DIARIO DE GUERRA DE
NICHOLAS
ABAZATHLONADO
Sé que la historia que os voy a relatar
probablemente no os interese, pero lo cierto es que estoy aterrado y me siento
impelido a compartir este terror que me invade. Ayer os vi a algunos en el irc y
no os dije nada, pero era más bien porque estaba intentando negar los eventos
recientes, fingiendo que nada había pasado. Pero eso está bien lejos de la
realidad.
La realidad es que ayer, mientras me ocupaba en mis quehaceres
diarios, descansando a ratos mi aburrimiento con el correo electronico y
algún que otro foro, ocurrió algo terrible. Habían dado ya las once de la mañana
de un invernal día malagueño cuando decidí que iba siendo hora de subir
a la superficie a desayunar, puesto que ya había respondido el correo
y alimentado a las pirañas fijas y sólo me quedaba el desayuno como opción
si quería seguir retrasando el estudio de cierto asunto que prometía horas
enteras de frustración. El caso es que subi las escaleras hasta la planta
de la superficie en la que se encuentra la catedral dispuesto a salir
de la base en dirección al bar mas cercano cuando unos bizarros y exóticos
sonidos turbaron mi ánimo y atrayeron mi atención.
A mi izquierda, los estudiantes que se habían
acercado a la papeleria para fotocopiar sus apuntes
de
clase se agolpaban alrededor de lo que yo sólo podía interpretar como la
fuente de la extraña música que parecía tenerlos a todos encandilados,
provocando incluso espontáneos y esporádicos aplausos. Intrigado, decidí hacer
averiguaciones acerca de la causa de tanto alboroto con la vaga esperanza de que
la autoridad competente apareciera en cualquier momento protegida por una docena
de antridisturbios que dieran su merecido a semejante panda de inútiles,
dispuestos a abandonar sus apuntes a la primera oportunidad. Tuve que dar
algunos rodeos, ya que la gente se había montado sobre coches y bancos
para tener una mejor visión del espectáculo, pero al final pude ver lo que
ocurría entre tanto postadolescente aburrido y ocioso.
Se me hace difícil
relatar cómo las imágenes que asaltaban mis ojos fueron poco a poco dando paso
al significado de lo que ahí estaba pasando. Primero ví, mientras sonaba la
música, a alguien con ropas blancas y recuerdo que pensé que esta vez la campaña
para donación de sangre se les había ido de las manos. Pero ojalá hubiera sido
eso. Poco a poco pude ver cómo los cuerpos de los responsables de tanta atención
estaban cubiertos de mallas blancas, con rodilleras y coderas. Al principio la
escena estuvo a punto de superarme, llevándome la visión de jóvenes efebos en
mallas y rodilleras a algún tipo de oscura parcela del subconsciente. Pero no
tuve la suerte de refugiarme en una de mis psicopatías habituales, porque lo que
el efebo que estaba más cerca de mí hizo a continuación me despejó y me llenó de
horror. De repente, sin la menor vergüenza, puso su cabeza en el suelo y empezó
a girar su cuerpo en círculos sobre aquélla. Entonces lo entendí todo. Los
breakers habían venido a por mí.
Inmediatamente salí corriendo de allí,
como alma que lleva el diablo. Sé que uno de los malvados efebos, sin duda
mandados por Garrison, me gritó para que detuviera mi avance tras derribar
accidentalmente un altavoz, pero no me detuvo. Cuando dejé de correr ya estaba
en la estación de trenes, dispuesto a emprender rápida huida con cualquier
destino. Sin embargo, poco a poco conseguí recuperar la sangre fría y decidí
permanecer en mi ciudad, aunque no sé si mañana podré reunir la valentía
suficiente como para volver a la base oculta bajo la catedral.
Lo que más
me ha impresionado de la acción de Garrison ha sido su rapidez. Apenas
transcurrió un cuarto de hora entre el ataque al foro y la aparición de los
breakers. ¿Con quién estamos tratando? ¿Será quizás Garrison nuestro
enemigo definitivo?
Estoy muy asustado.