Este templo, en el extremo más oriental
del conjunto urbano de Bezana, fue parroquia cuya titularidad
de San Vicente figura ya durante la Edad Media y Madoz cita
como tal en su famoso Diccionario. La advocación de
Nuestra Señora del Carmen es por tanto muy reciente
y aunque desconocemos el momento en que se produjo el cambio,
es posible que fuera a finales del siglo XIX, cuando se levanta
la moderna parroquia del Sagrado Corazón.
Es un edificio construido a base de sillería
arenisca, de modulación bastante irregular, con cabecera
cuadrada y una nave con espadaña a los pies, pórtico
al mediodía y una capilla adosada a ese mismo lado
de la cabecera. Durante largos años permaneció
en ruinas, hasta que en tiempos recientes se procedió
a su recuperación, aunque aún carece de uso.
La
primitiva cabecera debió ser cuadrada, con testero
a dos aguas, modificada a finales del siglo XVII en todo el
lado meridional, cuando se añade la capilla, que dio
una nueva imagen exterior a todo este sector del templo. Se
conservaría
la mitad del testero original, con dos regruesamientos en
la base y con una cornisa de listel y chaflán. El muro
norte es el primitivo, bastante desarrollado en longitud,
con los mismos regruesamientos en el zócalo y conservando
ocho de los diez canecillos que tuvo, decorados todos con
toscos motivos geométricos: boceles, rectángulos
rehundidos, doble nacela.... Sin embargo la cornisa se ha
perdido por completo.
La nave sigue un esquema similar, aunque ya
sin los regruesamientos de la base. En el lado norte se ha
perdido parcialmente la cornisa, que debió ser igualmente
de listel y chaflán, conservando nueve canes, algunos
de nacela, otros con sencillos motivos geométricos
y otros con doble nacela. En el lado sur el muro fue recrecido
por encima del alero, lo que comportó la desaparición
de la cornisa, aunque no de los canecillos, en total doce,
muy toscos, tallados en arenisca y de los que cuatro son de
nacela, otro de doble y otro más de triple nacela,
uno con dos rectángulos, otro muy deteriorado y los
cuatro restantes figurados: cabeza de ciervo, mujer mostrando
el sexo, hombre posiblemente mostrando el sexo y cuadrúpedo.

La portada es sencilla y muy tosca, con dos
arquivoltas de medio punto y chambrana. El arco interno es
liso y el exterior se decora con doble bocel, entre el que
se dispone un sogueado, mientras que el bocel superior está
cargado con pequeñas bolas; por su parte la chambrana
es ajedrezada. Los apoyos son dobles pilastras rematadas en
impostas de listel y chaflán para el caso externo y
de gola en el interno, lo cual, unido al regruesamiento inferior
que presentan las pilastras exteriores da pie para pensar
en una modificación llevada a cabo en los siglos posteriores
a la Edad Media.

A
los pies del templo se levanta la espadaña, a la que
en tiempos se accedía por una escalera de piedra bajo
el pórtico, hoy desaparecida. Sigue el prototipo surgido
en época románica, con un cuerpo inferior macizo
que se retranquea a media altura, con un pequeño óculo
-tal vez original- en la parte inferior y una ventana postmedieval
en la alta; una imposta invertida de listel y chaflán
da paso al cuerpo de campanas, con dos grandes troneras apuntadas,
con guardapolvo de listel y chaflán e imposta corrida
del mismo tipo, pero invertida. Sobre esos dos ventanales
se dispone otro de menor tamaño y mayor sencillez,
rematando el conjunto con un agudo piñón.
Esta espadaña parece obra independiente,
ya que en el lado meridional se puede apreciar perfectamente
su adosamiento al cuerpo de la nave.
En el interior la cabecera muestra notable
desarrollo y una características claramente góticas,
con bóveda de cañón muy apuntado soportada
por un fajón central con semicolumnas adosadas, la
del lado meridional desaparecida y la septentrional con un
simplísimo capitel liso, de corta cesta. Un elemento
más arcaico es la imposta ajedrezada de la que arranca
la bóveda, que bien puede ser una reutilización
de un edificio anterior o simplemente un rasgo más
de la larga supervivencia de cualidades románicas en
edificios posteriores que caracteriza a los templos rurales.
Todo el lado sur está reformado hacia 1690 -aunque
Huidobro dice que en 1609-, cuando el párroco Juan
(¿o Diego?) Ruiz de Billán levantó su
capilla.
Muros y bóveda están pintados
con motivos geométricos tardogóticos, aunque
en el testero se aprecian otras pinturas posteriores, una
especie de arquitectura que enmarcaba al retablo. Los restos
conservados no son muchos, aunque en el segundo tramo de la
bóveda, en el lado meridional, parece registrarse una
escena, donde, tal vez con un poco de imaginación,
creemos ver un episodio infernal. Huidobro supone que son
pinturas del siglo XIV, pero nosotros entendemos que son posteriores.
Junto al muro norte de la cabecera hubo una
sacristía, de cuyo testimonio queda una puerta cegada
en el muro correspondiente.
El
arco triunfal es amplio y apuntado, con la arista que mira
hacia la nave recorrida por un bocel y con guardapolvo achaflanado.
Los apoyos están formados por un plinto, sobre el que
se dispone una semicolumna sin capitel, que remata en la imposta,
parcialmente ajedrezada. Curiosamente la parte final del fuste
y la imposta están tallados en una misma pieza, lo
que daría pie para pensar en que ese taqueado es también
de época gótica.
La nave, como la cabecera, está hecha
íntegramente en sillería, revocada ahora en
blanco, con algunas figuras sencillas y cartelas con inscripciones
-muy borradas-, de cronología postmedieval. La cubierta
es de madera, a dos aguas y el suelo actual es de cemento.
Huidobro habla de una serie de cruces en relieve repartidas
a lo largo de los muros del interior y que él considera
cruces de consagración.
Durante las últimas reformas se localizó
un interesante fragmento de estela funeraria, correspondiente
al disco de la cabecera, que presenta por una de sus caras
una decoración incisa en la que parece entreverse un
motivo central de cruz griega enmarcada en círculo,
bordeado de ancha cenefa recorrida por dientes de sierra,
mientras que en la otra cara una cenefa de similares características
encierra a un círculo en el que se aloja una estrella
o roseta tallada a bisel. Su cronología puede ser románica,
e incluso prerrománica.
En conclusión, una vez más nos
encontramos ante un edificio donde la tradición románica
puede enmascarar la verdadera cronología del conjunto.
Para Huidobro la cabecera cuadrada "denota su gran antigüedad",
tal vez queriendo ver remembranzas prerrománicas, pero
nada más lejos de la realidad pues esta capilla mayor
sin duda es una construcción inequívocamente
gótica -aunque para Palomero e Ilardia sea la única
estructura románica del templo, cuya cronología
podemos fechar al menos en la segunda mitad del siglo XIII,
un momento al que seguramente pueda corresponder también
la espadaña. Mas problemática resulta la adscripción
de las piezas que componen la imposta ajedrezada de esa cabecera,
cuyo debate entre si son reutilizaciones anteriores o están
labradas ad hoc no parece tener resolución. Más
dudas aún concita la nave, donde algunos de los canecillos
y sobre todo el arco de la portada sí parecen elementos
más vinculados a las formas constructivas románicas,
aunque posiblemente pasadas por el tamiz de alguna reforma
o reconstrucción postmedieval. Así podríamos
incluir dentro del período que nos interesa al conjunto
de la nave, aunque tampoco podemos desechar la posibilidad
de que todo el templo sea una obra del mismo momento gótico
y que los rasgos románicos no sean más que la
habitual inercia estilística que caracteriza a muchas
de las iglesias rurales que se levantan a lo largo del siglo
XIII.
Esta iglesia sufrió ampliamente los
avatares de la Guerra Civil de 1936-39, cuando, según
comentan los vecinos, fue convertida en cocina de las tropas
republicanas. Entonces se levantaron las sepulturas del pavimento,
con cubiertas de roble, y tuvo que soportar el impacto de
una bomba sobre el tejado, que afortunadamente no llegó
a explicar. Huidobro dice que además fueron destruidos
los altares y trece imágenes, entre ellas una de la
Expectación del Parto de Nuestra Señora, que
fecha en el siglo XIV. A raíz de estos episodios se
debió producir la ruina y abandono del templo, estando
en el que ha permanecido durante largas décadas.
Durante ese episodio bélico también
la iglesia del Sagrado Corazón sufrió severas
consecuencias: el retablo se voló con dinamita, se
levantó igualmente el pavimeto, se llevaron las campanas
y, como apunta Huidobro, desaparecieron las imágenes,
"entre ellas quince antiguas, una de ellas del siglo
XII, muy estimable".
Texto JNG
Blibiografía
ÁLAMO, J. del, 1950, t. I, doc, 8 (nota
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GARRIDO GARRIDO, J. M., 1983a , doc. 105; HIDOBRO Y SERNA,
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HUIDOBRO Y SERNA, L., 1956-1957, . 391; MADOZ, P., 1845-1850
(1984), p. 83; MANSILLA REOYO, D., 1971, doc. 100; MARTÍNEZ
DÍEZ, G., 1981, t. I, p. 474 y t. II, p. 563; PALOMERO
ARAGÓN , F. e ILARDIA GÁLLIGO, M., 1991-1992,
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SÁINZ SÁIZ, J., 1991, p. 26; SERRANO PINEDA,
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