¡Es estupendo Roy! A la vez vulnerable y fuerte, y también inalcanzable. Pero hay más. Es el primer actor culto del cine quebequés. Encuentro con un chico auténtico. Por Myriam Gagnon, Revista Elle Québec, noviembre de 1993, paginas 30-33
ROY DUPUIS La bella bestia
Bien podría convertirse en el primer actor culto que ha conocido el cine quebequés hasta ahora. Mientras espera, Roy Dupuis se contenta con ser el primer sex symbol. Lo que, confesamos, ya no está nada mal... ¿Por qué él y no otro? Nuestra televisión no es tacaña en chicos guapos auténticos que salen a nuestro encuentro en la intimidad de nuestro living,semana tras semana. Pero he aquí, que ninguno de ellos ha conseguido hacernos estremecer como el Ovila de Les Filles de Caleb: tras la famosa "escena del semental", de tórrida memoria, Roy Dupuis ;no le desagrada domina el top ten de nuestros fantasmas..Primero, está su forma de interpretar: "física, casi animal", dicen los criticos, los directores de teatro, los actores que han compartido la escena con él. "Lo dice todo con su cuerpo, incluso antes de pronunciar una palabra", explica Sylvie Drapeau. Es cierto que para el número uno de las teleseries quebequesas, "interpretar, es una transferencia de energía del actor al espectador. Por lo tanto todo tiene que pasar por el cuerpo. No creo en los efectos de estilo: un actor no debería dar la impresión de actuar. De otro modo se hace pesado, da la impresión de "¿me has visto?". Ese actuar minimalista no es menos una huella de sensualidad, a la manera de Marlon Brando al cual no se privan de compararlo. Una comparación que no hace más que halagar a Roy Dupuis, él mismo un fan entusiasta: "Ha marcado a toda nuestra generación.Con Michel Simon y Gérard Philipe,es mi actor favorito". De hecho, Dupuis se encuentra en la linea del héroe americano clásico, duro por fuera, vulnerable por dentro. El, al que suponemos poseedor de una seguridad al límite de la pretensión se dice tímido, frágil e inquieto. Un poco como los personajes que interpreta tanto en la pequeña como en la gran pantalla: el Ovila de Emilie, el hijo de Cap Tourmente, el prostituto asesino de Being at home with Claude.
El oficio de actor no es más que seducción: "Hay que seducir sin parar. Y no solamente al público. A todos esos interlocutores en el negocio: los directores, los periodistas, los técnicos del plató. Un iluminador, un técnico de sonido al que no le gustes puede darle un duro golpe a tu imagen". De ahí la angustia. ¿Y si mañana la máquina de fabricar seducción dejara de funcionar? ¿Si el telefono dejara de sonar? ¿Y si después de haber sido puesto por las nubes, nos redujeran a los papeles alimentarios? Los quebequeses son conocidos como grandes consumidores de estrellas, listos a hacer bajar un día a aquellas que han sido adoradas en la víspera...
Pero éste del que han escrito que parece "uno de los raros actores de aquí que puede esperar seriamente hacer carrera en el extranjero" no lo es, más bien al contrario. Tras su salida de l'Ecole Nationale de Théâtre ;donde había entrado por fraude usurpando la identidad de un alumno que no se había presentado a las audiciones- su
carrera no ha sufrido ningún tiempo muerto. La crítica le descubrió en Le Chien de Jean-Marc Dalpé, luego como Roméo en Roméo et Juliette presentado en el TNM, y al fin en Un oiseau vivand dans la gueule, que seguiría en el Théâtre de Quatre sous. El joven actor "que desprenden una energía loca" fue unanime. Encadenó con dos teleseries, Les filles de Calet y Scoop. Y aquí le tenemos ascendido a estrella popular. Mientras tanto, rodó con Jean Beaudin una película adaptada de la obra del dramaturgo René-Daniel Dubois: hay en Being at home with Claude algunos momentos de estado de gracia que prueban que Roy Dupuis tiene la estopa de un actor auténtico.Lanzado en San Francisco y Londres en la pasada primavera, este film le ha permitido encontrar un público diferente. El público francés ha podido descubrirlo en Emilie, la versión hexagonal de Filles de Caleb. Parece que ciertos directores franceses se interesan por nuestro Roy nacional. Pero en medio del showbix no se habla de esas cosas
mientras que los contratos no estén firmados en buena y debida forma... sea lo que sea, con el rodaje de Scoop III apneas terminado Roy Dupuis se endosaba el papel del hermano "ladrón de tostadoras" en la obra True West de Sam Shepard; tras cuatro años de ausencia, regresa a la escena, la del Théâtre Dense-Pelletier, con los riesgos que esto
conlleva. Pero enfrentarse a desafíos forma parte de su naturaleza real.Necesito su mirada, su corazón. La descubro sin cesar, la admiro. Es mi droga...
Miedo a las tablas o salto sin red, le gustan las sensaciones fuertes. Mejor todavía, ¡no podría vivir sin ellas! Este invierno, será un "vendedor de aspiradores" en la película de José Fréchette, C'était le 12 du 12 et Chili abatí les blues, "un chico responsable, un winner y un ganador, un papel opuesto a lo que he hecho hasta ahora".
Nueve películas, diez obras, cinco folletines y el éxito instantáneo... ¡en cinco años! Todo ha ocurrido muy rápidamente. Demasiado quizás. Pasar del anonimato de las salas de repertorio al estatus de estrella, casi de un día a otro, tiene efectos desorientadores. "Nos convertimos en propiedad pública. Nada de intimidad, incluso en la calle. El menor de tus gestos es criticado. Un incidente toma carácter de pequeño escándalo. Es necesario aprender a autocensurarse. Quedar impasible cuando te apetecería enviar a... un intruso. Cambiar de hábitos, hacerse lo más discreto posible". ¿Preservar su integridad personal o conformarse con la imagen que le endosan los medios? No es fácil para un rebelde del temperamento de Roy Dupuis tener que rendir cuentas... y se acaba por pagarlo con una buena crisis de identidad al estilo Woody Allen.
En efecto, si los últimos años han sido un éxito profesional total, a costa de la vida privada, en revancha, Roy Dupuis, según su propia confesión y como todo intelectual que se precie, se ha perdido un poco entre los meandros tortuosos de un ego oscuro. Ha emergido recientemente, con la madurez que se alcanza a los 30 años, y a la vez que "caía
enamorado". Ya que el hermoso Roy está locamente enamorado "por segunda vez en mi vida", precisa. Y como no es hombre de medias tintas, se ha lanzado a fondo en esa relación.Para dicha de los mayores, nos repite: "sin pasión desfrenada, no hay pareja que valga. Necesito de su mirada, de su olor. La descubro sin cesar, la admiro. Es mi droga... lo haría todo por ella" ¡WOW! Y un toque para todas (y todos) los que veían en nuestro joven un galán indiferente, el guerrero para el que la mujer no era más que el reposo pasajero. Eso no quiere decir que haga rimar Amor con Para Siempre, pero es capaz de esas extravagancias románticas que destrozan el corazón de las felices elegidas. "Me ha ocurrido de caminar desde Montreal a Sainte-Rose para ir a ver una chica... un día, inflé 250 globos de Mickey; hice un baldaquín alrededor de la cama para festejar el regreso de mi novia que volvía de Florida..." Por el contrario, se confiesa difícil para la convivencia. "Cuando has pasado 18 horas en un plató de rodaje dando lo máximo de ti mismo, regresas a casa completamente vacío, con una enorme e insaciable necesidad de ternura".
Necesidad de ternura: ¿quién lo habría creído? Y poco a poco, nos damos cuenta que Roy Dupuis destaca en el arte de enredar las pistas. Con su look a lo Mickey Rourke ;botas de cowboy, bíceps desarrollados y mejillas asperas; nos loimaginamos fogueado en las profundidades de las grandes ciudades, una juventud de pandillero. Sin embargo proviene de una familia modesta de Amos, padre viajante de comercio, madre profesora de piano, ayudante en misa, primero en todo, tanto en la escuela como en los deportes, mimado de las religiosas de la Asunción, una adolescencia sin rebeldías, tan sana como fue posible, dividida entre la práctica del violoncello, los estudios y el hockey. Los que le conocían reconocen que le devoraba la ambición: por lo tanto, afirma no tener planes de carrera (su agente Hélène Mailloux se encarga de todo probablemente...), se niega a dar concesiones, toma lo que le gusta de la vida y deja el resto. Que juegue a los bolos, que pase de su Mustang negra a su Harley Davidson blanca, que tenga reputación de un central aceptable en el equipo de hockey de la Unión de Artistes no le convierte sin embargo en un macho sin esencia. Podría a la vez interpretar el papel de "la fuerza bruta que desprende" y ser inteligente.
Según Michel Rossignol, que era la directora en la época en que el seguía los cursos de l'École Nationale de Théâtre, el éxito de Roy Dupuis es una mezcla de talento, carisma y suerte. Podríamos añadir: un perfecto timming. Llega en el momento exacto para representar al seductor típico de la época post-feminista. La utopia de las relaciones eternamente armoniosas entre los sexos por el camino de la uniformización de las identidades no ha tenido un largo camino, los roles se diferencian de nuevo. A medida que la mujer se re-feminiza, el hombre puede permitirse volver a una especie de "brutalidad" viril. Por eso, mantiene el sex symbol en cuestión, "en el juego de la seducción, desde siempre son las mujeres las que han establecido las reglas. Los hombres modelan su comportamiento según sus exigencias. Eso empieza ya en la infancia, cuando el niño pequeño se esfuerza en seducir a su madre haciendo lo mejor que puede para cumplir sus demandas. Y eso prosigue a lo largo de la edad adulta". Aunque él haya llegado a alimentar en su fuero interno dudas, tendrá la preocupación permanente de no dejar traspasar nada de eso: es la afirmación del poder sin agresividad.
Por lo tanto, en 93, fin de los papeles del hombre animal en vías de domesticación, del hombre metido en los problemas cotidianos y enredado en los de su Yo cenagoso, hombres con todas las debilidades confesables. Y saludemos el regreso del auténtico masculino.
¡Héroe sin causa pero héroe al fin y al cabo, en nuestro paisaje cinematográfico!