EL
TABLÓN: El artículo de hoy
Despilfarro,
fraudes y abusos con dineros de Iraq
Juana Carrasco Martín
Paul Bremer, el ex pro-cónsul embajador de Estados Unidos en Iraq, es decir el administrador de la oficialmente llamada Autoridad Provisional de la Coalición, el hombre destinado a «reconstruir el Iraq de la post guerra» ha regresado al Capitolio de Washington para rendir cuentas de aquellas funciones que pusieron en sus manos miles de millones de dólares, pero no dieron resultado en sus supuestos propósitos constructivos.
Ya en enero de 2005 un reporte de auditoría del inspector especial general para la reconstrucción del país invadido, destruido y ocupado arrojó que se carecían de registros para 8 800 millones dados a los ministerios iraquíes.
El asunto vuelve a la palestra porque la colina legislativa estadounidense cambió su colorido con la mayoría demócrata y viene ahora una especie de pase de cuenta a la administración de George W. Bush.
Como si fuera el guión de una película de ladrones a lo grande, la cadena televisiva ABC cita al representante por California Henry Waxman diciendo que, entre mayo de 2003 y junio de 2004, «sacos de dinero», conteniendo
12 000 millones de dólares, fueron tomados de la Reserva Federal en Nueva York y enviados en avión a Bagdad, así que se pregunta: «¿Quién en su sano juicio enviaría 360 toneladas en efectivo a una zona de guerra?». Y al mismo tiempo le responde el representante Peter Welch, demócrata de Vermont: «Eso fue exactamente lo que hizo nuestro gobierno».
Como es de suponer, Bremer intenta por todos los medios quitarse el muerto de arriba y asegura que el dinero que él manejó provenía del Fondo de Desarrollo para Iraq, que tomó cuerpo por decisión del Consejo de Seguridad de la ONU cuando determinó que las ganancias petroleras de ese país se gastarían en su propia reconstrucción. «No es dinero norteamericano», aduce a su favor y hasta da las atenuantes: «El país estaba en un caos social, económica y políticamente», y «Los planes pre-guerra no anticiparon las dificultades del trabajo a que nos enfrentamos»... y no desperdicia su tiempo en compartir las culpas: «Creo que los planes pre-guerra eran inadecuados».
Algo más que «inadecuados». Eran criminales, tanto en echar a andar una guerra ilegal e inmoral —que ha costado cientos de miles de vidas de iraquíes inocentes, y más de 3 000 de sus propios hombres y mujeres llevados a matar y a morir—, como en sus fines de lucro: apoderarse del petróleo y de otras riquezas; favorecer las apetencias de consorcios de probada vinculación con la cúpula de poder bushiana —la Halliburton del vicepresidente Dick Cheney, por ejemplo, o las empresas de la industria bélica—; y enriquecer a inescrupulosos personajillos iraquíes y estadounidenses que han medrado con el caos crecido en cada disparo de cañón.
Por demás, esa guerra satisfizo los intereses de dominación geopolítica del grupo neoconservador y fascistoide que desde el año 2000 se apoderó, con iguales métodos fraudulentos, de la Casa Blanca, de los destinos de Estados Unidos, y quiere hacerse dueño y señor del resto del mundo.
El Congreso de EE.UU. sabe de sobra que desde 2003 aprobaron 21 000 millones de dólares para el Fondo de Reconstrucción y Ayuda Iraquí. Ahora mismo, a casi cuatro años de iniciada la invasión, con un panorama totalmente anárquico en el que se libra más de una guerra (la imperial, la de resistencia y la sectaria-civil), George W. Bush le ha solicitado a ese cuerpo legislativo, que no le es propicio, 725 000 millones de dólares para los gastos bélicos del nuevo año fiscal. Añádase a las cuentas detalladas que de acuerdo con lo ya otorgado y gastado, más lo que está por conceder, solo para la guerra de Iraq la suma excedería los 600 000 millones de dólares.
El ex pro cónsul habla de errores y de «situaciones desesperadas» para encubrir las faltas propias y las de otros, ahora que se pide «transparencia» en cómo se han gastado los dineros; pero igual que han sido abatidos cinco helicópteros de combate de las tropas de ocupación en apenas las dos últimas semanas, las falsedades de esta administración bushiana van cayendo una a una.
Y la rendición de cuentas actual, en la que está por el momento involucrado Paul Bremer, pero ya irán llegando otras figuras de la corrupción y el abuso, no es la definitiva, ni la que le harán en su momento los embaucados de su propio país, los sojuzgados en Iraq, y los honestos del mundo.
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Nota
de/para los amigos que me escriben:
De: Aren
Asunto: EL DUENDE (RADIO-MIAMI)
DEL MAS ALLÁ
DESDE MI TUMBA FRÍA
CÓMPLICE DE POSADA DE TAXISTA EN CARACAS.
En tanto que el terrorista Luis Posada Carriles sigue preso en una cárcel de Texas, acusado solamente de entrada ilegal a Estados Unidos y por mentir a las autoridades norteamericanas de Inmigración y no por ser el autor intelectual de la voladura del avión de Cubana de Aviación en el que murieron 73 pasajeros inocentes, uno de sus principales cómplices, el venezolano Freddy Lugo vive en libertad muy tranquilamente en Caracas manejando un auto de alquiler.
Lugo fue localizado en la capital venezolana por el periodista del diario The New York Times Simón Romero, que el pasado sábado 3 de febrero publicó, después de entrevistarlo, un extenso reportaje sobre el crimen de Barbados, ilustrado con una foto a tres columnas de ese terrorista confeso en el
que éste declara cínicamente, que tiene su conciencia tranquila y que no siente remordimiento alguno por su participación en tan abominable acto de lesa humanidad.
Según el terrorista Lugo, el otro autor material del atentado dinamitero al avión cubano, el también ciudadano venezolano Hernán Ricardo, que fue el que colocó directamente el artefacto explosivo en el baño de la nave aérea, se fue de Venezuela poco tiempo después que ambos fueran puestos en libertad después de cumplir una sentencia de solamente 17 años de prisión por el atentado terrorista en el que perdieron la vida 73 personas.
Según le dijo Freddy Lugo al periodista del Times, su compañero en el repulsivo acto criminal, el fotógrafo Hernán Ricardo, que trabajaba para la compañía de Seguridad de Posada Carriles, recibió 19 mil dólares por colocar la bomba en el avión, mientras que a él, Posada solamente le dio 8 mil por servir de segundo en esa criminal acción terrorista.
Hasta ahora el gobierno norteamericano se ha negado reiteradamente a conceder la extradición a Venezuela de Posada Carriles para ser juzgado por el atentado terrorista de Barbados, tal como lo ha solicitado una Corte Judicial de Caracas.
La razón es obvia. No hay extradición porque si Posada Carriles es juzgado en Venezuela, el testigo principal del Fiscal acusador lo será uno los autores materiales del crimen, el taxista Freddy Lugo, un asesino al timón en espera de que lo llamen al banquillo de los testigos para decir todo lo que sabe del crimen de Barbados .
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