Batalla de Nordlingen,
1634
En el contexto de la guerra de los
30 años el ejército Imperial y de la liga Católica, bajo
el mando nominal de Fernando, rey de Hungría, comenzó en 1634
una campaña para expulsar a los protestantes de la zona sur de Alemania.
El ejército imperial, tras conquistar algunas ciudades alemanas, marchó
hacia el importante centro protestante de Nordlingen adonde se reunió
con el ejército español del cardenal-infante Fernando, dispuestos
a tomar la ciudad.
Los líderes protestantes, sabiendo que la caída de Nordlingen
sería un golpe demasiado duro para su causa, mandaron el grueso de sus
fuerzas, el ejército Sueco-Alemán, para evitar la caida de Nordlingen.
El 5 de septiembre de 1634, las vanguardias de ambos ajércitos entraron
en contacto. Los imperiales contaban con 33.000 hombres (20.000 infantes y 13.000
jinetes) españoles, italianos, y alemanes. Frente a ellos, los generales
protestantes alinearon 25.000 hombres (16.000 infantes y 9.000 jinetes) suecos
y alemanes.
La muerte de Gustavo Adolfo
de Suecia, el gran estratega protestante, acaecida dos años antes en
la batalla de Lützen había dejado a los suecos sin si mejor general,
aunque no se resintió por ello la calidad de su ejército.
El primer ataque protestante
tuvo lugar durante la noche, pero fue facilmente rechazado. Durante el dia,
los combates se desarrollaron en la posición clave de la colina de Albuch,
que dominaba el campo de batalla. Esa colina, defendida por dos regimientos
Alemanes (Salms y Wurmser), un Tercio Napolitano (Torralto), y un Tercio español
(Idiáquez) respaldados por 9 escuadrones de caballería, teniendo
enfrente a los suecos del general Horn, unos 9.000 hombres, divididos en 5 brigadas
de infantería y 24 escuadrones de caballería.
Al comienzo de la batalla, la caballería protestante de Horn cargó
fieramente contra la colina del Albuch, siendo rechazada por el tercio napolitano
de Torralto. Por su parte, la infantería de Horn tuvo más éxito
en su ataque, desalojando de sus posiciones a los dos regimientos alemanes.
Este éxito parcial fue abortado por un contraataque de la caballería
italiana sobre el flanco de los suecos, que se vieron obligados a retirarse,
permitiendo a los dos regimientos alemanes volver a ocupar sus posiciones. Pero
una segunda carga sueca desarboló nuevamente a los alemanes, quienes
huyeron a la desbandada, mientras los italianos mantenían la línea.
En ese momento el Tercio español de Idiáquez marchó hacia
los Suecos, conteniéndolos y cerrando la brecha dejada por la huida de
los alemanes. Al mismo tiempo, los italianos recibían tropas de refresco
desde retaguardia. Así, cuando los protestantes lanzaron un nuevo ataque
con refuerzos del ala izquierda, este no tardó en ser rechazado.
Pero los protestantes, sabedores de que el dominio de la colina era la clave
de la batalla, lanzaron nuevos ataques contra los Tercios españoles e
italianos, quienes rechazaron no menos de 15 cargas de la infantería
sueca, mientras que en la falda de la colina las caballerías de los dos
bandos se pelean ferozmente con pistolas y espadas.
Los caballos corazas del ejército
sueco habían facilitado anteriormente sonadas victorias a Gustavo Adolfo
sobre los ejércitos católicos.
Cuando el general protestante Horn vió que era imposible tomar la colina,
ordenó a su exhausta infanteria emprender la retirada, momento que aprovechó
la caballería imperial del flanco derecho para cargar contra los protestantes
mientras la infantería española e italiana, secundando a la caballería,
se lanzó colina abajo persiguiendo los suecos.
De este modo, la retirada más o menos ordenada de Horn se convirtió
en una huida desordenada para acabar en una catástrofe cuando las dos
alas protestantes que huian a la desbandada se vioeron atrapadas contra el río
Rezembach. Los sueco-alemanes perderian otros 6.000 hombres que fueron hechos
prisioneros.
Nordlingen, fue una de las mas sonadas victorias de los tercios imperiales,
pues el grueso del potencial militar enemigo había sido destruido, permitiendo
a las tropas del Imperio acabar con la conquista del sur de Alemania. El príncipe
elector de Sajonia, quien previamente se habia alineado junto con la liga protestante,
fue obligado a volver al redil de la causa Imperial. Eran buenas las perspectivas
que se le presentaban a los intereses españoles tras esta victoria, aunque
finalmente se vieran truncadas por la entrada en la guerra de Francia en 1635.
Pese a todo, como diria Perez Reverte, puestos a dejar los enemigos de España
nos segaran la tierra bajo los pies, mejor hacerles pagar caro cada ataque.
En Nordlingen, el valor de la infantería española volvió
a quedar patente, pues la intervención de nuestros soldados salvó
la situación en un momento clave. También fue muy destacada -y
brillante- la intervención de los soldados de la península italiana
(napolitanos en su mayoria) que combatieron con un tremendo valor y tenacidad,
derrotando a una de las mejores infanterías del mundo, los suecos de
Gustavo Adolfo.
En definitiva, Nordlingen sirvió para aumentar la leyenda del valor combativo de los tercios imperiales, leyenda que, aun en la derrota, sería confirmada por los hechos posteriores.
A pesar de lo cruento de los ataques suecos, españoles
e italianos aguantaron una vez más, como ya era costumbre, los envites
enemigos hasta cambiar las tornas de la batalla.
Extraído del foro de Historia Militar. Enviado por Von Kleist.