EL
TABLÓN: El artículo de hoy
Guerras
y discursos
Pilar Marrero*
15 de enero de 2007
Para los que no nos hemos criado en este país, pero hemos hecho un esfuerzo por
saber cómo funciona —legal y sicológicamente—, el despertar de la opinión
pública estadounidense a un punto de vista que ya venía siendo desde hace
tiempo el de algunos de nosotros, es causa de celebración. Sólo nos
preguntamos por qué tardaron tanto.
Me refiero, claro, a la oposición (¡por
fin!) a la situación de la guerra en Irak, el continuo envío de tropas, al
reciclaje del 9/11 para justificar una estrategia errada y la virtual
"dictadura perfecta" del clan Bush-Cheney sobre la lógica y la razón
de este gran país. Finalmente, sólo el 23% de los estadounidenses cree que
Bush lo está haciendo bien en Irak.
Y, respetuosamente, ¿quiénes son esos que
están en el 23%? ¡Por Dios!
De los últimos años, recuerdo con claridad
mi tristeza y rabia cuando el presidente de Estados Unidos declaró aquella
guerra, cuando ya era obvio que lo hacía sin tener pruebas, sin haber
provocaciones y sin estrategia. El tiempo comprobó la futilidad y, más aun, la
peligrosidad de esa guerra.
Recuerdo, además, que a los pocos días de
las elecciones en las que Bush fue reelegido en 2004 escribí una columna
amarga, preguntándome si alguna vez entendería la mentalidad de quienes
continuaban avalando dicha guerra y dicho gobierno. Sentí aquella elección
como un golpe en la boca del estómago.
Esta semana, viendo el discurso de Bush en
el que "tomó responsabilidad" por los errores de la guerra y propone
seguir cometiéndolos, me pregunté cómo ha podido él sobrevivir la debacle de
Irak. Nixon tuvo su Watergate, y salió como corcho de limonada por ordenar el
espionaje político de la oposición. A Clinton casi lo enjuician por mentir
sobre un affair de sábanas o, más bien, de escritorio. ¿Qué fuerza
sobrenatural ha protegido a Bush de responder por tanta falsedad e ineficacia?
Dice el Presidente que él habla con Dios y
que con él consultó lo de la guerra. Se lo dijo clarito al famoso periodista
Bob Woodward cuando éste le preguntó si había consultado con su padre la
invasión a Irak y él le contestó que "había consultado a un Padre
superior".
A eso, en mi barrio le llaman esquizofrenia,
y se trata con medicamentos.
En cuanto a la opinión pública, vale la
pena mencionar que la comunidad latina hace tiempo que tiene una visión más
negativa de la guerra que el resto de la población. La reciente encuesta de Pew
Hispanic revela que el 66% de los latinos en Estados Unidos quiere salir de Irak
lo más pronto posible. Ese porcentaje aumenta al 75% al nivel socioeconómico más
bajo. Creo que las razonas son obvias: son ellos quienes van a la guerra.
Entretanto, yo espero que acabe muy pronto
esta pesadilla. Este pasado trimestre, en mi clase de periodismo, tuve por
alumno a un sargento de las reservas de la Armada que ya estuvo dos veces en
Irak y que, a mitad del curso, fue llamado para ir por tercera vez.
Ojalá, Marco, pueda verte muy pronto en un
próximo curso.
Comentarios a pilar.marrero@laopinion.com
* Periodista de La Opinión y ganadora del Premio
Nacional New America Media Awards en 2006 por la serie: Latinos y
Afroamericanos: historias
paralelas.
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