Musulmán bueno, musulmán muerto
José A. Alemán
Hace unos días me referí a la
“alianza de civilizaciones” de que habla el presidente Zapatero. A mi
juicio, una propuesta razonable de diálogo con los gobiernos y dirigentes islámicos
moderados que no sé si llega ya demasiado tarde para frenar la espiral de
violencia sin fin en que estamos.
A pesar de las burlas del PP, aceptó la idea Kofi
Annan,
secretario general de las mismas Naciones Unidas que Bush quiere anular por
medio de John Bolton. Asimismo, es favorable a la iniciativa Tony Blair,
integrante con Bush y Aznar del “trío de las Azores”. Y por si fuera poco,
Benedicto XVI se refirió a la necesidad de acercarse al Islam en el primer
viaje de su Pontificado. A Alemania, mismamente.
Sin embargo, un lector me reprochó que anduviera con “entelequias” cuando
hay aquí temas de sobra. Entre los que citaba la desaparición de los perros
del logo del Gobierno como de mayor enjundia que la situación de Oriente Medio,
preludio de una guerra mundial para los apocalípticos. No diré tanto, de
momento, pero sí que el mundo es hoy más inseguro gracias a la ocupación que
ha hecho de Irak lo que no era: un lugar de referencia y de irradiación
terrorista reflejada en el disparo de las estadísticas de atentados. Por si es
menos relevante que hablar de Adán Martín, nada diré de la virulencia
palestino-israelí ni de las tensiones nucleares con Irán, que padece, al igual
que Siria, el síndrome de figurar en la agenda de las “liberaciones” de
Bush.
No es una entelequia la propuesta de diálogo de Zapatero. Salvo que Annan,
Blair y Benedicto XVI sean tan imbéciles como él, PP dixit; y tampoco creo que
lo sea la esperanza de que la creciente oposición del pueblo americano a lo de
Irak frene el belicismo de Bush. Aunque sea un poco, no más, no vaya a sentirse
frustrado y a darse de nuevo a la bebida. Ni los más optimistas tienen mucho más
de que agarrarse, con lo que ya me contarán.
Otros electores esgrimieron contra ese diálogo de que habla Zapatero que los
musulmanes no son de fiar y que es inútil hablar con ellos porque nunca
cumplen. Venían a decir que musulmán bueno sólo es el musulmán muerto porque
todos son terroristas.
Hay, a lo que se ve, un gen islámico que determina el odio a los cristianos
derivado del Corán. Alguno de mis comunicantes puso el ejemplo cercano de
Marruecos. Como si los países islámicos estuvieran cortados por la misma
tijera y no ofrecieran igual variedad de hijos de sus respectivos padres que
Occidente. Como si la figura de Hassan II (dejo a Mohamed VI para otra ocasión)
fuera hechura de Alá y no de sus intereses dinásticos, políticos y económicos
compartidos y apoyados por grandes corporaciones occidentales y los
correspondientes gobiernos. Como si la monarquía alauita, en fin, no fuera tan
pro occidental que hasta recibe a Mauricio para que le hable de la RIC.
Uno no es, obviamente, experto en el Corán pero dicen quienes sí lo son que no
respalda la violencia, uno de los tópicos más extendidos. Tampoco la respaldan
los Evangelios cristianos sin que hayan dejado por ello de perpetrarse en su
nombre las mayores atrocidades; contra el Islam y contra lo que no es el Islam.
No es preciso ser especialista en historia árabe para saber lo que ha
significado y significa la presencia en Oriente Medio de las compañías
occidentales respaldadas por sus gobiernos y ejércitos. O cuanto mata allá
Bush con la Biblia en la mesilla de noche. Una Biblia que no es, por cierto,
ajena precisamente a las tradiciones religiosas islámicas.
No pretendo justificar terrorismo alguno. Sólo quiero decir que éste no se
produce porque haya gente intrínsecamente mala; que ser musulmán no implica
ser terrorista por mandato divino; que el terrorista no nace sino que se hace. Y
que la forma acabada de terrorismo (=de aterrorizar) son guerras como las de
Bush. Howard Zinn, profesor emérito de la Universidad de Boston, escribió al
respecto en Le Monde diplomatique: “... Esto explica por qué la
Administración Bush, incapaz de capturar a los autores de los atentados del 11
de septiembre, siguió su impulso, invadió y bombardeó Afganistán en
diciembre de 2001, asesinando a miles de civiles y provocando la huida de otros
cientos de miles, y aún no sabe dónde se esconden los criminales. Esto explica
también por qué el Gobierno [americano], sin saber realmente qué tipo de
armas escondía Sadam Husein, decidió bombardear e invadir Irak en mayo de
2003, pese a la oposición de la ONU, asesinando a miles de civiles y soldados y
aterrorizando a la población...”.
No es entelequia posicionarse ante estos hechos. No puede reducirse todo
simplonamente a buenos y malos y bendecir la barbaridades de Bush que
multiplican por miles el número de terroristas. Si se quiere aplaudir al
presidente Bush en la estela del PP, bien está si ese es su gusto; pero sin
descalificar a quienes, como Zapatero, quieren que las cosas vayan por cauces
distintos. cauces. Entre otras razones, debería recordársele a los
“exterminadores”, porque el Islam seguirá ahí.
aleman@canariasahora.com
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