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Publicado en La Vanguardia el 14 de Marzo de 2003

CONSUELO BAREA, MÉDICA PSICOTERAPEUTA PRECURSORA DEL SUEÑO LÚCIDO

Tengo 54 años y cada vez disfruto más de lo menos, porque el gran placer está en la minucia. Nací en Barcelona y he estudiado zen en Japón. Cursé Matemáticas y Medicina: soy cuadriculada y seria. Los sueños son el camino directo a la libertad. Trabajo con mujeres maltratadas porque la violencia nos esclaviza a todos. No a la guerra

LLUÍS AMIGUET - Doctora, hoy he dormido fatal...

Tiene sus ventajas. Los monjes tibetanos se privan de dormir para entrar en sueño lúcido. Cuando sienta un poco de ñoña, vaya a una conferencia aburrida; y cuando note aflojarse el cuello...

–Sí ¡qué agradable!

Mucho. En ese duermevela de semivigilia puede empezar a practicar el control de sus propios sueños: el sueño lúcido.

– Sueño y lúcido... ¿no es un oxímoron, una contradicción en los términos?

La ignorancia hace que sueño y lucidez no sean compatibles, pero existe un delgadísimo hilo que une la conciencia con el estado onírico y hoy dominamos las técnicas para cruzarlo: luego podrá soñar lo que quiera.

–¿Para qué?

Dormir no es necesario, soñar sí. Soñar despierto mejoraría su existencia. Hoy sabemos que el sueño no es gratuito: es una sofisticada herramienta de aprendizaje.

–¿Los soñadores son grandes realistas?

Pues claro. En sueños aprendemos a enfrentarnos a la realidad y a adaptarnos. Pasamos cuatro meses de cada año durmiendo y de esos cuatro, uno soñando ¿Usted cree que la evolución regalaría todo ese esfuerzo?

–Yo no recuerdo nunca lo que sueño.

Porque no practica, pero podría usted aprender a recordar. Esos sueños serían su mejor instrumento de goce y crecimiento personal. Los apuntaría y vería que los sueños se le repiten y que vienen en bloques...

–Como si fueran cursos a distancia.

Es que lo son. Por eso el feto en el claustro materno invierte todo su tiempo soñando conductas programadas genéticamente en paquetes de sueños que se descomprimen en el cerebro como un archivo zip. Por ejemplo, el recién nacido poco después de nacer ya sonríe: ¿quién le ha enseñado a sonreír si no es capaz de ver?

–Mucho adultos olvidan la sonrisa natal...

Porque con los años soñamos menos y es una de las razones por las que aprendemos menos cada vez. Los niños tienen sueños lúcidos con facilidad; eligen lo que quieren soñar y aprenden soñando. Si usted recuperara esa habilidad de soñar despierto, solucionaría muchos de sus problemas. Yo lo utilizo como terapia para mis pacientes y con éxito.

–¿Cómo lo hace?

Para curar estrés postraumático, por ejemplo. Una paciente agredida salvajemente por su marido soñaba cada noche que él la perseguía. Aprendió la técnica del sueño lúcido y un día ella se obligó a darse la vuelta en el sueño , mirar a los ojos al marido agresor y ordenarle que la dejara en paz.

–¿Funcionó?

Sí. Lo que aprendes en un sueño, para empezar, sirve dentro del propio sueño. La pesadilla desapareció. Pero, además, el sueño y la mente diurna no son compartimentos estancos sino vasos comunicantes. Si aprendes algo soñando influye en tu conducta diaria. Mi paciente mejoró su autoestima en la vida cotidiana tras haberse enfrentado a su agresor en sueños.

–Apuntar los sueños ¿no es tedioso?

Al principio cuesta, pero luego se habituará. Los sueños generan nuestros actos, que, no nos engañemos, son producto de nuestros sentimientos y emociones revestidos de la razón y no al revés. Un deportista mejora su rendimiento soñando con la prueba y adaptándose así al momento de tensión como hay esquiadores que mejoran su rendimiento soñando con esa curva difícil...

–Es más descansado que entrenar...

Además, el sueño es nuestra identidad. Apúnteme 30 sueños de un desconocido y sabré quién es él mejor que él mismo.

–No lo dudo.

Y, en fin, con las técnicas del sueño lúcido le podría enseñar a gozar sobre la almohada los placeres más intensos que ha vivido.

–Oiga, eso suena bien...

Los orgasmos soñados son mucho más intensos que los reales en todas las descargas bioquímicas que experimentamos.

–Eso me temía yo hace tiempo.

Además, cuando surge el impulso sexual onírico, lo realizas con facilidad y aprendes a llegar al orgasmo sin problemas. Hay que ser un animal soñador inocente y espontáneo...

–¿Y la autoridad?

Está allí: en lo mejor aparecen los padres, los jefes, los curas, los profesores... Pero si dominas el sueño lúcido puedes eludir esa autocensura y disfrutar simplemente siendo exhibicionista. Y ese ejercicio mejora, además, el disfrute de tu sexualidad en vigilia.

–Así que para despertar hay que soñar.

Una paciente mía se enfrentó a toda su familia, que cuando iniciaba un acto sexual onírico la perseguía de habitación en habitación hasta que aprendió a ignorarlos en el sueño. Desde entonces su sexualidad se despertó también en la realidad.

–Cuénteme su propia experiencia.

Adoro la música y logré soñar que empezaba a cantar en la iglesia del Pi y, de repente, no era yo sola sino una coral excelsa de seres que se unían a mi canto. Cuando recuerdo esta vivencia aún disfruto de aquella sensación de libertad y belleza irrepetibles. Otros sueños me han permitido enfrentarme a mi familia y a situaciones duras de mi vida.

–¿Y mirar al futuro soñando?

Muchos tenemos premoniciones en sueños. Laberge las estudió científicamente y el porcentaje de premoniciones oníricas que se cumplen es ciertamente...

–¿Inquietante?

Elevado. La vida es sueño, pero los sueños son nuestros amigos y maestros que buscan nuestra felicidad. Y nos visitan cada noche: déjelos ayudarle.

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