Runrún
Por Julio Zary
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Varios
lectores coinciden en que ‘todo sigue igual’. Lo
de Oxy es apenas un ejemplo. El ministro de energía
ni siquiera tuvo tiempo de leer el pedido para que se
declare la caducidad del contrato con la petrolera, y
ya le pidió la renuncia al presidente de Petroecuador,
Carlos Pareja.
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A
ver. Los defensores de la compañía sostienen que si
se da por concluida la relación contractual, otras
compañías no querrán invertir en el Ecuador. Con
ese cuento, entonces que sigan los atropellos y las
irregularidades.
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Solo
recordemos que el año pasado la posición del
procurador fue que debía darse por terminado el
contrato, sobre todo por que, sin ninguna
autorización, Oxy entregó parte de la concesión a
la empresa Encana.
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En
el área de las telecomunicaciones pasa otro tanto.
Amerita una investigación sobre lo que está haciendo
Telecsa, la empresa celular del Estado administrada
por Swedtel.
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En
el Gobierno pasado, adjudicó un contrato por $100
millones para el equipamiento de telecomunicaciones de
la empresa, mediante "concurso privado", sin
ponderar precio ni calidad tecnológica.
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Mis
informantes, que merecen toda credibilidad, señalan
que hoy se pretende repetir la historia, con el fin de
hacer ‘ampliaciones’ por $50 millones, sin
realizar un concurso público y transparente.
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Todo
indica que el festín continúa. Se pretende seguir
con prácticas reñidas con la ética solo "por
que así siempre se lo ha hecho’, cuando lo que dio
al traste con el Gobierno de Gutiérrez fue la lucha
contra la corrupción.
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Seguramente,
el presidente de la República no sabe de estas cosas
porque le es físicamente imposible y porque está
rodeado de un círculo que le hace creer que toda
marcha bien, cuando la realidad es otra.
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En
Andinatel, se están utilizando las mismas tácticas,
con contratos a dedo y facilitando compras
inconvenientes, en perjuicio del Estado y sus
contribuyentes que son los que al final pagan.
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Tiene
mucha razón la preocupación de Thalía Flores al
hacer notar que en su informe de los 100 días, el
presidente Alfredo Palacio tuvo un olvido
imperdonable: el no haberse referido a la corrupción.
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Pasando
a otra cosa, ahora dizque Jacobito es, o pretende ser,
colega de los periodistas porque escribe en espacios
pagados de los diarios, aunque en su última
‘entrega’ ya parece que ha tenido alguna
‘ayudadita’.
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Y
aquí viene al caso una vieja anécdota. Un aficionado
práctico taurino que tenía inclinaciones para
escribir, moría por aparecer en la página editorial
de un periódico. Pero el director no le aceptaba los
escritos.
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Entonces
optó por contratar un espacio para publicar sus
opiniones. Un día, se encontró con el director y lo
saludó: “¡Colega, cómo está!” Y el director le
contestó: “Que yo sepa, no soy torero, señor”.
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