vasco –ellos son pamplonicas
–. “El drogas” respondió al periodista que a mucha gente les habían impuesto
decantarse por una u otra actitud, cuando existía una tercera que era la que la
mayoría de la gente prefería.
El riff
de “Campo amargo” comenzó a sonar y sentí que me invadía el espíritu de la
música. Al notar esa familiar sensación, me dejé llevar. Mi cuerpo ya sólo era
una hoja a merced del vendaval pamplonés.
Nunca
es tarde
pa
saltar
fiesta,
hambre, confusión
campo
amargo, mucho sol
Buen
momento para hacer llegar, a los ausentes, un trozo de concierto a través de
las microondas. Me sorprendieron; deben rondar los cuarenta, pero tienen un
aspecto estupendo y unas greñas larguísimas. Casi dos años atrás, en los
“Monstruos del rock de akí” de Getafe, me pareció que estaban acabados. En esta
ocasión, sin embargo, tenían el aire de un grupo en plena vigencia. Lo celebro.
Tras
hora y pico de actuación, amenazaron con marcharse. No obstante, a pesar de que
se encendieron las luces, su mentirijilla fue delatada por la falta de música
ambiente. Alguien, impaciente, comenzó a cantar:
Esta
noche no es
esta
noche no es
para
andar por esas calles
Poco a
poco, el clamor fue creciendo hasta contagiarnos a todos. La sala era un coro
unánime siguiendo un mismo estribillo. Al fin aparecieron. Debe ser estupendo
tener un grupo y que la gente te pida seguir de esa forma.
Hicieron
dos bises de tres canciones cada uno. Un concierto redondo, perfecto para ellos
y para nosotros, sin teloneros, sin público de otros grupos... Los Barricada de
siempre con su público de siempre. Como dijo “el drogas” al despedirse, “salud
y força al canut”.
Por:Javier Garcia Diz