Arnold, el diplomático
Pilar Marrero
01
de agosto de 2005
Alguien me
contaba el otro día una imagen que me hubiera gustado muchísimo ver, aunque
fuera por un huequito. Me decía esta persona que durante una recepción el
pasado 1 de julio en la toma de posesión del nuevo alcalde de Los Ángeles,
nuestro “querido” gobernador Arnold Schwarzenegger se vio momentáneamente
rodeado por varios gobernadores mexicanos que le decían algo.
Mi fuente anónima —para ustedes, para mí es muy bien conocida— estaba a
unos metros de distancia del grupito en cuestión, y comentaba que Arnold
simplemente sonreía y ponía cara de “yo no fui”, pero que los gobernadores
no tenían precisamente una actitud de lo más amigable. Se veían serios.
“Quizá le estaban reclamando sus comentarios en apoyo a Minuteman”, me
dijo mi fuente.
No sé. Me gustaría que fuera así, aunque también es posible que
estuvieran dorándole la píldora y pidiéndole un autógrafo. Total, ahí no
había prensa que reportara lo que estaba pasando, porque no la dejaron entrar.
Era una recepción privada y lo que allí ocurriera no iba a trascender.
Supuestamente.
Lo cierto es que Arnold, nuestro nunca bien ponderado gobernador y héroe del
celuloide, tiene serios problemas de imagen y su popularidad ha bajado tanto (la
ultima encuesta señala que está en 34% y que 57% de los votantes no favorecen
su reelección), que está embarcado en una campaña para que parezca que está
gobernando, en vez de insultando a sus adversarios y llevándose por delante al
que no comulgue con sus ideas.
La percepción del gobernador mismo tiene que ver también con la situación
del estado. Un 28% de los encuestados dijo que no le gusta la dirección política
que Arnold está tomando, un 21% cita la continua falla de la educación pública,
otros señalan falta de empleos, mala economía, mucha deuda pública, alto
costo de vida, etc. Razones por demás objetivas que nada tienen que ver con
simpatía o antipatía por una figura pública.
Las personas de origen latino son las que menos favorecen actualmente la
reelección de Arnold. De 33% de latinos que votaron por él, ahora sólo 26% lo
quieren en la silla cuatro años más. Quizá ha sido su tendencia a jugar el
juego de los extremistas antiinmigrantes, la falta de latinos de alto nivel en
su administración, el acceso prácticamente nulo de los medios latinos al
gobernador, su falta de interés en relacionarse con México o cualquier otro
detallito falto de diplomacia. Hasta latinos republicanos que tan emocionados
estaban con su elección ahora están murmurando su molestia hacia Arnold por su
falta de sensibilidad hacia una población tan importante para el estado.
Otra fuente me comentaba hace poco que, si los demócratas, y en particular
el presidente de la Asamblea de California Fabián Núñez, están tan enfadados
con el gobernador, no es sólo por sus actitudes públicas, sino también por
las privadas. Se cuenta en los corredores del capitolio que Arnold tiende a
tratar a Núñez con condescendencia y hasta con burla y que alguna vez, en la
privacidad de algún baño para hombres, ambos se encontraron y se le oyó decir
al gobernador, burlón, dirigiéndose a Núñez : “Hey, ¿como está mi pequeño
organizador de sindicatos?”.
Parece que para Arnold todo el mundo es “pequeño” o “girlie men”,
mote que les endilgó a los legisladores, equiparando cobardía y falta de acción
política con una cualidad femenina. No en vano son las mujeres de California
las más determinadas en no reelegirlo, según las encuestas.
Comentarios a pilar.marrero@laopinion.com
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